ENTREVISTA A  MARIANO RAJOY, PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR

 

Por C. Morodo y P. Planas  en “La Razón” del 04.06.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.

 

 «Con Zapatero, la lucha contra ETA es el imperio de la frivolidad»

«Visto lo visto, puede utilizar cualquier cosa para intentar un rédito electoral. Su única preocupación es seguir en el poder y liquidar al PP»

 

Madrid- La entrevista se celebra a última hora del pasado viernes en una sala de autoridades del aeropuerto de Barajas. Regresa de Tarragona, de participar en uno de los actos de la campaña del PP contra el Estatut. Ésta tendría que ser la prioridad, pero el cambio de paso en la tregua ha alterado todo. Por de pronto, él ya ha dado orden de variar su agenda para poder estar en Madrid con las víctimas el día 10.


   -¿Ha comunicado personalmente al presidente del Gobierno que ya no le apoya?


   -No, ni tiene mucho sentido que lo haga. El 22 de marzo, cuando se conoció el alto el fuego, ya expuse mi posición en el Congreso; pocos días después fui a La Moncloa y se la trasladé a él; y en el Debate del Estado de la Nación volví a fijarla con meridiana claridad. He hecho lo que creía que tenía que hacer por responsabilidad, después de que el Gobierno prescindiera de la colaboración de mi partido durante estos dos años y hubiera roto el pacto antiterrorista. Aun así, creí que el interés general demandaba mi respaldo para que se intentara constatar la decisión de ETA de abandonar definitivamente las armas. Es verdad que se han producido acontecimientos graves durante este tiempo, pero el límite de lo aceptable es que el mismo día del Debate del Estado de la Nación, y cuando yo ya no tenía oportunidad de intervenir, se anunciase, sin ni siquiera habérselo comunicado al PP, la decisión inmoral de aceptar el chantaje de una organización terrorista.


   -En estos dos meses, pese a la prudencia pública, ¿ha aprovechado las conversaciones con Zapatero para trasladarle en privado sus quejas por las cosas que estaban pasando?


   -Tampoco he tenido tantas conversaciones con el presidente del Gobierno como se dice... Creo que han sido dos, y la última fue para mostrar mi sorpresa porque anunciara en un acto de partido en Baracaldo que iba a dirigirse en el mes de junio a las Cortes para abrir el diálogo con los terroristas.


   -La decisión de no hacer causa desde el primer momento con los cuatro años de conversaciones secretas del PSOE con ETA, de no denunciar ese engaño, no ha sido compartida en algunos ámbitos, incluso dentro de su partido.


   -Respondió a una decisión personal que creía que era buena para los intereses generales. Cuando se produce un acontecimiento singular, distinto e importante, como es que ETA anuncie que va a dejar de matar, mi opinión es que se me demanda ofrecer al presidente del Gobierno mi apoyo para lo que lo sigue teniendo, y que es, por cierto, para lo mismo que hizo Aznar en el 98: constatar la decisión de ETA de disolverse. Por tanto, me he cargado de razón, porque nadie me puede negar que no he tenido buena voluntad e intención de ayudar en este tema. Hice lo que creía que tenía que hacer y ahora hago lo que debo hacer: no puedo apoyar al señor Zapatero por desleal y por haber reconocido como interlocutor político a una organización terrorista.


   -Pero ese apoyo no es incompatible con que se denunciase la mentira, ¿no? Es posible que un sector de la opinión pública española e incluso de sus propios votantes no entienda por qué antes se callaron, y ahora, sin que aún se haya producido ninguna reunión, rompan.


   -Hay mucha gente que interpreta lo que piensa la opinión pública... Yo soy más prudente y prefiero no arriesgarme. Yo hago aquello que creo que es bueno para los intereses generales. Ante una declaración de alto el fuego de ETA, si el presidente del Gobierno me pide lo que se le autorizó a hacer a Aznar, yo le apoyo aunque las circunstancias sean distintas.


   -¿Para qué cree que servirá el debate parlamentario del martes sobre la propuesta de resolución del PP con los límites de la gestión de la tregua?


   -Para certificar que no podemos estar con el Gobierno en estas circunstancias. Y no porque hayamos cambiado de criterio, sino porque lo han hecho ellos.


   -Y si la reunión del PSE con Batasuna tuviera como resultado una declaración de condena de la violencia, ¿recuperaría su confianza en Zapatero?


   -Como líder de la oposición no estoy para hablar de lo que podría pasar en un supuesto o en otro. Si Batasuna quiere dejar la violencia, lo puede hacer sin reuniones y sin que se le reconozca antes la condición de interlocutor político. Se está engañando a los españoles.

 

-¿Usted también se siente engañado?


