ENTREVISTA A MARIANO RAJOY, PRESIDENTE DEL PARTIDO POPULAR,
por Carmen Morodo/Pablo Planas en “La Razón” del 26.11.06
Por su interés y relevancia he seleccionado la entrevista que sigue para incluirla en este sitio web.
«ZAPATERO NO QUIERE ENTENDERSE CON EL PP PESE A SUS GRAVES ERRORES ESTRATÉGICOS»
Madrid- El líder del PP proyecta un convencimiento sincero: él y su partido
están en un buen momento. Remontan en todas las encuestas y aunque las
elecciones las pierde el partido del Gobierno, el PP está preparado para
ganarlas. El reconocimiento social del proyecto popular ha consolidado la
fórmula de un liderazgo tranquilo, sin aspavientos inquisitoriales ante las
disensiones internas y con una fórmula de oposición en la que pesa más el
planteamiento de políticas alternativas que la denuncia de los hipotéticos
errores del Gobierno. Mariano Rajoy es consciente de que empieza a ser aceptado
fuera del electorado fiel al PP y ofrece la impresión de que lo más duro de la
travesía ya ha pasado.
-Ante la crisis que atraviesa el «proceso», ¿ha habido ya algún movimiento desde el Gobierno para preparar una entrevista del presidente con usted?
-No hay
nada. Ya tuvimos un encuentro pocos días después del anuncio del alto el fuego y
yo le dije que hablara con ETA, no con Batasuna, para preguntarle sobre su
voluntad real de abandonar la violencia y para dejarle claras tres o cuatro
cosas, como que nunca puede haber una negociación ni el pago de un precio
político o que Batasuna sólo se puede legalizar si la banda terrorista termina
con su actividad criminal. También le indiqué que para una conversación con ETA,
ajustada a estas condiciones, tenía el apoyo de toda la nación, y le advertí,
eso sí, que nunca iba a estar de acuerdo en una negociación política. No hemos
vuelto a hablar de este asunto, y si se me vuelve a llamar, iré a Moncloa a
reiterarle nuestra posición: no se puede negociar políticamente ni con ETA ni
con Batasuna porque son lo mismo.
-Ocho meses después, ¿qué balance hace de lo que le dijo en La Moncloa el
jefe del Ejecutivo?
-Creo
que hay en marcha una negociación política que comenzó con el anuncio del PSE y
de Batasuna de celebrar una entrevista con luz y taquígrafos. Es posible que no
estén cerrados los acuerdos, eso no lo sé, pero es evidente que se está hablando
de política y ése es el gran error de esta legislatura.
-Pese a todo, ¿mantiene el apoyo que ofreció a una reunión formal con ETA
para testar su voluntad de dejar las armas?
-En este
momento, al Gobierno le puedo dar mi apoyo para que vuelva a los principios en
los que nos pusimos de acuerdo en el pacto antiterrorista y para que termine la
negociación política con Batasuna. No me retracto de nada de lo que le dije al
presidente en marzo, cuando me entrevisté con él, una conversación de la que,
por cierto, di cuenta a la opinión pública. Si hay rectificación de la política
antiterrorista y volvemos al sentido común, estaré al lado del Ejecutivo por
obligación y por coherencia.
-Y vista la evolución del alto el fuego, ¿da por confirmado que
interlocutores del Gobierno pudieron adquirir compromisos con la banda que son
inasumibles y que ésa es la razón del bloqueo?
-Ésa fue
una de las preguntas que le planteé al presidente en Moncloa porque era una de
las cuestiones que más me importaban y él me contestó que «no». Sin embargo,
desde entonces ETA ha recordado con insistencia los compromisos que,
supuestamente, el Gobierno de España ha contraído y no ha cumplido. Yo no hago
quinielas, ya que mi obligación es juzgar los hechos y éstos confirman que hay
una negociación política. Ése es un gravísimo error puesto que el mensaje que se
transmite a la sociedad es que por matar o dejar de hacerlo se puede conseguir
un rédito político.
-Rodríguez Zapatero prometió «consecuencias inmediatas» si se confirmaba que
ETA era la responsable del robo de 350 pistolas en Francia. ¿Usted las va a
exigir?
-La
única consecuencia razonable es que volviera a la unidad de los demócratas. Yo
ya le he pedido al presidente del Gobierno lo más importante, la suspensión de
la negociación política y que regrese a los principios que inspiraron el Pacto
por las Libertades y contra el Terrorismo. Es innegable que se han producido una
serie de cesiones continuadas que no se sabe ni a dónde conducen, ni a cambio de
qué se producen. Indudablemente, el robo de pistolas es determinante porque
demuestra que los terroristas no tienen intención alguna de renunciar a la
violencia. Pero a mí me parece más grave aún la actuación del fiscal general del
Estado, que cambia de criterio en función de los intereses del Gobierno en sus
negociaciones. Lo hizo en el caso de la petición de pena a De Juana Chaos y lo
ha vuelto a hacer en el asunto de las «herriko tabernas».
-La Justicia parece que se ha erigido en una de las grandes protagonistas de
este «proceso», como si tuviera una parte de responsabilidad en que la tregua
saliese mal.
