COMPROMISO CONSTITUCIONAL
Artículo de
Mariano RAJOY en “ABC” del 07.11.05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Hay momentos en que es
necesario guiarse por las convicciones. Y éste es uno de ellos. La votación del
pleno del pasado miércoles sobre la propuesta de reforma del Estatuto de
Cataluña ha fijado una radiografía precisa de la situación por la que atraviesa
la política española. No descubro nada si digo que no me gusta. De hecho, nunca
pensé que pudiéramos llegar a algo así. No lo creía porque pensaba que a pesar
de las desavenencias vividas en los últimos años seguía vivo el espíritu de la
transición que alimentó el pacto constitucional de 1978. Sin embargo, las
palabras del presidente Zapatero y su estrategia de alianzas con sus socios
parlamentarios me han demostrado que no es así.
El presidente Zapatero no desea mantener el consenso mayoritario que ha
vertebrado la vida política española desde 1978 en torno a dos grandes partidos
nacionales centrados alrededor de un acuerdo básico sobre los temas que afectan
al conjunto de España. Quiere otra cosa. Ha decidido deslizar el eje de ese
consenso hacia la izquierda y el nacionalismo con el propósito de alterar el
diseño político nacido de la transición. Para ello, el primer paso es afrontar
una reforma encubierta de nuestra Carta Magna. Quiere hacerla con una estrategia
que excluya al PP y reedite en clave nacional al famoso pacto de Tinell del que
nació el tripartito catalán en 2003. De este modo, se lograría desplazar el eje
de gravedad del consenso que ha sostenido la democracia española desde 1978 y
llevarlo hacia un escenario de acuerdo entre el PSOE, los nacionalismos y los
comunistas, que excluya al PP y lo condene a una marginalidad tolerada por el
resto de partidos del arco parlamentario.
El empeño del presidente Zapatero de sacar adelante una propuesta de reforma
del Estatuto catalán que altera las reglas de juego que nos dimos los españoles
en 1978 es un hecho muy grave. No sólo porque hace tabla rasa respecto de lo que
supuso la transición, sino porque nos aboca a un permanente escenario de
conflicto que se encargarán de alimentar los socios nacionalistas cuando le
recuerden con sus propuestas al presidente Zapatero que gobierna gracias a sus
votos.
En este sentido, el debate en la Comisión Constitucional del texto de la
reforma del Estatuto catalán va a ser el momento decisivo en el que el PSOE
tendrá que decidir si sigue adelante en este proceso de alteración de los
consensos básicos, o no. Por eso, el Partido Popular estará en esa Comisión.
Velaremos por la transparencia de lo que suceda en ella y demostraremos a los
ciudadanos españoles que la propuesta de reforma adolece de defectos de
inconstitucionalidad que recorren su articulado de principio a fin. De este
modo, intentaremos que el PSOE recupere el sentido de Estado y el compromiso con
el pacto constitucional cuya vigencia ha permitido a los españoles disfrutar del
periodo de estabilidad institucional y progreso económico y social más largo de
la reciente historia.
Sé que muchos socialistas comparten la mayoría de mis planteamientos en este
delicado asunto. Sé que el problema no está en ellos sino en el presidente
Zapatero. Los debates y las acusaciones cruzadas dentro del PSOE evidencian que
esta aventura emprendida por el presidente del gobierno tiene los compañeros de
viaje que tiene. Espero que todavía haya tiempo para que el PSOE pueda sacar un
billete de vuelta que restablezca la normalidad perdida. Lo espero sinceramente
y, además, me gustaría que fuese el propio presidente Zapatero quien abordara
esa tarea de marcha atrás.
Lo decía antes y lo reitero ahora. No me gusta el estado actual de cosas,
como no me gustaba la situación creada por el Plan Ibarretxe. Creo que el pueblo
español no se merece esto. Voy a hacer todo lo posible para que se recupere el
consenso político entre los dos grandes partidos nacionales, con el Sr. Zapatero
o, llegado el caso, sin él. Para mí el Pacto de Estado por la convivencia y el
consenso constitucional que ofrecí al presidente del Gobierno el pasado 14 de
enero sigue en pie.
He demostrado que soy capaz de decir con absoluta firmeza al presidente
Zapatero lo que pienso sobre su responsabilidad en todo este proceso. He
demostrado que puedo mantener mis convicciones sobre la reforma del Estatuto
catalán delante de todo el mundo, incluso ante quienes la avalan. En fin, creo
tener las cosas meridianamente claras en este asunto. Por eso mismo, no estoy
dispuesto a renunciar a seguir ofreciendo al presidente del Gobierno una
solución a esta difícil coyuntura a la que nos ha conducido. No lo voy a hacer
porque mi patriotismo y mi sentido de responsabilidad me exigen que trate de
hallar una fórmula que desde el compromiso constitucional y la unidad de España
despeje las incertidumbres que pesan sobre los españoles. Las convicciones
mandan y yo voy a ser fiel a ellas. De ahí que para mí el pacto del 14 de enero
sigue siendo todavía la solución.