   -No. Me sentí engañado el 14 de enero de 2005, cuando el presidente del Gobierno decidió acordar conmigo las reformas de los estatutos y luego se desdijo de su compromiso. En esta ocasión, me he limitado a decirle cuáles eran las condiciones de mi apoyo, y una vez que él las ha incumplido es evidente que quedo liberado. Ha preferido aceptar la presión de ETA que tener detrás el respaldo del PP.


   -¿Y cree que le han intentado utilizar?


   -Tampoco. Lo que hay, ya lo he dicho, es un intento de engañar a los españoles.


   -En las dos conversaciones que dice que ha tenido con Zapatero, ¿el presidente le ha dado información de la verificación, ha consensuado con usted alguna decisión...?


   -No voy a comentar públicamente el contenido de las conversaciones con Zapatero, pero no me ha comunicado nada de particular.


   -¿Y por qué no han dado entonces una contestación más dura a algunas de las cosas que el Gobierno ha estado contando que hablaban o pactaban?


   -Zapatero ha convertido la lucha contra ETA en el imperio de la frivolidad. Que hay un alto el fuego es un hecho, aunque sea parcial, y no hace falta que nos lo cuente el Gobierno. Lo trascendente no es si ETA se queda quieta una temporada, sino su decisión de disolverse.

 

 -Después de haber apostado por darle una oportunidad, ¿le queda alguna duda sobre su decisión de retirar el respaldo?


   -Bueno, en esto hay quien cree que ni siquiera debería haberme reunido con el presidente del Gobierno después de anunciarse el alto el fuego; hay quien cree que a las veinticuatro horas debería haber dicho otra cosa de la que dije; hay quien cree que en el Debate del estado de la Nación debería haber actuado de otra manera; hay quien cree que pese a lo ocurrido debería mantener mi apoyo... Hay opiniones para todos los gustos, pero yo explico la mía. He dado una oportunidad al Gobierno y no ha querido aprovecharla porque ha preferido aceptar la presión de ETA antes que el apoyo del PP, y ésa es su responsabilidad. La mía está en mi decisión, que como en todos los asuntos que no son matemáticos es discutible, y lo entiendo, pero he actuado conforme a lo que considero que es mi deber.


   -¿Es suya o de la dirección del PP?

 

-Es mía. Al final, estas decisiones las toma el presidente del partido.


   -Se ha debido de sentir bastante presionado internamente con la gestión de la tregua.


   -Nunca.


   -¿Y cómodo en ese supuesto «papel» de moderado, de dispuesto al acuerdo, en el que le han intentado colocar los socialistas frente a otros dirigentes de su partido?


   -Se han dicho muchas cosas en estos meses, en una mezcla de frivolidad, de pequeñas filtraciones..., pero cuando se habla de un tema de estas características alguien tiene que mantener un cierto nivel y yo, desde luego, lo voy a hacer. Estos días hemos conocido una noticia que revela lo que es este Gobierno: Senegal acepta repatriaciones y luego deja de hacerlo porque el Ejecutivo se lo ha contado a la Prensa. Esto es lo que tenemos: un Gobierno incapaz de callarse las cosas, sin proyecto, sin soluciones para los problemas de los españoles.

 

-Pero en una situación tan complicada, tiene su lógica que usted pueda pensar que es bueno para el partido que se juegue a un reparto de papeles.


   -A eso juegan otros. Yo sólo he jugado a actuar con patriotismo.


   -Si convocan el pacto anti-ETA, ¿acudirá?


   -En este momento no tiene ningún sentido que se reúna porque es evidente que el Gobierno, que ya lo había liquidado, ahora lo ha triturado con esta sorprendente decisión de reconocer como interlocutor político a una organización que han declarado ilegal los tribunales de justicia. Con esta actitud, Zapatero está diciendo que la ley es él y que las sentencias no valen porque su voluntad está por encima de ellas.


   -Ante el nuevo escenario, ¿exigirá que se vote en el Congreso la autorización de iniciar el diálogo para poder así formalizar solemnemente su oposición?


   -Lo que ya haga Zapatero me importa poco.


   -La vicepresidenta ha dicho que el «proceso de paz» va a seguir sin ustedes.


   -Pues adelante. En una situación de presión, lo que manda la lógica, la decencia y el sentido común es que el Gobierno de España diga a los señores de Batasuna que nunca se van a poder presentar a las elecciones, que se les va a aplicar todo el Estado de Derecho y que detrás de esta posición están todos los españoles. ¡A ver qué hacen entonces! Aceptar las presiones y el chantaje terrorista es un mal asunto.


   -¿Esa deslealtad de la que habla cree que puede deberse a que Zapatero quiere utilizar electoralmente el alto el fuego?


