«CONMIGO QUE NO CUENTEN PARA PONER ESPAÑA PATAS  ARRIBA»

 

Entrevista a MARIANO RAJOY, Presidente del PP, por Alejandro Vara y Carmen Morodo en “La Razón” del 03.07.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web. (L. B.-B.)

 

En primera persona

 

Mariano Rajoy empieza a estar cómodo, hasta seguro, con el traje de jefe de la oposición, o al menos ésa es la sensación que transmite a propios y extraños. Será quizás porque se ve en el final de la larga travesía del desierto que ha supuesto el inicio de la legislatura y en el principio de una etapa de dos años en la que siente el

camino menos minado para llevar con manos libres su estrategia. Es el último día del curso parlamentario y recibe apresurado, pero sin perder el pulcro formalismo y las maneras indefectiblemente corteses de quien parece que nunca da una voz airada y de quien siempre tiene abierta la puerta del despacho a los subalternos. Esto último es un hecho. Como también lo es que le cuesta delegar y que es de camarilla pequeña. A sus cincuenta años, Rajoy no puede ocultar su orgullo con su segundo retoño. «No llora nada por las noches. ¡Con lo malo que fue el primero!»

 

 Mariano Rajoy agarra fuerte las riendas del PP, incluidas las de Galicia, para lanzar en septiembre, tras una cumbre en Sigüenza con su «núcleo duro», una oposición centrista de alternativas que plante cara a un «Gobierno sin horizonte». En un año pondrá en marcha la maquinaria electoral de las autonómicas y municipales, pista de salida hacia las generales.

El curso lo despide con una dura crítica al Gobierno.

 

-Acaba el curso, señor Rajoy. Y el Gobierno, si depende de usted, no aprueba, ¿no?

 

– Este curso ha estado centrado en crear una inestabilidad institucional que no era necesaria. Hay abiertas reformas de la Constitución, de los Estatutos, de la financiación... Ha servido, además, para dividir a los españoles, ya que el Gobierno ha estado más preocupado por derogar lo hecho en la etapa anterior que por mirar hacia el futuro y no ha atendido a lo esencial, a que España siguiera en la línea de trabajo de los últimos años para que continuara la mejora de nuestros niveles de bienestar y riqueza. Por ejemplo, en materia económica se sigue viviendo de la inercia y de la herencia.

 

Un año difícil.

 

 – Y de lo suyo, ¿qué?

 

– Mi partido ha pasado un año difícil porque perdimos unas elecciones generales de modo imprevisto y tuvimos que afrontar cuatro convocatorias electorales, además del congreso nacional y de los congresos regionales y provinciales. Para una organización

que acaba de perder de forma insospechada, ése no era el mejor escenario. Y en estos momentos la sociedad sabe que el PP sigue ahí, que se ha sobrepuesto a una derrota en circunstancias dramáticas y que mantiene, cuanto menos, el mismo nivel de apoyo que en las últimas generales.

Tenemos una buena base para iniciar una nueva etapa en septiembre.

 

-¿En esa nueva etapa será posible el acercamiento al presidente Zapatero? ¿Que vuelva a confiar en él?

 

-No quiero engañar a la gente. Es muy difícil. En materia de lucha antiterrorista, el señor Zapatero ha roto, porque ha querido, sin más, el Pacto por las Libertades. Eso, de entrada, ha provocado el rechazo de la mayoría de las asociaciones de víctimas, que están muy preocupadas, y la alegría de ETA, que la ha transmitido en el deleznable comunicado con su tregua para cargos electos.

 

-El presidente del Gobierno no se cansa de pedirle en público un esfuerzo para el consenso...

 

– Mi posición en materia antiterrorista es la misma que cuando firmamos el pacto y, por lo tanto, considero una gran equivocación romper unilateralmente con una  política que daba un mensaje muy claro: los dos únicos partidos que podemos gobernar en España le decíamos a ETA que no tenía más alternativa que dejar

de matar, que no hay nada que negociar, que esa posición era para siempre, y que aplicando el Estado de Derecho íbamos a ir a por ella, también para dejarla fuera de las instituciones. La operación que ha hecho el señor Zapatero ha servido para que ETA decida la Presidencia del Parlamento vasco y del Gobierno y para que tenga un protagonismo mediático, político y social muchísimo mayor que el de los últimos

años. Es algo ininteligible. Con estos mimbres va a ser muy difícil lograr un entendimiento, lo que no quiere decir que las Fuerzas de Seguridad del Estado no vayan a tener siempre mi apoyo. Pero a la política global no se lo puedo prestar.

