ENTREVISTA A MARIANO RAJOY, PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR,
por José Antich en “La Vanguardia” del 26.03.06.
Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.
"Quiero ser constructivo para ayudar al Gobierno a lograr el 
fin de ETA"
"Los socialistas están horrorizados con el Estatut"
Después de casi siete meses de incomunicación, Mariano Rajoy (Santiago de 
Compostela, 1955) se entrevistará el martes con el presidente del Gobierno. El 
motivo, el anuncio de ETA de un alto el fuego permanente. En una entrevista el 
viernes para La Vanguardia, el presidente del PP analiza la nueva situación 
política y otros acontecimientos recientes, como la aprobación por el Congreso 
del Estatut, que ha profundizado la falta de entendimiento con José Luis 
Rodríguez Zapatero. 
- Nos encontramos ante una encrucijada histórica que sin duda va a requerir 
inteligencia política por parte de todos. 
- Sí, es 
verdad. En este momento lo más importante es tener mucha prudencia. Estamos ante 
la cuarta tregua de ETA y las experiencias anteriores no fueron buenas. Aunque 
sólo sea por eso, hay que tener mucha cautela y actuar con mucha inteligencia.
- Usted ha sido el dirigente político más escéptico sobre el anuncio de ETA. Es 
poco creíble que no esté más esperanzado que hace una semana. 
- ETA tenía 
declaradas dos treguas parciales, una que afectaba a Catalunya y otra, a cargos 
electos. Lo único que debemos hacer, y que debe hacer el Gobierno, es constatar 
que ETA quiere dejar definitivamente las armas. Si esto se produce, el problema 
estará resuelto, pero yo tengo la obligación de decir la verdad, y la 
experiencia me aconseja ser muy cauto. 
- Pero el PP lo hace con un discurso sin sitio para la esperanza. 
- ETA sabe 
que no tiene ninguna posibilidad de ganar. ETA sabe que no puede imponer sus 
ideas por las armas, porque estamos en una Europa democrática y en el año 2006. 
En este sentido, creo que a ETA se la ha vencido ya, aunque pueda seguir 
matando, extorsionando y chantajeando. Y quien ha vencido a ETA es la sociedad 
española y, dentro de ella, aquellos que han aguantado el tipo con mayor 
entereza: primero las víctimas, luego muchos cargos electos y muchas personas en 
el País Vasco, que son los que peor lo han pasado y han visto condicionada su 
vida. También jueces que han sido muy eficaces y enormemente útiles, y luego 
quienes apoyaron todas las medidas que tenían por objeto derrotar a ETA. El 
problema más importante que tenemos ahora es que ETA puede tener la tentación de 
intentar conseguir, dejando de matar, lo que no ha conseguido matando. 
- Ya, pero ¿por qué un discurso tan pesimista? 
- No se 
puede caer en un síndrome de Estocolmo. Lo que me gustaría decir a los españoles 
es que a ETA no se le debe nada. Igual que a una persona que circula por un 
carril indebidamente no se le premia porque pase a circular por el carril 
adecuado, con ETA ocurre exactamente lo mismo. 
- En eso no está usted muy lejos de lo que dice el presidente del Gobierno 
cuando señala que no se va a pagar precio político. 
- El martes 
tendré una entrevista con el presidente del Gobierno, y después de esa charla 
podré emitir un juicio sobre su pensamiento. Para mí, y espero que para el 
presidente del Gobierno, no se puede pagar ningún precio político. 
- Ha dicho que en todo este proceso la información que ha tenido del Gobierno ha 
sido nula, ¿qué espera del presidente el martes? 
- Yo viví 
una tregua, la de 1998, que el gobierno conoció al mismo tiempo que el resto de 
los ciudadanos españoles, porque no había habido ningún contacto previo. Luego, 
al cabo de mucho tiempo, supimos que esa tregua fue producto de un acuerdo entre 
el PNV y ETA. Yo le voy a preguntar al presidente del Gobierno si hay algo que 
se haya negociado con la organización terrorista antes de que declarara la 
tregua, y luego le diré lo que en mi opinión hay que hacer. Que en ningún caso 
cabe ninguna negociación política, y que el Estado de derecho no está en tregua, 
y por tanto los jueces y las fuerzas de seguridad deben desarrollar su función. 
