EL PODER DE INTERNET CONTRA ZP O DE CÓMO RAJOY YA SE SABE PRESIDENTE

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial.com” del  5-12-2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

Recientemente –tan cerca como el pasado martes-, en uno de esos desayunos que se celebran en Madrid y a los que acuden como invitados importante personajes del mundo de la política, la empresa y otros sectores sociales, un destacado empresario, muy conocido, se dirigía al grupo de interlocutores que ocupaba su misma mesa, la mayoría de ellos igualmente conocidos e importantes, en estos términos: “Este Gobierno va cuesta abajo y sin frenos, y a este paso es imposible que llegue a 2012… Zapatero no va a tener más remedio que adelantar las elecciones para dentro de un año, más o menos”. Su opinión fue inmediatamente ratificada por el resto de comensales de su mesa, uno de los cuales añadió a esa reflexión esta otra: “Rajoy, me consta, lo tiene todo preparado para una campaña electoral que podría coincidir con las catalanas o, como muy tarde, con las autonómicas y municipales de 2011, pero nunca más allá del verano de ese año porque, en caso contrario, Zapatero aguantará hasta 2012 aunque tenga que prorrogar el Presupuesto… El PP está listo para un adelanto electoral y Rajoy sabe que, de producirse, llegará a La Moncloa antes de marzo de 2012 y ni siquiera tendrá que convocar un Congreso como está previsto en los Estatutos de su partido, por lo que todos sus supuestos ‘enemigos’ tendrán que esperar a una mejor ocasión que puede estar muy lejos, tanto que ya ni Gallardón tendría opciones a ser el sustituto”.

Más o menos. Aunque las ponga entre comillas las palabras no son textuales –mi fuente tampoco las apunto con exactitud-, pero sí lo es el fondo de lo que se estaba hablando en aquella mesa de gente de esa que habitualmente decimos muy bien informada. Lo cierto, en cualquier caso, es que ambas reflexiones coinciden, con bastante exactitud, con la realidad. El Gobierno de Rodríguez está en descomposición. Pocas veces –al menos que yo recuerde- un presidente del Gobierno se ha visto obligado a rectificar en un plazo de pocas horas dos acciones no menores llevadas a cabo por los suyos, y eso ocurrió el pasado jueves cuando Rodríguez desautorizó, primero, la ley que él mismo había defendido un día antes en el Congreso a raíz de la revuelta que se organizó en Internet y, después, a sus propios compañeros de partido que habían apoyado e, incluso, ampliado una iniciativa de ERC para retirar los crucifijos de las escuelas, lo cual generó un verdadero torbellino de declaraciones en contra de una medida absolutamente arbitraria y atentatoria de la libertad religiosa. Lo cierto es que en ambos casos el Gobierno de quien presume a los cuatro vientos de la defensa de los derechos civiles se había cubierto de gloria con dos medidas que implicaban una asfixia de la libertad y de los derechos fundamentales de los ciudadanos, y un sometimiento sin precedentes a los intereses espurios de ‘castas’ cuasi franquistas.

 

Todo lo que hace le sale mal

 

No voy a insistir en lo que ya he venido escribiendo estos días atrás, pero es evidente que el Gobierno navega a la deriva, sin rumbo alguno, y que todo lo que hace le sale mal, y eso ocurre cuando un Gobierno encara la recta final de su mandato. ¿Significa esto que Rodríguez se va a rendir y convocar elecciones ante la evidencia de su incapacidad para gobernar? En absoluto. Es más, seguro que él está convencido de que hace las cosas bien, y da por hecho que lo que ahora parece torcido se enderezará en pocos meses gracias no se sabe muy bien si a la intercesión de Santa Rita, o a su supuesta buena estrella alineada en la constelación de la Alianza de Civilizaciones con la de Obama una vez que éste acabe con los talibanes gracias a la colaboración de nuestra tropas. Bromas aparte, ustedes y yo sabemos que eso no va a ocurrir, que lejos de ver alguna luz al final del túnel de la crisis seguimos inmersos en la más tenebrosa de las tinieblas y sin esperanzas de que la situación mejore a medio plazo, y si algo se demostró el pasado jueves es que ya no son necesarias las organizaciones sociales o sindicales para movilizar a los ciudadanos contra una decisión injusta del Gobierno, que bastan cientos de miles de conexiones a Twitter o Facebook para que se configure la rebelión. Una advertencia: ¿es posible una huelga general sin que la convoquen los sindicatos? Sí, hoy es posible, y el Gobierno lo sabe. Rodríguez, por lo tanto, puede ser el campeón de la autoestima, pero la reacción social parece imparable.