 

-A usted, según dice, le engañó Zapatero. ¿Ahora es Ibarretxe y ETA quienes le han engañado a él?

 

-Ya he dicho que la política antiterrorista es el error más grande de este Gobierno. ¡Pero si es que Zapatero se ha atrevido incluso a estar en la palabrería, en la vaciedad y en la política barata! ¿A qué viene anunciar una reforma del Estatuto vasco y un referéndum en el plazo de dos años sin decir para qué? Sólo sirvió para legitimar el discurso de quienes dicen que el Estatuto no vale para nada.

 

-Hay quien cree que Otegi podría llegar a ser el Gerry Adams español.

 

-Otegi es un señor que ha estado en ETA. El caso irlandés no tiene nada que ver con el caso español. Allí hay una sociedad dividida al 50 por ciento y la autonomía del Ulster se ha suspendido cuatro veces, mientras que el País Vasco tiene competencias en todos los servicios públicos fundamentales y el mayor autogobierno de la historia.

 

– Esperanza Aguirre decía hace unos días en una entrevista en este periódico que «todos sabemos que el PSOE o el Gobierno están negociando con ETA o con sus adláteres». ¿Por qué insisten en sembrar esta sospecha pese a que el presidente  mantenga en público que no hay nada? ¿Tienen alguna prueba?

 

– Una decisión tan disparatada como la de romper la política antiterrorista sólo puede obedecer a dos causas: a que ha tenido una visión o a que está pactando con ETA. Y las dos razones son inaceptables.

 

–Por cierto, vaya riña que mantiene con Zapatero sobre lo de si se llaman y hablan en privado o no.

 

-Mi posición la conoce el presidente del Gobierno y es la misma que he trasladado a la opinión pública. Aquí se ha cometido un error y la responsabilidad de lo que ocurra será suya.

 

– Escuchándole, mejor que los españoles vayan preparándose a que seguirán tirándose los trastos.

 

– Bueno, yo también ofrecí al Gobierno apoyo sobre el modelo de Estado. Y en esto, lógicamente, no me moveré de la defensa de la unidad nacional, de la soberanía, de un Estado viable, de la igualdad de derechos, de la cohesión social y de la solidaridad interterritorial. Ahí me encontrará el señor Rodríguez Zapatero, pero si lo que quiere es poner esto patas arriba, no me va a encontrar. Y también le ofrecí un acuerdo en política exterior y es evidente que es imposible. ¡Cómo va a serlo con sus actuaciones y las de Moratinos! Por último, recuerdo que le tendí la mano sobre el Pacto de Toledo, un asunto que creo que hay que abordar porque afecta a las pensiones del futuro.Y la respuesta fue paralizarlo. Quien no ha querido acuerdos ha sido él.

 

Cambios estatutarios.

 

 – El Estatuto valenciano podría ser el arma del PSOE para justificar la acusación de que cuando abandonan sus posiciones ultramontanas sí es posible el entendimiento.

 

-No. Precisamente lo que se ha demostrado es que pese a que creemos que las reformas estatutarias y de financiación no son una prioridad, no nos negamos a hablar para hacer cosas que beneficien el interés general. En Valencia, la más importante modificación es la de permitir al presidente disolver la Cámara autonómica, pero no hay traspasos, ni se habla de nación.

 

– Sea como sea, lo cierto es que ustedes no veían necesarias las reformas estatutarias, no las llevaban en su programa, y están en marcha prácticamente en todas las comunidades, incluidas las que gobiernan.

 

-Insisto en que conmigo no cuenten para decir que España es un conjunto de naciones. Tenemos el único presidente de Gobierno del mundo que no sabe exactamente lo que es su país, que dice que el término «nación » no tiene importancia... El concepto de nación siempre va ligado al concepto de soberanía y requiere una reforma constitucional a la que no daremos nuestro voto.