En tercer lugar, le diré que cuide a las víctimas, que son los auténticos 
vencedores y las personas que más han hecho para derrotar a la organización 
terrorista. Ésa va a ser mi posición, que transmitiré al presidente del Gobierno 
con la convicción de que el Gobierno es el que tiene que dirigir la política 
antiterrorista y llevar la iniciativa. 
- ¿La unidad de las fuerzas democráticas sí ha de tener precio político? Es 
decir, en un asunto de Estado como éste, la gente se pregunta por qué el PP no 
apoya incondicionalmente al Gobierno como ocurrió en otros momentos y suele 
ocurrir en los países del entorno europeo. Muchos ciudadanos no acaban de 
entenderlo. 
- Es que 
los apoyos incondicionales... La pregunta que yo me hago es: ¿haga lo que haga 
el Gobierno, la oposición debe apoyarle? Cuando nosotros estábamos en el 
gobierno, he sido ministro del Interior y vicepresidente primero, yo hablaba con 
el PSOE, compartía información, objetivos y estrategias. La puesta en marcha de 
la ley de Partidos se hizo en el verano del 2002, veraneando yo, y el señor 
Rodríguez Zapatero también, en Galicia. Allí decidimos poner en marcha la ley de 
Partidos, que terminó en la ilegalización de Batasuna. Lo que había entonces era 
una política absolutamente compartida, y eso es lo que a mí me gustaría. 
- La sociedad vasca y la sociedad española han recibido con cautela pero con 
evidente satisfacción el anuncio de alto el fuego. Según cual sea su actitud, el 
PP va a correr el riesgo de parecer que pone palos en las ruedas o, cuando 
menos, y perdone la expresión, que actúa de aguafiestas. 
- Mucha 
gente ha hecho el discurso de que ETA ya se ha terminado, de que esto se acabó, 
de que esto es un gran triunfo. Nosotros seguimos esperando un comunicado que 
anuncie la disolución de ETA. Por eso insisto en que ésta es la cuarta tregua. 
Ojalá sea la definitiva, pero hay que decirle a la gente que tenemos que ser 
prudentes, y que ahora se trata de que el Gobierno constate que ETA tiene la 
voluntad de dejar definitivamente las armas. Es el único paso que hay que dar en 
este momento. 
- Mucha gente puede llegar a pensar que el PP adopta esta actitud distante con 
el Gobierno y respecto al proceso de paz porque está en la oposición y porque si 
el proceso acaba teniendo éxito, quien va a capitalizarlo será a lo mejor el 
presidente Zapatero. 
- Estos 
asuntos jamás me los plantearé en términos de capitalización política o de 
interés partidista. He vivido las suficientes cosas, he acumulado el suficiente 
acerbo y he visto tanto, que jamás me puedo plantear esto en términos de 
utilización política. Sí quiero recordar que hay mucha gente que ha sufrido 
mucho y a la que la sociedad le debe mucho: las víctimas, los concejales no 
nacionalistas del País Vasco, que todavía siguen con escolta, jueces, miembros 
de las fuerzas de seguridad. Ellos, junto con la sociedad española que ha 
aguantado 30 años el chantaje, serán quienes habrán ganado la batalla, si esto 
se convierte en el final de ETA. 
- ¿Hasta qué punto, señor Rajoy, su partido vive una situación de desgarro 
interior, por considerar que lo que ocurre es en buena medida el resultado de la 
política antiterrorista de los gobiernos del PP? 
- Yo no lo 
vivo con ningún desgarro interior. Efectivamente, la política antiterrorista de 
los últimos ocho años fue buena. No era sólo del PP, era del gobierno y del 
PSOE, apoyada por las fuerzas de seguridad, por los jueces, y donde hubo una 
enorme colaboración internacional. Todos los que hicieron esa política en esos 
años han dado lugar a que la posición de ETA sea mucho más débil. 
