EN EL REINO DE LOS CIELOS

Artículo de Federico Quevedo en “El Confidencial.com” del 04 de febrero de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Por fin ha llegado. Es jueves, 4 de febrero, y en Estados Unidos se celebra el Desayuno de Oración con un invitado muy particular: el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Es, seguramente, una de las fechas más esperadas de los últimos meses. La expectación es lógica, todos queremos saber a quién va a rezar Rodríguez, y qué va a decir, en qué va a consistir su oración.

 

El hecho en sí ya ha provocado auténticos ríos de tinta, nos hemos reído hasta la saciedad de la paradoja que supone que un renombrado laicista como él, un enemigo declarado del Cristianismo, acuda a rezar a un acto convocado por una organización cristiana conservadora y protectora de la familia tradicional, pero lo cierto es que a la hora de buscar explicaciones seguimos inmersos en la misma incógnita sobre las razones que le han llevado hasta allí, y nos seguimos preguntando, insatisfechos por las respuestas ofrecidas, qué coño –y perdonen la expresión- pinta este tío en un acto de indudable carácter religioso que nació como una invocación a Dios para que acudiera en auxilio de los hombres en tiempos de dificultad, finalidad que se ha venido manteniendo durante sus casi 60 ediciones.

 

Quizá esa incógnita la desvele el mismo Rodríguez esta tarde en su rezo… O quizá no, que es lo más probable, porque creo que ni él sabe qué pinta allí más allá de intentar trasladar a la opinión pública española la imagen, la sensación de que Barack Obama le distingue con un trato privilegiado, distinto del que el presidente de los Estados Unidos otorga a otros líderes europeos. Pero lo cierto es que salvo a ese pequeño grupo de fanáticos que se cree a pies juntillas todo lo que sale de la boca indocumentada de Leire Pijin, ya no engaña a nadie, y menos cuando el país ha asistido atónito al esperpento de la fallida visita de Obama en mayo a Madrid, dejando la conjunción planetaria a la altura del betún.

 

Reconocimiento

 

La única explicación, por tanto, se reduce a una absoluta incoherencia que ha conducido a una parte de la izquierda española a abjurar de su anti-atlantismo para convertir a Obama en una especie de diosecillo en vida, de santón de andar por casa, y a los odiados Estados Unidos de América en el Reino de los Cielos, capital Washington. Ni siquiera Nueva York, que sería lo más parecido a un altar progre. Este tipo, que ha construido una estúpida filosofía de saldo a base de frases chorras y eslóganes de todo a cien como cuando nos dijo que no nos preguntáramos lo que Obama puede hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer por Obama, a quien va a rezar es al mismísimo presidente de los Estados Unidos convertido en divinidad de la progresía patria por obra y gracia de un analfabeto intelectual. Ya lo verán.

 

Pero, ni lo que hoy rece ante siete mil personas que le escucharán sin salir de su asombro frente a un tazón de cereales Kelloggs y un aguado café, ni lo que se encomiende a San Obama, le va a salvar ya de su fatal destino. Rodríguez es una rémora, una cruz con la que cargamos los españoles como si de un castigo divino se tratara, y no hay rezo, plegaria, oración o ruego que pueda cambiar lo que ya se anuncia como nuestro particular Apocalipsis. Pero si nuestra condena pasa por soportarle a él, la suya no tiene desperdicio: va a acabar peor que Aznar, denostado por todos y sin un mal asidero al que agarrarse. Al menos, el ex presidente, que tiene en su haber seis años de gloria empañados por dos de derrota y defección social, se ganó el respeto internacional, consiguió fuera lo que se le negó dentro, y eso le ha permitido un estatus que para sí quisieran muchos.

 

Pero Rodríguez es un político mediocre, más que mediocre, nefasto y por eso es tan certera la frase de Aznar: “Nunca nadie hizo tanto daño en tan poco tiempo”. Y por eso nunca tendrá reconocimiento ni dentro ni fuera de su país porque cuando se vaya habrá dejado esto hecho unos zorros y al que venga después, o sea, a Rajoy, le va a costar volver a ponerlo todo en orden lo que no está en los escritos. Si al menos la oración de hoy sirviera para que Dios le abriera los ojos y tomara la única decisión acertada de su vida, es decir, irse… Pero me temo que en el Reino de los Cielos, en el de verdad, son partidarios de no intervenir, y tengo para mi que el Altísimo es extremadamente escrupuloso con uno de los dones que nos ha dado, el del libre albedrío: nosotros lo elegimos, nosotros cargamos con el muerto. Amén.