 

-¿Se atreve a decir que no habrá reformas constitucionales? Su condición de un pacto global, que incluya las modificaciones estatutarias, no ha sido escuchada por el presidente.

 

– No le quepa ninguna duda. Las reformas constitucionales y estatutarias van todas en un mismo paquete. No acepto que se hable con el PP cuando se necesitan nuestros votos y no se hable cuando no se requieren. Además, las reformas estatutarias que se plantean tienen mucho más calado que las constitucionales, que son perfectamente prescindibles.

 

-Pues si no hay reformas constitucionales y hasta el PSC parece que pliega velas con el Estatuto catalán...

 

– La reforma del Estatuto catalán no la puso en marcha CiU sino el señor Maragall. Zapatero dijo que aceptaría cualquier cambio que viniese de Cataluña y luego se fue desdiciendo. Y ahora es evidente que lo que allí se planteaba era ridículo e  inadmisible. No sé si el PSOE dará marcha atrás, lo único que sé es que sólo se ha

aprobado que Cataluña sea nación.

 

-¿Cuándo tiempo de Gobierno socialista haría falta para que España deje de ser España?

 

– ¡Hombre!, siempre confío en el sentido común de algunos y en la capacidad de oposición que tenemos otros. Yo haré cuanto esté en mis manos para que no se hagan disparates en esa materia. Lo triste del tema territorial es que si el PP y el PSOE nos pusiéramos de acuerdo, este problema no existiría. Simplemente diciendo «no», con todo el buen talante y la capacidad de diálogo que queramos. Si para seguir existiendo algunos partidos nacionalistas dependen de pedir más, ése es su problema. Ya  llevamos 25 años construyendo el modelo de Estado, ¿y por qué vamos a tener que seguir otros 25? Y, sobre todo, ¿por qué vamos a tener que continuar siempre en la misma dirección, que es la de que el Estado ceda competencias?

Llegará un momento en que carecerá de los instrumentos para ejercer sus funciones propias.

 

Reformas sociales.

 

-Cambiando de tercio, ¿esa desafección absoluta con la ofensiva de reformas sociales de este Gobierno no puede tener un coste en su electorado de centro?

 

– Pongamos las cosas en su sitio. Esta pasada semana se ha aprobado el matrimonio homosexual en las Cortes y lo que ha hecho Zapatero es ir a vender un discurso propagandístico cuando la obligación de un presidente del Gobierno es buscar el consenso en la sociedad. Nosotros presentamos una ley que es similar a la de Francia, Alemania o Italia, pero aquí, en lugar de hablar, lo que se ha querido es generar un problema y utilizar esto políticamente contra el PP. Yo he intentado dialogar con el presidente del Gobierno, pero no he podido llegar a ningún acuerdo y créanme que no es por falta de voluntad.

 

-¿El PP seguirá saliendo a la calle a secundar protestas sociales contra el Gobierno?

 

– El PP sólo ha convocado una manifestación y lo hizo el alcalde de Salamanca, pero mi partido apoyará todas las manifestaciones que vea razonables. Yo únicamente he ido a concentraciones contra el terrorismo, pero el derecho a la manifestación está reconocido por la Constitución. El Gobierno debería preguntarse por qué se producen tantas manifestaciones en las últimas fechas, un poco de autocrítica no le vendría mal.

 

– ¿La política antiterrorista y el modelo territorial continuarán siendo los ejes de su discurso?

 

– Es evidente que voy a continuar defendiendo mis posiciones en dos asuntos de los que, por suerte, la mayor parte de los países de nuestro entorno no se tienen que preocupar porque no están debatiendo cada 25 años quiénes son. Pero a partir de septiembre habrá que debatir a fondo de economía, educación, inmigración y sobre

el papel de España en Europa.

 

Política internacional.

 

-Esa Europa que parece un cadáver.