-Probablemente, uno de los hechos más graves es la presión continuada que se
está ejerciendo sobre los jueces. Muy mal andamos si no somos conscientes de que
la democracia está basada en la existencia de tres poderes y que los jueces son
los que aplican la ley y son independientes. La presión ejercida a través de
declaraciones de dirigentes del PSE y de Batasuna, diciendo todos lo mismo, es
intolerable.
-¿Cree que por esas presiones al Poder judicial se explica la decisión del
Tribunal Supremo de posponer un mes su fallo sobre si las juventudes de Batasuna
forman parte de ETA, un plazo que, por cierto, coincide con el ultimátum de los
terroristas?
-No me
atrevo a hacer esa afirmación ni quiero plantearme esa hipótesis. Soy hijo de
juez y creo en la independencia de los jueces. Lo único que digo es que las
presiones sobre el Poder Judicial son intolerables.
-¿Hasta dónde piensa que está dispuesto a llegar el Gobierno para que el
«proceso» continúe?
-Me
opondré a que se haga ninguna concesión política.
-La pregunta es si cree que puede hacerla.
-Viendo
las declaraciones de algunos de los líderes del PSE, tengo muy poca confianza.
En el socialismo español se ha producido en esta legislatura un bajón de nivel
muy grande, pero el de los socialistas vascos es especialmente sorprendente.
Antes había unos políticos con los que podías estar o no de acuerdo, pero que
eran consecuentes en la defensa de una serie de principios en relación a la
lucha antiterrorista. Eso ha desaparecido.
-Cuando habla de que se opondrá a las concesiones políticas, ¿eso abarca
también cualquier medida penitenciaria?
-A fecha
de hoy, mi apoyo es para lo mismo que le dije al presidente del Gobierno el
pasado mes de marzo y no puedo respaldar ninguna otra cosa. En este momento, lo
único que debería hacer el Ejecutivo es certificar la voluntad de ETA, que creo
que no la hay, de desaparecer. Todo lo demás es una equivocación y mi
responsabilidad es decírselo a los españoles.
-¿Qué valoración hace de la última manifestación de las víctimas?
-Me
produce una enorme desazón comprobar la soledad y el abandono, cuando no la
hostilidad, que perciben las víctimas por parte del Gobierno. Este abandono
contrasta enormemente con la solidaridad que cada día les muestra la sociedad
española. Ayer lo vimos otra vez en Madrid.
-¿Ve todavía posible recuperar alguno de los grandes consensos de Estado?
-No veo
al señor Rodríguez Zapatero con ningún ánimo de entenderse con mi partido pese a
sus errores estratégicos. Ha despreciado los consensos básicos que desde la
Transición habían negociado PSOE y PP y los ha sustituido por acuerdos con
partidos minoritarios dejando fuera al que representa a diez millones de
españoles. Es libre para firmar pactos de gobierno con quien estime oportuno,
pero las reglas de juego, los grandes acuerdos que estructuran una sociedad
deben construirse sobre la base del entendimiento entre las dos fuerzas
mayoritarias. Yo trabajaré para que sea así.
-La política exterior es uno de los asuntos de Estado marcados por la
fractura.
-Sólo
hemos sido noticia por los expedientes de E.ON y por la crítica frontal de los
países europeos a nuestra política. El Gobierno debería haberse preocupado por
tener fuerza en el debate europeo con propuestas sobre la Constitución, la
inmigración, la seguridad..., y también debería mejorar la relación
trasatlántica.
-¿Primero Europa y luego EE UU?
-Somos
la octava potencia económica del mundo y tenemos que tener una relación normal
con Estados Unidos. En Iberoamérica no podemos estar dándonos abrazos con
líderes tan poco respetables como Chávez, Castro o Morales, y el Mediterráneo
también requiere una atención especial. No hay que perder de vista a Asia y
Pacífico, porque, dentro de unos años, quien no se haya hecho un espacio de
influencia en esa zona no existirá en el mundo. Sin embargo, lo único que ha
propuesto Zapatero es esa Alianza de Civilizaciones que la gente, en el mejor de
los casos, se toma a broma. Mi alternativa es que formamos parte de una
civilización que cree en el hombre como motor del progreso, que cree en la
libertad, en los derechos humanos y en la persona. Es la civilización de la
libertad y, en mi opinión, es la mejor. Más que buscar golpes de efecto de
dudosa eficacia deberíamos hacer un poco de pedagogía sobre nuestros valores
porque da la impresión de que hay que estar pidiendo perdón por los principios
que conforman el acervo de nuestra cultura occidental.
-¿Qué piensa de la asignatura Educación para la Ciudadanía?
-Es otro
de los incomprensibles empeños de este Gobierno para dividir a la sociedad.
Hasta ahora nunca había existido conflicto alguno sobre esta cuestión, pero ha
llegado el señor Rodríguez Zapatero y ha montado otro follón. La escuela no
puede ser un ámbito de adoctrinamiento político y eso es lo que se percibe en
los contenidos de esa asignatura. No se trata de formar a ciudadanos con
libertad de criterio sino de inocular en los chicos el ideario moral y cultural
de este Gobierno. Los padres tienen todo el derecho del mundo a rebelarse contra
esta especie de totalitarismo blando.