¡NO NOS RENDIREMOS JAMÁS!

 

 Artículo de Federico Quevedo en “El Confidencial Com” del 12.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Aquel 13 de mayo de 1940, tres días después de que el Rey le propusiera como primer ministro, y tras la ofensiva devastadora de Hitler en Bélgica, Francia y Holanda, Winston Churchill reunió a la Cámara de los Comunes y, tras ofrecer a sus representantes “sangre, sudor, lágrimas y fatiga”, les explicó cuál sería, a partir de ese momento, su política: “Combatir por mar, por tierra y por aire, con toda nuestra voluntad y con toda la fuerza que nos dé Dios; combatir contra una tiranía monstruosa, jamás superada en el catálogo oscuro y lamentable de crímenes humanos”. Y les expuso, también, cual sería su objetivo: “La victoria, la victoria a toda costa, la victoria a pesar del terror; la victoria, por largo y difícil que sea el camino; porque sin la victoria no hay supervivencia”.

Después de más de treinta años luchando contra la tiranía monstruosa de un nacionalismo excluyente y radical de características similares al nazismo, y después de que la democracia consiguiera arrinconarlo, el próximo día 27 de mayo va a ser uno de los días más tristes de nuestra reciente historia en libertad, porque ETA va a volver a las instituciones, y lo va a hacer amparada por un Gobierno irresponsable, y por una Justicia que no tiene instrumentos legales para impedirlo. No los tiene, en primer lugar, porque al igual que les ocurriera en la Transición a Suárez y a los padres de la Constitución, también el PP, en la pasada legislatura, cometió el error de confiar en que nunca un gobierno democráticamente elegido actuaría en contra del interés general.

Si hace treinta años, al redactar la Constitución, se ofreció un margen a la reivindicación nacionalista en la confianza de que los gobiernos centrales sabrían actuar de muro de contención ante los excesos, cuando el PP elaboró la Ley de Partidos y situó en el propio Ejecutivo, a través de la Abogacía del Estado y la Fiscalía General, la potestad de iniciar un proceso de ilegalización, lo hizo también con la convicción de que así se garantizaba el cumplimiento de la ley y se respetaba el derecho constitucional al pluralismo. Lo que nunca pensó el PP, entonces, ni la UCD hace treinta años, es que un gobierno llegaría al extremo de dar carta de naturaleza al nacionalismo más extremo y, sobre todo, al de ceder al chantaje de una banda terrorista.

Si a ese marco de referencia se une una absoluta dependencia del poder judicial del Ejecutivo, esta vez ETA-Batasuna resulta que ha encontrado como coartada de su pretensión antidemocrática y totalitaria al propio Estado de Derecho. La sentencia del TC es, sin duda, ajustada a derecho, pero resulta un insulto a la inteligencia de ciudadanos normales y, sobre todo, una humillación para las víctimas del terrorismo. Por eso, el día 27 será un día triste. Ese día, ETA habrá conseguido la mayor de sus victorias, se habrá impuesto a quienes durante tantos años han luchado por la libertad y por la justicia, y volverá a ocupar sillones en los ayuntamientos y en las diputaciones, con lo que eso significa de ingresos para sus actividades criminales y, también, de capacidad de acceso a información sensible para la comisión de atentados.

El hecho de que ya mismo haya listas de ANV que pueden presentarse a las elecciones supone un riesgo extremo para la vida de muchas personas. No es la primera vez que ETA sitúa sus objetivos en los censos electorales que las juntas envían a todos los partidos políticos. ¿Se dan cuenta de la irresponsabilidad? Si unas listas de ANV estaban contaminadas, es que todo el partido está contaminado, y sin embargo el Gobierno, no queriendo instar a su ilegalización y permitiendo que la mayoría de las listas concurran, pone en bandeja de los etarras el acceso a los censos... ¿o es que creen ustedes, ingenuamente, que los de las listas supuestamente legales les van a ocultar los censos a sus ‘jefes’ en la banda?

Más que nunca, en esta ocasión, la convicción firme en la democracia y la lucha por la libertad cobran sentido en toda su dimensión. La tiranía oscura y amarga de ETA, al amparo de Rodríguez, se ríe nuevamente de nosotros y buscará, por todos los medios a su alcance, la aniquilación de los no nacionalistas. ¿Nadie se ha preguntado por qué ETA ha dado instrucciones a sus comandos de que no atenten contra nadie del PSOE, salvo que sean los críticos con Rodríguez? La convergencia de intereses entre ETA y Zapatero es cada vez más peligrosa y supone un riesgo real para el futuro de nuestra convivencia en libertad. Por eso no podemos rendirnos, no podemos dejar de luchar por la libertad. Por eso es necesario tener fe en la victoria, como la tenía Churchill.

En caso contrario, “no sobrevivirían los impulsos de los siglos, que hacen que la humanidad avance hacia su objetivo”. Estas que vienen no son unas elecciones primarias. Son unas elecciones municipales, pero, sin embargo, tienen una significación como pocas veces han tenido a lo largo de estos años de democracia. Quizá sea este el momento en el que personas íntegras, de la izquierda y de la derecha, que han sabido resistir a la amenaza de la bestia, asuman su misión con optimismo y esperanza, seguros de que, como decía Churchill a los Comunes, “nuestra causa no puede fallar entre los hombres”, la causa de la libertad por la que sus defensores tienen derecho a reclamar la ayuda de todos, y nosotros la obligación de prestársela.