¿A QUIÉN ENGAÑA ZP? EL NACIONALISMO RADICAL SIGUE SIENDO SU ALIADO POLÍTICO

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial.com” del 01 de agosto de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Se lo dejó claro a Josu Erkoreka en su encuentro del pasado martes: lo hablado con Rajoy unos días antes, papel mojado. Ese compromiso al que habían llegado ambos líderes, en nombre del Gobierno y del PP, según el cual no se volverá a negociar con la pandilla de canallas, puro teatro. Rodríguez sigue creyendo en un final dialogado de la violencia terrorista, y ya sabemos lo que significa para él un final dialogado: pura y dura cesión al chantaje de los asesinos, por eso la pandilla de canallas le tenía preparada una parecida a la que le organizó a Aznar con Miguel Ángel Blanco... ¿Qué hubiera hecho Rodríguez si ETA secuestra a un concejal socialista y amenaza con matarlo si el Gobierno no cede a sus pretensiones? Ojalá no lo sepamos nunca, pero me temo lo peor. Rodríguez sigue siendo el mismo de la pasada Legislatura y su proyecto político no ha variado un ápice: lo único que ha cambiado, y no en todo, es la estrategia política para llevarlo a cabo. Pero, en el fondo, sus aliados siguen siendo los mismos de siempre: el nacionalismo radical y el radicalismo de izquierdas.

Si vuelve a darse la oportunidad de hablar con ETA, Rodríguez lo intentará de nuevo. Es probable que ésta vez intente no cometer algunos de los errores del anterior proceso, pero tratándose de asesinos malnacidos, el abanico de posibles equivocaciones es muy amplio y variado. Por ahora, Rodríguez prefiere seguir adelante con la estrategia de palo y firmeza contra la pandilla de canallas, una estrategia que le garantiza el apoyo del PP. Pero en cuanto ETA haga un gesto que favorezca, de nuevo, una vía de negociación, no tengan la menor duda: Rodríguez volverá a intentarlo. Se lo ha dicho a Erkoreka. Cambiará de interlocutores, buscará otras vías de acceso a los cabecillas de la pandilla de canallas, pero Rodríguez sigue teniendo sus preferencias políticas, y entre llevarse bien con el PP o llevarse bien con el mundo abertzale, prefiere lo segundo. Entre otras cosas porque los radicales vascos le dan cobertura a su proyecto confederal, del que nunca ha abdicado. Dicho esto, mientras la estrategia del Gobierno sea atrapar asesinos y meterlos en la cárcel, no podemos hacer otra cosa que aplaudirla.

Pero ya llegará el momento de lo contrario, y no tardará mucho. Rodríguez ha seguido cediendo a la presión del nacionalismo más radical y excluyente. Lo hace por convicción, no por otra cosa. Sea cual sea la amenaza o el chantaje, él cede. Lo ha hecho publicando las balanzas fiscales que han dado pie a nuevas orgías de victimismo nacionalista, y a hechos lamentables como el de ese diputado catalán que ha propuesto el apadrinamiento de niños extremeños... Pero le está bien empleado al hereu de Ibarra y al socialismo extremeño por seguirle dando aliento a este populista irresponsable que tienen por secretario general de su partido. En Cataluña arrecia el radicalismo y la exclusión, y Rodríguez mira complaciente para otro lado. La persecución al castellano en aquella comunidad es ya clamorosa. No es una cuestión de peligro de una lengua que hablan casi 400 millones de personas. No, es una cuestión de libertad, de la libertad de centenares, miles de españoles afincados en Cataluña que quieren que sus hijos estudien en castellano y se les prohíbe, vulnerando la Constitución.

Y, ¿dónde está el encargado de cumplirla y hacerla cumplir? En su dolce farniente, ajeno a todo gesto de exclusión nacionalista, amparando esos amagos de nazismo que florecen en las comunidades gobernadas por nacionalistas radicales –Galicia, País Vasco, Cataluña...- porque eso le permite sumar votos del extremismo nacionalista y de izquierdas a su proyecto político, hasta el punto de que acabará consiguiendo que desaparezcan las siglas que, hasta ahora, cobijaban esos votos. En el País Vasco, busca lo mismo, aunque allí su estrategia está condicionada por la pandilla de canallas y el lenguaje de muerte de ETA. Su aliado potencial no es el PNV, un partido nacionalista pero conservador y de derechas. No. El busca el fin de ETA para que la izquierda abertzale se legalice y poder acercarse a su gente, hasta conseguir anular la influencia que tienen en la sociedad vasca y hacerse con sus votos, como ha hecho con ERC en Cataluña y hará con el BNG en Galicia. Y como ha hecho con IU en casi toda España. Por eso volverá a negociar con ETA. El único inconveniente a su estrategia es que, esta vez, ya no puede utilizar al PP como excusa. Al menos, por ahora.