- Usted brinda su apoyo al presidente del Gobierno siempre que no pague precio 
político, como sería modificar el estatus político del País Vasco de acuerdo con 
las reivindicaciones de la izquierda abertzale, a lo que nadie parece dispuesto, 
pero ¿consideraría usted precio político introducir cambios en la política 
penitenciaria o medidas que permitan la excarcelación de presos mediante la 
interpretación magnánima de la ley? 
- Sí. En 
este momento sería un error descomunal mandar un mensaje así. No se puede, desde 
el Estado de derecho, dar ni un solo mensaje en ese sentido, en estos momentos.
- El fiscal general del Estado ha dicho que habrá que tener en cuenta la nueva 
situación. 
- No estoy 
de acuerdo. Llegó incluso a decir que se plantearía si iba a pedir o no prisión 
para Otegi. Rectificó y acertó, y hay que celebrarlo, porque el Estado de 
derecho no está en tregua. 
- De todas maneras, señor Rajoy, ¿el final de la violencia puede ser dialogado, 
o no? 
- ¿Qué 
quiere decir que puede ser dialogado? El final de la violencia se producirá 
cuando ETA deje definitivamente las armas. Aquí no se trata de hacer 
negociaciones políticas ni de nada. No debemos olvidar que no debemos nada a 
ETA. La sociedad no tiene una deuda con ETA. Quien tiene una deuda con la 
sociedad española es ETA. No se puede decir a la gente que vamos a ceder en 
nada, ¿en qué vamos a ceder? 
- Una cosa es la negociación y otra el diálogo... 
- Lo que 
tiene que hacer el Gobierno es constatar que ETA quiere dejar definitivamente 
las armas, y al Gobierno corresponde plantear qué quiere hacer para constatar 
eso. Espero que el martes el presidente me diga cuáles son sus planes y, puesto 
que al Gobierno le corresponde decidir la política antiterrorista, una vez 
conocidos los planes del Gobierno, me posicionaré. Quiero ser constructivo y lo 
seré para ayudar al Gobierno a lograr el fin de ETA. 
- Se lo decía porque no existen modelos de referencia en ninguna parte del mundo 
de que un conflicto se resuelva sin diálogo. 
- Eso tiene 
que plantearlo el Gobierno, pero insisto, precio, en ningún caso. 
- ¿Estaría de acuerdo, señor Rajoy, en que se tiene que tener en cuenta el dolor 
de las víctimas, pero sabiendo que el objetivo es ganar la paz para que no haya 
más víctimas? 
- La 
obligación del Gobierno es la derrota de ETA. Ése debe ser el objetivo del 
Gobierno. No caigamos ahora en síndromes de Estocolmo. A un señor que viola la 
ley se le sanciona, pero cuando luego la cumple no se le premia. 
- ¿No hay alguna anomalía política en un país en que en cuestiones tan 
prioritarias como la política antiterrorista y la territorial hay posiciones tan 
discrepantes entre los dos grandes partidos? 
–Es una 
anomalía. En el 2004, en la investidura, ofrecí pactos en cuatro asuntos: lucha 
contra el terrorismo, modelo de Estado, pacto de Toledo y política exterior. Yo 
no he roto el pacto antiterrorista, ni le he negado información a la oposición, 
ni he dejado a la oposición fuera de estas cosas. Yo soy la oposición. Me 
gustaría que Zapatero se diera cuenta y rectificara. Jamás en la historia, desde 
1978, un Estatuto autonómico se aprobó sin el acuerdo de los grandes partidos 
nacionales. Es una equivocación, porque son reglas de juego, normas de 
convivencia. Creo que uno de los grandes errores de Zapatero es no querer 
pactar, modestia aparte, con una de las personas que ha llegado a más acuerdos 
en España en los temas fundamentales.