 

Hace ahora cuatro años este mismo periódico se hacía eco en un confidente de lo que se llamó el poder de Internet contra ZP, pero entonces se trataba de un buen número de páginas web que nacían a la sombra de la oposición a un Gobierno que gozaba del viento a favor… Quizá fuera premonitorio, pero cuatro años después Internet hierve por doquier contra el Gobierno de Rodríguez, y el viento a favor se ha transformado en huracán en contra. En lugar de mirar, como sería lógico en un partido que presume de estar con los jóvenes y de apoyar el progreso, por los intereses de los internautas, el Gobierno ha preferido situarse del lado del clasismo y de quienes se resisten a perder sus privilegios. Ha preferido, en definitiva, ponerle muros al campo, levantar barreras que coarten la libertad porque, no se crean todo lo que oyen, la supuesta rectificación no deja de ser más que un aplazamiento de algo que Rodríguez le debe a los autores con los que ha alcanzado un pacto casi podríamos decir que de sangre. El rechazo social es inevitable y cada vez mayor, y ese rechazo social que se extiende por la red sin posibilidad de freno, acabará por hacer mella en el ánimo de formaciones políticas que hoy todavía le conceden cierto margen de pacto a Rodríguez, pero que le dejarán caer de modo inmisericorde el día que les alcance el temor a un castigo electoral por hacerlo.

 

Ahora le toca a Rajoy

 

Es lo que Rajoy llama el ‘ciclo político’, y sabe que éste se ha acabado y que el siguiente le toca a él. El Partido Popular podría perder la oportunidad que tan fácilmente le está brindando Rodríguez si vuelve a verse inmerso en una batalla cainita como la que protagonizó hace unas semanas, por eso, aunque no es descartable que viéndose acorralado Rodríguez vuelva a recurrir al ataque en toda regla contra el PP a cuenta del ‘caso Gürtel’, la única opción que le cabe a Rajoy si esto ocurre es la de reaccionar con rapidez para evitar el daño y revertir el ataque sobre los muchos asuntos que en estos momentos atosigan al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Ofreciendo, al mismo tiempo, una imagen de responsabilidad en aquellos asuntos que afectan a la dignidad nacional, como cuando el pasado martes la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció que retiraba la pregunta y la interpelación de su Grupo sobre el secuestro del 'Alakrana', toda vez que el nuevo secuestro de Mauritania exigía un comportamiento responsable de todas las fuerzas políticas. Una acción que dejó en evidencia, por mezquino, sectario y miserable, al portavoz Socialista, José Antonio Alonso, quien lejos de agradecer un gesto que había pedido su propio presidente del Gobierno, no dudó en aprovechar esa ventaja para criticar a los ‘populares’, en una evidencia más del caos en el que vive sumida la izquierda que gobierna.

 

Hoy, sin duda, quien tiene el viento a favor es el PP. Son pocos los sectores sociales y empresariales que duden ya del final de ciclo de Rodríguez y no vean al PP ganando las elecciones. Procesos como éste los hemos vivido antes, e igualmente se observaba como la atención social cambiaba, y de prestársela al Gobierno pasaba a prestársela a la oposición. Ocurrió con Aznar en los últimos años de Felipe –aún recuerdo los encuentros con Botín y las alabanza de éste al entonces líder del PP-, y con Felipe cuando ya era evidente que la UCD se venía abajo. Pasó menos con Rodríguez porque, francamente, nadie creyó nunca que pudiera ganar unas elecciones, como sin embargo así ocurrió después. Y le pasa ahora a Rajoy que empieza a comprobar como a su alrededor todo el mundo –incluso formaciones políticas que antaño le negaban su favor ante notario- se vuelve a mirarle y presta atención a lo que dice y a lo que hace. Su obligación es no defraudar, y eso significa no solo esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo, sino –como hizo en Barcelona- ir más allá en el camino de la necesaria regeneración sistémica que necesita este país para volver a creer en sí mismo. Rajoy va a ser presidente, eso ya no lo dudan ni quienes pretendieron su lugar al frente del PP. Ahora solo falta que Rodríguez ponga fin cuanto antes a su propia agonía.