   -Visto lo visto, Zapatero puede utilizar cualquier cosa. Ya he dicho en el Debate del estado de la Nación que su mayor preocupación es seguir en el poder. Lo único que pretende es liquidar al PP y para ello ha actuado en tres direcciones: la reforma territorial, donde todo ha terminado como el rosario de la aurora; la revisión de la Transición; y la aprobación de leyes que han generado una profunda división y que han hecho que los españoles salgan a la calle más que nunca.


   -¿Estará en la manifestación de la AVT?


   -Sí.


   -Cambiando ya de tema. ¿Ha notado disconformidad en el PP con el resultado del Debate del estado de la Nación?


   -No. Las valoraciones se han producido más fuera que dentro de mi partido. Llama la atención, por cierto, que mi discurso sea el único que haya preocupado a todos los medios de comunicación. Es verdaderamente sorprendente que nadie hablara del de Zapatero, cuando no aportó ni una sola solución para los problemas a los que tienen que enfrentarse los españoles. Y ésa era su obligación.


   -¿Tiene la sensación de que pudo ser una oportunidad perdida?


   -No. He ganado la práctica totalidad de los debates que he mantenido con Rodríguez Zapatero en esta legislatura. Pero unos se ganan diez cero y otros no.


   -¿Cree que el resultado lo determinó el que el presidente se protegiese de la gestión del presente con un ataque al pasado?


   -Es disparatado que en el principal debate político se intente obligar al jefe de la oposición a que dedique sus diez minutos de réplica a contestar a manipulaciones sobre lo que hicimos en el Gobierno o a hablar de lo que hacía AP cuando yo estaba en el servicio militar.


   -En este momento político tan complicado, ¿se siente cómodo al frente de la oposición?


   -Sí. Preferiría ser presidente del Gobierno, pero como no lo soy me siento cómodo donde estoy.

 

-Y a estas alturas de la legislatura, ¿cuál cree que es su baza para ganar las próximas generales?


   -Generar confianza y credibilidad. Que los españoles piensen que sería bueno un presidente del Gobierno con un poco de sentido común... Hoy en día, lo más importante para España es recuperar el sentido común y terminar con el espectáculo de frivolidades.


   -En sus reflexiones internas, es de suponer que baraja la posibilidad de que la tregua de ETA pueda perjudicarle en las urnas.


   -A estas alturas de mi vida no entro en esas disquisiciones. El tema de ETA lo afronto sólo desde un sentido patriótico.


   -Aunque no lo haya mencionado, España y esa gran propuesta de reforma constitucional, que han dicho que presentarán en septiembre, se ha visto como una de sus bazas electorales. ¿Entre sus ejes estará la defensa de que el Estado recupere facultades sobre competencias asumidas por las comunidades y que se ejercen de manera ineficaz?


   -En Suiza y en Alemania han tenido que promover una reforma para aclarar las competencias del Estado. Y en España vamos en la misma dirección porque todo lo que se está haciendo conduce a un Estado débil e incapaz de cumplir sus funciones. ¿Por qué? Pues porque se deja que prime el prejuicio de algunos nacionalistas sobre el interés general.


   -Entonces, abogará en su propuesta por que el Estado recupere competencias.


   -No adelantaría acontecimientos.


   -Para tomar impulso, ¿prevé algún retoque, aunque sea menor, en su gabinete o en su dirección?


   -Ni me he planteado ningún cambio ni voy a hacerlo.


   -Parece que el señor Matas se ha salido del guión con su reforma estatutaria.


   -No.


   -¿Ni siquiera en lo que afecta a la financiación?


  
 -La propuesta es irreprochable.


   -Después de la enmienda que le hizo presentar para corregir la exigencia de un porcentaje de inversión como el catalán.


  
 -Hoy es irreprochable en todos los aspectos.


   -¿Le parece razonable, en cualquier caso, que los «barones» periféricos tengan más margen para moverse en su discurso?


   -Todo el mundo tiene margen para moverse donde estime oportuno y conveniente dentro del ideario del partido y de su programa.


   -¿Ha pensado en los efectos en su electorado del perfil de la candidata elegida para Castilla-La Mancha?


   -Cada vez estoy más contento de esa decisión. Hemos elegido a una dirigente muy preparada, que ha sido subsecretaria, que ha ejercido responsabilidades en el extranjero... Es joven, tiene determinación y ganas. Estamos seguros de que podemos ganar las elecciones.


   -Su apoyo en Arriola, ex asesor de Aznar, genera recelos en algunos sectores de su partido. ¿Confía en él tanto como dicen?
 

  -Yo me apoyo, fundamentalmente, en mí mismo, y también en toda la gente que trabaja cerca de mí... En el Comité Ejecutivo, en el secretario general, en los secretarios ejecutivos, en el portavoz y en los responsables del grupo parlamentario. Pero no hagan caso a cotilleos porque nunca conduce a nada.