–El PP votó en contra del Estatut en el Parlament, en septiembre, y ha votado en 
contra en la comisión Constitucional del Congreso. Los dos textos no son 
iguales, son tan diferentes que hasta Esquerra Republicana, que votó en 
septiembre a favor, ha votado en contra en el Congreso. ¿No pudieran incorporar, 
dado que algunas cosas que les preocupaban en septiembre han desaparecido en el 
Congreso?
–Hemos 
votado algunas cosas con el PSOE, y hemos ayudado a arreglar algunos 
planteamientos. El problema del Estatut es que es ininteligible y ambiguo, 
porque Zapatero tiene que explicar en el resto de España que lo ha arreglado y 
Mas tiene que explicar en Catalunya que no ha cedido en nada. Es ininteligible 
lo que dice de la eutanasia, de la educación, pero además es claramente 
inconstitucional. Rompe el modelo autonómico de 1978. He pedido que se vuelva, 
en los temas que hacen referencia a la nación y la soberanía, a las definiciones 
del Estatuto de Núria de 1932 y el Estatuto de Sau de 1979, me vale cualquiera. 
Y lo peor es que es rematadamente malo para los ciudadanos. Es un Estatut que da 
un poder desmesurado a quien esté en la Generalitat, y se lo quita a la sociedad 
civil. El intervencionismo que destila es sorprendente. No tengo ningún 
prejuicio en este tema, he pactado muchas cosas a lo largo de mi vida, pero no 
puedo decir a la gente que esto es bueno, cuando gente como el propio presidente 
de la Generalitat lo ha criticado o un conseller lo ha calificado de desastre. 
Cuando un dirigente político como Duran Lleida ha dicho que ha sido fruto de 
puro tacticismo y que Maragall había querido ser más nacionalista que CiU, y CiU 
más que Esquerra. Todo ha sido un sinfín de disparates, y no voy a engañar a la 
gente. Pido que haya un debate de argumentos, y no de eslóganes.
–El president Maragall y el conseller Carretero lo han criticado porque lo 
consideran insuficiente, no porque sea demasiado amplio.
–Lo han 
criticado por diversas razones. La situación del presidente del Gobierno ha 
pasado del como venga al como sea. No tiene más objetivo que quitarse del medio 
el Estatut, “aparta de mí ese cáliz”. Aquí nadie se ha preocupado de los 
intereses generales, de en qué beneficia a la gente. Todos dicen una cosa en 
público y otra en privado. Jamás he oído a un dirigente socialista defender en 
privado este Estatut. CiU tampoco cree en una parte muy sustancial, ¿por qué 
entonces lo aprobamos?, porque no hay valentía y porque sólo beneficia a la 
clase política que está o pueda estar en la Generalitat.
–Decir que usted sí dice la verdad es tanto como decir que los partidos que 
apoyan el Estatut mienten, pero se han puesto de acuerdo desde los verdes de ICV 
hasta el PSOE; desde el PSC, que gobierna en Catalunya, hasta los nacionalistas 
moderados con los que ustedes han pactado.
–Sí, pero 
no se lo creen. Te lo dicen en privado. Saben que no es un buen Estatut, pero 
también que después del espectáculo de más de dos años la paciencia de la gente 
ya se ha agotado y tienen que sacarlo como sea. Alguien tiene que decirlo: pedir 
la retirada, o que se arregle.
–Podrán ustedes hacer las críticas que consideren oportunas, pero no estamos 
ante un Estatut que rompa España. De ninguna manera.
–Lo 
explicaba muy bien el otro día un importante catedrático de Ciencia Política, 
Antonio Elorza: hemos creado un Estado dual y si se generaliza, vamos hacia una 
confederación de estados. Es un Estatuto que impone al Gobierno la obligación de 
dialogar y pactar sus políticas con los estados autonómicos. Hacemos lo 
contrario de lo que están haciendo la señora Merkel y los socialdemócratas 
alemanes.
–¿Se puede gobernar España o ser, el PP, alternativa de gobierno con el rechazo 
frontal de los principales partidos catalanes?
