LA TERCERA MANO TENDIDA DE RAJOY

 

 Informe de C. Morodo en “La Razón” del 28.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el  Informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Su nueva oferta de pacto a Zapatero sobre el Estatut es un movimiento acertado, pero que debe manejar con cuidado después del «engaño» con la política antiterrorista y con el modelo de Estado Madrid- El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha decidido jugar una vez más la carta de tender la mano al jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, para resolver el problema creado con la propuesta de reforma del Estatuto catalán.

Es difícil separar por completo este «gesto», ya habitual, por otra parte, en su estrategia de oposición, del contundente mensaje navideño del Rey Don Juan Carlos, en el que instó al diálogo y a la vuelta al consenso constitucional.

Pero detrás, ante todo, está su tendencia de por natural afín al pactismo y al entendimiento (participó en los acuerdos territoriales con el PSOE del 92 y del 96), aunque las circunstancias de esta legislatura, con el Pacto del Tinell como gran punto de inflexión, le hayan obligado a responder al «buenismo» y al «talante» de Zapatero con un endurecimiento de formas y de discurso, superando complejos propios y también los inducidos por algunas personas de su entorno, como Pedro Arriola –gran gurú demoscópico de la etapa de Aznar, «adoptado» por Rajoy, y que hoy en día es, según la opinión mayoritaria en Génova, el estratega de la corriente autodenominada como «moderada»–.

El líder popular ha venido dejando claro en estos meses pasados, en contundentes declaraciones, que el Estatut, por ser una reforma consti tucional encubierta, no tenía arreglo vía enmiendas, y también en Barcelona dejó dicho, antes del inicio de la tramitación parlamentaria del proyecto, que su partido estaba dispuesto a llegar a un acuerdo global con el PSOE, como marca la tradición de consenso entre los dos principales partidos en las grandes cuestiones nacionales y en todo lo que afecta al modelo territorial, pero no a negociar enmienda por enmienda. La nueva mano tendida responde a su convicción de que asuntos de la trascendencia como del que está encima del tablero, por afectar a las reglas de juego y a la estabilidad constitucional, exigen de la acción conjunta entre las fuerzas mayoritarias; pero también, indudablemente, es una maniobra táctica ya que la respuesta del PSOE es más que previsible, salvo sorpresas de última hora.

Por dos veces, al menos, el presidente del Gobierno ha defraudado al líder de la oposición al moverse en el terreno del «pactismo»: por un lado, con su oferta de diálogo en política antiterrorista, que ha acabado con un PP que proclama que ya no se fía del Ejecutivo y con el bloqueo de la «línea caliente» de contacto que había en la etapa de Aznar; por otro, con la propuesta de acuerdo sobre el modelo de Estado que llevó a La Moncloa el pasado 14 de enero, y a la que Zapatero dio un «sí» inicial para luego, según ha denunciado públicamente Rajoy, desdecirse de su palabra.

La trascendental decisión del presidente popular de participar activamente en la Comisión Constitucional, movimiento que se acompaña de la citada nueva mano tendida a los socialistas, se presenta, en principio, como una acertada maniobra estratégica, siempre que se maneje con la prudencia y prevención de quien es consciente de que esa comisión puede convertirse en una bomba de relojería.

Los riesgos de entrar en una negociación en la que sólo tú juegas con cartas destapadas son múltiples, pese a la obligación institucional del PP, por respeto además a sus diez millones de votos, de tener voz y hacer oír sus planteamientos en el debate parlamentario. Dirigentes populares apuntan al peligro de quedarse sin parte del discurso; otros, al riesgo de dar una imagen de colaboracionismo...

Rajoy, en cualquier caso, ha venido dejando claro en sus declaraciones que sabe con qué juega y que no participará en «remiendos». «Hasta ahora, en las encrucijadas, y pese a las lógicas incertidumbres, siempre ha acabado eligiendo el camino correcto», sentencia un miembro de la dirección.

 

Dudas sobre la escenificación

 

Mariano Rajoy llegó el pasado lunes a la reunión del Comité de Dirección del PP, después de haber pasado el fin de semana en Galicia, con una decisión muy clara sobre la estrategia ante la tramitación parlamentaria del Estatuto catalán. Tan clara y definida que incluso pilló por sorpresa a algunos de los dirigentes que forman parte de su «cúpula». El paquete de enmiendas no deja de ser, como sentencia uno de sus «fontaneros», una «enmienda a la totalidad» disfrazada, ya que, de fondo, implica una oferta para eliminar la práctica integridad del proyecto remitido a las Cortes y volver al del 79, con actualizaciones que ya se han hecho incluso en otros estatutos.

La carga de la prueba no está tanto en el fondo como en las formas, es decir, en la puesta en escena: a más de uno ha sorprendido la decisión de que el anuncio se realizara en Barcelona (lo que se ha interpretado como un triunfo de Josep Piqué), y no en Madrid, como en un principio estaba previsto; y a más de uno, además, ha molestado tal movimiento.