   -Todo indica que las próximas generales se celebrarán con el frente territorial y el de la política antiterrorista abiertos. ¿Esa situación de crisis justificaría que aunque el PP pierda, usted siga dirigiéndolo?


   -Eso no se va a producir.


   -¿Va a ganar?


   -El PP va a ganar las elecciones.


   -El último CIS les era favorable en intención de voto, pero las tablas cualitativas reflejaban que en casi todas las materias los españoles opinan que es mejor la gestión del PSOE que la del PP. ¿Cómo lo explica?


   -En el último barómetro del CIS se habrá preguntado a alrededor de dos mil cuatrocientas personas, y de ellas, unas trescientas o cuatrocientas habían votado al PP, y las otras dos mil al resto de partidos, lo que hace metafísicamente imposible que salga un resultado distinto a ése. Esto afecta también a la valoración de los líderes políticos.


   -¿Le da miedo la señora Aguirre?


   -No. Es la última sensación que me puede producir. Es una extraordinaria dirigente que defiende con mucho pundonor los ideales del partido.


   -¿Y Gallardón?


   -La misma respuesta. Tengan por seguro que ése no es el debate interno.


   -¿Cuál es entonces?


   -España, las reformas estatutarias, la situación de la lucha antiterrorista, la evolución de la economía, la política de inmigración... Los asuntos de los que debería estar ocupándose el Gobierno de Zapatero.


   -Desde la Convención Nacional de marzo se le ha visto en pocos actos con Aznar.


   -Tenemos una relación extraordinaria, aunque no le veo mucho.


   -¿Pero hablan?


   -Hablamos lo normal.


   
    «La defensa de España está arraigada en el 90 por ciento de la población»


   -¿Qué previsión tiene sobre el referéndum del Estatut?


   -La batalla hay que darla. Si la gente que piensa que es disparatado tiene coraje, y se sobrepone a ese especie de consenso que algunos intentan imponer, se puede ganar a los partidos que lo respaldan. Entre las cosas más significativas está el eslogan del PSC, que no pide el «sí» con argumentos, sino porque el PP apoya el «no». Ésta es la mejor demostración del sectarismo brutal, de la falta de razones y de la vergüenza que sienten lo dirigentes de ese partido, que saben que han engañado a sus electores ya que no les habían pedido un Estatuto como el que se somete a consulta.


   -¿Va a aprovechar su presencia en la campaña para hablar de España?


   -¿Cómo no lo voy a hacer? Los sectores que no quieren que hable de España me traen sin cuidado porque no me han votado nunca. Precisamente, una de las razones por las que me opongo al Estatuto es porque liquida la España constitucional y establece una confederación asimétrica, chapucera e ininteligible... Si yo no defiendo a España, ¿quién lo va a hacer? ¿Maragall?


   -¿La defensa de España es sólo ya patrimonio de su partido?


   -No. La defensa de España está arraigada, como mínimo, en el 90 por ciento de la población. La gente cuando oye el himno nacional vibra y lo siente.


   -¿Es posible que el PP, como así ha defendido Piqué, llegase a sostener a un Gobierno de CiU que tenga como objetivo desarrollar el Estatut.


   -De momento, yo voy a intentar que el proyecto no se apruebe; después, presentaré un recurso ante el Tribunal Constitucional; y luego, entraremos en ese debate. El PP siempre hace sus coaliciones en base a programas que se dan a conocer a la opinión pública. El señor Rodríguez Zapatero no puede decir lo mismo, ya que ha cambiado de aliados como de corbata y sólo en función de sus intereses personales.


   
    Patriotismo y sentido común


   Al presidente del PP le cuesta alterarse. Se trata de un político frío, muy pausado, como si los asuntos de Estado no discurrieran bajo el tiempo acelerado de las noticias, sean expropiaciones de empresas españolas en el extranjero, amenazas de ETA o anuncios del Gobierno. Se hace acompañar de una libreta negra de tapa dura, una «moleskine», y de un mechero con los colores de España. Le incomodan las preguntas sobre el resultado del Debate o aquellas que buscan la polémica en las cuestiones más internas del partido. Mueve las manos como si despejara una densa cortina de humo y recomienda no hacer caso de los cotilleos. También dice que no está en la política para teorizar sobre dimes y diretes y confirma en el cargo a todo su equipo. Se apoya en el sentido común y en el instinto, por lo que afronta la entrevista con toneladas de cautela, como si su obligación consistiera en dar explicaciones reñidas con el fraseo corto y directo. Afirma que lo único que le mueve es el patriotismo y que lo demás es secundario. No se siente engañado con el cambio de paso del Gobierno con la tregua, porque él, subraya, siempre ha mantenido la misma posición.