–Se puede 
ser alternativa al gobierno. Es mucho más fácil pactar con quien tiene 
principios, convicciones, quien dice las cosas claras, que con quien no sabe 
adónde va y está en el puro tacticismo y dice un día una cosa y al día siguiente 
la contraria. Es mucho más fácil entenderse con gente seria, de palabra, que con 
gente que lo fía todo a un relativismo. El relativismo con que se están 
comportando desde el Gobierno de España me produce miedo. El relativismo en el 
que nos ha introducido el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero es letal para 
España.
–Digáselo a los ciudadanos: cuando gobierne el PP, ¿tomará la iniciativa 
parlamentaria para reformar el nuevo Estatut? Y si sale como está ahora, ¿lo 
llevarán al Tribunal Constitucional?
–El 
problema es que no se va a poder aplicar. Se está jugando con la gente. No sé 
qué vamos a hacer. Veremos cómo sale del Senado, pero, en cualquier caso, 
cumpliremos con nuestra obligación y haremos lo mejor para el interés de los 
catalanes y de los españoles. Ahora bien, hoy el Estatut es contrario a la 
Constitución.
–Si hoy fuera el último día, ¿presentaría hoy recurso ante el Tribunal 
Constitucional?
–Hoy no es 
el último día, pero voy a presentar una propuesta para que el Tribunal 
Constitucional se pronuncie sobre este texto antes de ser sometido a referéndum, 
que haga un informe previo, después de ser aprobado por las Cortes.
–Las Cortes han reconocido la existencia política de la nación catalana; ¿está 
de acuerdo con esta aseveración?
–Evidentemente, la han reconocido. Lo ha dicho bien el líder de CiU, a pesar de 
que el PSOE diga lo contrario. Según el señor Mas, el término nación es un 
reconocimiento de las Cortes a un acto de soberanía del Parlament, mientras que, 
según el señor Zapatero, no significa nada. Tanto si no significa nada como si 
significa lo que dice el señor Mas, pido que se retire. Si no significa, porque 
es absurdo, y si significa, porque liquida la España constitucional.
–Pero ¿qué repercusiones le atribuye?
–Si los 
poderes emanan del pueblo catalán y Catalunya es una nación, es lógica una 
relación bilateral entre la Generalitat y el Estado; y que se fijen las 
competencias de una y del otro, y que haya un poder judicial propio... Los 
socialistas están horrorizados, y no quieren oír la verdad, pero la verdad es 
que si se aprueba el Estatut, estaremos en un Estado dual, y si se generaliza, 
como dicen los socialistas, en una auténtica confederación de estados. Nos 
convertiremos en un Estado débil, el más débil de Europa.
- En su estrategia no encuentran aliados, la soledad política del PP es 
absoluta. 
- Es 
normal. Si yo hubiese dicho en las Cortes que aceptaba el Estatut que venía del 
Parlament de Catalunya, yo sería la quintaesencia de la democracia, el señor más 
dialogante del mundo y el más simpático. El problema que hay en España es la 
falta de convicciones y principios del señor Rodríguez Zapatero. 
- Pero en Catalunya se extiende la idea de que las iniciativas que surgen de 
Catalunya siempre tienen en frente al PP. No es sólo el Estatut, es la opa de 
Gas Natural a Endesa... 
- Una de 
las cosas que más me duelen es que cuando fijo posición sobre un asunto político 
se me despache por parte de algunos dirigentes políticos con el calificativo de 
anticatalán. Me parece profundamente injusto. He formado parte de un gobierno 
donde no se admitió una fusión amistosa entre Endesa e Iberdrola, ni una opa de 
Gas Natural sobre Iberdrola... La obligación del gobierno es velar por los 
intereses de los consumidores y por la competencia, y luego son los accionistas 
los que tienen que decidir. Jamás me opondré a una opa por su origen. Le 
garantizo que si esa opa, en vez de plantearla Gas Natural, La Caixa, la hubiera 
planteado la Caja de Andalucía o la de Galicia, hubiera hecho lo mismo. ¿Cómo se 
les puede decir a los accionistas que una opa de 27,5 euros no se va a aceptar y 
cómo se puede decir a una empresa alemana que no puede hacer una opa en España 
cuando hemos comprado el segundo banco del Reino Unido, la segunda compañía 
telefónica del Reino Unido, cuando Abertis, La Caixa, ha comprado las autopistas 
en Francia, y estamos comprando buena parte de las empresas eléctricas en 
Sudamérica? ¡Es que el mundo va por ahí, los nacionalismos se han acabado, 
estamos en un mundo global y abierto! 