 

– Europa, no. Hay que decirle a la gente la verdad, que esta Constitución no tiene futuro porque dos países han votado en referéndum en contra y varios han decidido suspenderlo. Pero todo el acervo comunitario se mantiene. Ahora debe producirse un compás de espera y Europa tiene que hacer una apuesta por los problemas reales: por el crecimiento económico sostenido y estable, por la competencia con los países  asiáticos, por las reformas económicas de la Agenda de Lisboa, por la política común de inmigración, por adoptar nuevas medidas en la lucha contra el terrorismo y por las futuras fronteras.

 

– Ha dicho que España se ha vuelto «irrelevante». ¿Sin perdón de Bush no volverán nunca los pujantes tiempos perdidos?

 

– España, que siempre ha estado muy subordinada a los franceses, hizo en los últimos tiempos la política internacional de un país que es la novena potencia económica del mundo. Ahora fallan dos cosas: suscitar fiabilidad y plantear alianzas de futuro. Aznar acabó generando credibilidad y confianza, tenía disputas en algunos temas..., pero España era un país respetado y decisivo. En el último año hemos tirado por la borda ese capital. El presidente español no se habla con el presidente de los EE UU, nuestra política con el Sahara nos ha colocado en la peor situación de la historia, lo que se ha hecho con Cuba y Venezuela es inexplicable, y todo se ha subordinado al eje franco-alemán.

 

– A Zapatero quizá le falte parte de la ambición que en algunos temas pudo sobrarle a Aznar...

 

–La ambición nunca sobra. España es la novena potencia económica y Aznar hizo un enorme esfuerzo para situarnos en el lugar que nos correspondía. Tener ambición es sano y mejor que convertirnos en la nada, cuando no en el hazmerreír.

 

-Con ese eje UMP-CDU-PP en mente, su agenda internacional ha dado también hasta ahora la espalda a las relaciones trasatlánticas.

 

-Llevo un año y es verdad que me he ocupado más de los temas europeos. Pero no descarto ir pronto a EE UU. Me gustaría que mi país tuviera una buena relación con el país más importante del mundo porque la situación actual es ridícula.

 

 

Galicia.

 

 – Mirando ya a su casa. ¿Las elecciones gallegas le han alterado en algo los planes?

 

– Los planes nacionales no, aunque es evidente que en Galicia entramos en una situación distinta. Para nosotros no es bueno, evidentemente, perder el gobierno, pero creo que hemos tenido un resultado muy digno. Hemos ganado al PSOE por más diferencia que en las generales; igual que en el País Vasco habíamos recortado

la diferencia, aquí la hemos aumentado. La tendencia es buena, y una persona que tiene más del 45 por ciento de los votos no va a gobernar, mientras que el señor Rodríguez Zapatero gobierna con unos cuantos puntos menos en España. Ya he dicho que después del verano voy a plantear una reflexión sobre la ley electoral.

 

-Para la nueva etapa en Galicia, ¿don Manuel es el problema o la solución?

 

-Don Manuel, si algo ha acreditado en esta vida, es que ha dado la talla en todas las grandes ocasiones, y ahora es una persona muy importante para ayudarnos a que las cosas se hagan bien. Estoy convencido de que nos va a ayudar y yo le voy a pedir que me ayude.

 

-Algo de autocrítica, que todavía no se les ha visto, quizá facilitaría también el camino.

 

-Ahora, el objetivo básico es responder a las personas que nos han votado en Galicia, que ha sido la mayoría, y luego nos tomaremos un tiempo para hacer las cosas que haya que hacer, que, evidentemente, algunas hay que hacer.

 

-¿Podría ser un poco más claro?

 

-No.

 

– Bueno, pues diga al menos si va a ejercer como presidente nacional en este asunto.

 

-El presidente nacional del partido, en un partido que es nacional, tiene siempre un papel destacado.

 

-Vamos, que va a meter mano.

 

– No he dicho eso. Digo que el presidente nacional de un partido que es nacional, en temas de estas características, tiene mucho que decir.

 

-La «gran familia» popular gallega la conoce bien. ¿El futuro es rural o urbano?

 

-Es la conjunción de ambas cosas. Galicia es urbana y es rural.

 

-¿Y sus candidatos para una quiniela sucesoria?

