¿ES POSIBLE UNA DERECHA FRANCA Y SIN COMPLEJOS, SEÑORES DEL PP?

Artículo de Federico Quevedo  en “El Confidencial” del 26 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Ha dicho Mariano Rajoy que el Partido Popular está listo para tomar las riendas del Gobierno… Solo falta que haya elecciones generales y que las gane. Lo normal será que así sea, porque se dan las circunstancias apropiadas y los sondeos anuncian ya una victoria del principal partido de la oposición. Y a estas alturas, y con la que está cayendo, es bastante difícil que esa tendencia cambie. En mi humilde opinión, además, creo que a la nefasta gestión de Rodríguez se ha unido durante este tiempo un modo de hacer oposición que al final ha acabado convenciendo a la gente, sobre todo a ese sector de la población situado en eso que llamamos centro político, que igual puede votar a su izquierda que a su derecha, y que aglutina alrededor de un millón de votantes que son los que, en definitiva, hacen oscilar la balanza electoral a un lado o al otro del arco parlamentario. Rajoy ha hecho una oposición moderada, alejada de estridencias, responsable… Y ahora lo que necesitan los ciudadanos es que esa alternativa se vaya concretando de aquí a las elecciones.

 

Es cierto que ya existe una compleja relación de medidas e iniciativas que el PP ha ido presentando en las Cortes durante todo este tiempo, y que cualquier persona interesada podría acceder a los documentos que más o menos recogen lo que podríamos calificar de programa alternativo de Gobierno, pero el PP tiene que dar un paso más. El viernes por la mañana el líder del PP lo hizo en el marco de un encuentro empresarial, y allí avanzo las líneas maestras de su alternativa económica -la pueden leer ustedes este fin de semana en casi todos los periódicos, luego me ahorro su transcripción- y, sobre todo, de lo que él entiende que debe ser el objetivo principal de un Gobierno del PP: un conjunto de reformas de urgente factura que vuelvan a hacer de España un país competitivo. Reformas que no solo afectan al área económica, sino también al terreno educativo, modelo de Estado, Justicia, etcétera. ¿Qué le falta, entonces, al PP para terminar de convertir esa alternativa en un mensaje esperanzador? Se lo diré: claridad, contundencia y ausencia de complejos.

 

Dicho de otro modo, que de una vez por todas destierre esa política de ‘no molestar’ que tanto gusta a algunos de los asesores que rodean a Rajoy. Hay quien le echa la culpa de esa actitud a Arriola, don Pedro, otros al propio Rajoy y a parte de su equipo… A mí me da la sensación de que esos complejos coexisten instalados en una buena parte del PP, y lo vemos por ejemplo en dirigentes de este partido tan notables como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, siempre presto a satisfacer las demandas de la izquierda mediática, política y cultural. ¿Porqué les cuento esto? Pues porque esta semana hemos visto cómo cuando la derecha se quita la careta de los complejos, gana.

 

Lo ha hecho Alicia Sánchez Camacho con su defensa de la prohibición del burka, iniciativa que ha robado el discurso a la izquierda provocando que ahora los portadores de las esencias del progresismo feminista estén que fumen en pipa, y eso que en su partido había serias reticencias a presentar esa iniciativa no sea que pudiera “molestar” a las comunidades musulmanas. Y lo ha hecho un dirigente político democristiano, no perteneciente al PP, pero que le ha dado al PP toda una lección de coherencia: Josep Antoni Duran i Lleida, que no ha tenido reparo alguno en criticar a la Generalitat de Cataluña a cuenta de su actitud en un asunto tan aparentemente delicado como es la homosexualidad.

 

Guías de educación sexual

 

Y viene todo esto a cuenta, también, de un asunto que me parece extraordinariamente grave y que requeriría un pronunciamiento de los dirigentes populares, sin complejos, porque se trata de algo que afecta directamente al papel de los padres en la educación de los hijos: me refiero a las guías de educación sexual, que lejos de ser eso, educación sexual, parecen manuales de prostitución infantil. Porque, fíjense, ni en un caso ni en el otro se trata de estar en contra ni de la convivencia social de los gays y lesbianas, ni de oponerse a una adecuada y seria educación de los niños en materia de sexualidad. De lo que se trata es de estar en contra de los excesos, y la izquierda tiene una tendencia natural al exceso en esto asuntos, hasta el punto de que como muy bien reflexiona el portavoz de CiU, aplaude cuando un heterosexual sale del armario para ponerse calzoncillos de cuero marcando paquete el Día del Orgullo, pero sanciona el hecho de que un homosexual quiera volver al armario porque se encuentra mejor allí dentro y busque la ayuda adecuada para hacerlo, y convierte la razonable orientación de los menores hacia una sexualidad sana y bien explicada en la exaltación del putiferio.

 

Y siendo esto importante, no es el único aspecto en el que al PP le sobran razones para pronunciarse sin complejos y, sin embargo, no lo hace. Es evidente, por ejemplo, que la crisis económica ha puesto sobre la mesa la necesidad de plantearse una reforma en profundidad tanto del modelo de Estado como de la Administración. Un partido con vocación de Gobierno, que pusiera el dedo en la llaga, por ejemplo, en algo que a todas luces es un anacronismo como la existencia de las Diputaciones, o que elevara la bandera de la reducción de altos cargos y de esos desorbitados parlamentos autonómicos, o que dijera claramente que es necesario que el Estado recupere algunas competencias que en manos de las Comunidades Autónomas han ido provocando un permanente agravio comparativo entre unas regiones y otras, seguramente despertaría mucho más entusiasmo entre sus posibles votantes que la simple complacencia con un status quo que a todas luces se está demostrando insoportable.

 

Son solo ejemplos, pero creo que se entiende lo que quiero decir: cuando ya es evidente que la demagogia y el populismo con el que ha actuado durante todo este tiempo la izquierda ha quedado al descubierto, ha llegado el momento de empezar a hablar claro y de llamar a algunas cosas -no digo que a todas porque la política exige a veces ciertos equilibrios, pero sí a muchas- por su nombre. Estoy seguro de que el ciudadano lo agradecerá.

 

Más en http://twitter.com/Federicoquevedo y en www.facebook.com