LA ARRIESGADA APUESTA DE RAJOY

 

  Editorial de   “La Razón” del 28.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

El líder del PP presenta en Barcelona sus enmiendas al Estatuto y reta al PSOE al consenso

 

El Congreso cerró en la tarde de ayer el plazo para presentar las enmiendas a la reforma del Estatuto catalán. El hecho de que PSOE y PP no se pusieran de acuerdo en el plazo para la admisión de enmiendas ha provocado comentarios tan inverosímiles como los del portavoz socialista acusando a los populares de que, con las prisas, no han podido concretar más sus propuestas. Al margen de contorsiones dialécticas, lo destacable

es que el PP ha hecho en las últimas horas un evidente esfuerzo para propiciar el consenso y ha trasladado la carga de la prueba al PSOE, que hasta ahora se escudaba en la supuesta automarginación de los populares. Mariano Rajoy concretó ayer esa estrategia y tuvo la audacia de hacerlo en Barcelona, subrayando el compromiso de su partido en la reforma estatutaria. A nadie se le escapa que, con este paso de participar activamente en el debate, el propio Rajoy arriesga mucho como líder del PP. Legítima era la tesis de quienes se oponían a debatir un texto que iba más allá de su naturaleza estatutaria para convertirse en una reforma constitucional encubierta.

Sin embargo, esta postura condenaba al PP a ver los toros desde la barrera, lo cual evita peligros, pero no da valor ni fortalece la crítica.

Por tanto, Rajoy ha decidido desplegar la muleta y bajar al ruedo: es posible que sufra alguna cogida porque se enfrenta a morlacos resabiados que tratarán de empitonarle en sus flancos más débiles. Y esa apuesta, sin duda, los tiene. No obstante, quien se juega el físico y su destino no es el presidente popular, sino los diez millones de españoles que le han depositado su voto y su confianza. Defender el modelo territorial establecido en la Constitución; velar porque el Gobierno y el PSOE no hipotequen el futuro de España como nación; impedir que se rompa la solidaridad e igualdad entre los españoles; y preservar las libertades personales y civiles frente al intervencionismo de los poderes públicos son las obligaciones

básicas que el PP contrajo el 14 marzo de 2004.

PSC, ERC y CiU enviaron al Congreso un texto con ínfulas constitucionales, saltando por encima del resto de los españoles. Desde entonces, el

PSOE ha tratado de reconducir a sus aliados, sin éxito. El PP le tiende la mano del consenso para que la reforma se ajuste a la Constitución y sea un avance respecto al Estatuto de 1979. Nada más razonable. Pero debe tener presente experiencias pasadas, en las que también le tendió la mano

al presidente Rodríguez Zapatero y por toda respuesta recibió el engaño y el zarpazo. Desde que cedió ante sus socios, en el Pacto del Tinell, hasta límites sonrojantes, el Gobierno socialista no es fiable y, como ha demostrado en al menos dos ocasiones, no duda en sacrificar cualquier oferta hecha en nombre de todos a los intereses de los nacionalistas.