 

-Es muy prematuro.

 

Ala dura o centro.

 

 

-Su partido tiene diez millones de votos y los sondeos del CIS indican que la gestión del Gobierno está impidiendo que despegue el apoyo popular del PSOE. En ese escenario, ¿por qué parece que no acaban de aclararse sobre si su camino es la línea blanda o la dura?

 

– Ése es un debate bastante absurdo. Hicimos un buen equipo en el último congreso y se está trabajando. Es evidente que podemos mejorar, que podemos dar juego a más gente, plantear más iniciativas... Pero nos han votado casi diez millones de personas y lo hicieron por ser lo que somos, un partido popular. Hemos hecho una política de centro que se nota, fundamentalmente, en el terreno económico.

Ha sido una política liberal, de reformas, de liberalizaciones..., y ésa es una buena línea por la que seguir, aunque luego haya que ir adaptándose. Eso es lo que vamos a tratar de hacer a partir de septiembre con nuevas iniciativas como una propuesta de reforma del impuesto de la renta de las personas físicas. Los españoles están desencantados con un Gobierno sin proyecto y que toma decisiones para salir del paso. Prefieren que no haga nada para que no les perjudique.

 

-¿Afrontará el resto de legislatura con el mismo equipo de ahora?

 

-No tengo pensado hacer cambios, salvo dar juego a más personas.

 

-Entonces, ¿por qué se permite que Acebes y Zaplana parezcan estar  permanentemente en cuestión?

 

–Los dos cuentan sin duda con mi plena confianza.

 

– Usted quiere ganar las próximas elecciones generales...

 

-Por supuesto

 

Andalucía y Cataluña.

 

– Pero para ganarlas es imprescindible que mejoren, y mucho, sus resultados en Cataluña y en Andalucía.

 

– Ya trabajamos en ello. A Andalucía he ido mucho y voy a seguir haciéndolo. En julio, tres veces. Javier Arenas está desarrollando un papel impagable al construir una alternativa en la que está involucrando a una parte sustancial de la sociedad andaluza. Y en Cataluña, la apuesta del PP va a ser por el sentido común. El Gobierno

tripartito ha sido noticia por cosas muy negativas: el espectáculo de Israel, las  historias del señor Carod sobre los Juegos Olímpicos, las reuniones en Perpignan, este debate interminable del Estatuto... ¿Quién se preocupa de las deslocalizaciones de empresas? ¿Y de la economía? ¿Quién está pendiente de la inmigración? ¿Qué se hace por el empleo?

 

-No es por hacer de casandras, pero imagínese que poco antes de las próximas elecciones generales el Gobierno consigue una tregua de ETA. Su posición deja poco margen de movimiento en este asunto y es más que previsible que esa carta  garantizaría un segundo triunfo socialista.

 

-No sé. Pero si ETA dejase definitivamente de matar, sin trampas, daría todo lo demás por bien empleado. Lo que no aceptaré de ninguna manera es que se pague un precio político.

 

-¿El pasado es una herencia a reivindicar en líneas generales? Es que parece que hay cierto lío sobre eso en su partido.

 

-Creo que del grueso de lo que hicimos podemos sentirnos legítimamente orgullosos, pero a mí me preocupa bastante más el futuro que reivindicar el pasado. Lo que no quiere decir que no me sienta orgulloso de los años que he estado en el gobierno y de lo que hizo mi partido.

 

– ¿Dónde marca su línea roja? En el caso de que el PP no ganase las siguientes elecciones generales, ¿daría un paso atrás para inyectar savia nueva en el liderazgo de su organización?

 

-No me planteo ese asunto. Sólo pienso en trabajar para ganar.

 

– Esos comicios quizás podrían ser la oportunidad para visualizar el relevo generacional que no pudo acabar de concretar en el último congreso.

 

– Soy de los que creen que no se ganan amigos por la vía de la sustitución sino de la ampliación. El partido tiene que estar en un estado de renovación permanente. Ya hay personas que ocupan puestos de responsabilidad y que antes no han sido cargo público. Pero también soy de los que creen que no es bueno cambiarlo todo sólo porque sí.