- Será un problema de precio, pero se puede dar la paradoja de que la opa de una 
empresa catalana no prospere por el ruido que ha habido y una empresa alemana 
acabe propietaria de Endesa. 
- Y también 
que Endesa era española y por la actuación del Gobierno y de algunos de sus 
ministros acabe siendo alemana. E. ON no hubiera hecho una opa si previamente no 
hubiera existido una de Gas Natural. Cuando se abre un melón, esto hay que 
saberlo, muchos pueden aparecer por ahí intentando sacar tajada. 
- Si usted estuviera en el Gobierno, ¿no haría lo posible para salvar la 
españolidad de una compañía energética clave? 
- Me 
gustaría que todas las empresas del mundo fueran de Pontevedra, españolas, y 
catalanas, pero el mundo no va por ahí. Lo fácil es decir lo contrario, pero no 
se puede engañar. 
- Pero hay sectores estratégicos para un país.
- ¿Es que 
la telefonía no es un sector estratégico? ¿Por qué lo es la electricidad? ¿Es 
que alguien cree que una empresa alemana nos va a dejar sin luz? Si hay sectores 
estratégicos, ¿por qué nosotros tenemos las compañías eléctricas más importantes 
de Sudamérica? 
- ¿Cuál es la situación del señor Piqué? 
- Cuenta 
con mi apoyo total. El señor Piqué ha hecho política en una situación muy 
difícil, porque créame usted que no es fácil para el PP hacer política en 
Catalunya, no sentimos comprensión de los medios de comunicación, y el señor 
Piqué es tan catalán como cualquiera. Tiene una trayectoria política mejor que 
la de cualquiera, ha defendido sus posiciones con una convicción absoluta, y con 
buenas maneras. Mejor le iría a Catalunya si el señor Piqué tuviera más 
posibilidades de hacer política. 
- ¿Quién será el candidato del PP en las próximas elecciones autonómicas? 
- Yo quiero 
que sea el señor Piqué. 
- ¿Qué papel reserva al señor Ruiz-Gallardón en las próximas elecciones 
generales? 
- Yo a 
Ruiz-Gallardón, en este momento, lo que le pediré es que sea el candidato a la 
alcaldía de Madrid en el año 2007. Está en la dirección del partido por decisión 
mía y lo que tiene que hacer es ganar las elecciones municipales. 
- ¿Cómo definiría el papel político que está desempeñando el ex presidente José 
María Aznar? 
- Un papel 
muy discreto. No está interviniendo en la política del partido para nada. Es 
verdad que en algunas ocasiones tiene oportunidad de hablar en público, y 
posicionarse, pero sólo lo ha hecho sobre los grandes temas nacionales. No 
interviene en la vida diaria del partido.
- ¿Tiene usted la impresión de que el PP está cediendo el centro político 
imprescindible para ganar las elecciones? 
- No. Yo 
soy una persona moderada, liberal y con capacidad para llegar a acuerdos, y mi 
partido es quien ocupa el espacio de centro político, el PSOE se ha ido hacia la 
radicalización. El PSOE ha dejado libre el espacio político de centro. Los 
grandes debates que se están produciendo en España, sobre el modelo de Estado y 
el terrorismo, no son un problema de derechas, de izquierdas o de centro, sino 
de tener convicciones, las ideas claras y determinación. Lo cómodo en política 
es apuntarse a lo políticamente correcto, pero yo no puedo. Después de haber 
estado siete años en el Gobierno de España, no puedo estar en lo políticamente 
correcto. Mi obligación es decirle a la gente lo que yo creo que es la verdad.