LA PROFUNDA CRISIS DEL PSOE

 

  Editorial de   “La Razón” del 20.10.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Tras Rosa Díez y Pla, Maragall abandona el barco socialista con duros reproches a Zapatero

  

La ruleta de dimisiones, ceses y abandonos del PSOE no se detiene ni ante la cercanía de las próximas elecciones generales.

Por territorios, el socialismo presenta un grave deterioro en Navarra, en la Comunidad de Madrid, en Valencia y ahora se produce un chispazo

en Cataluña, con el abrupto portazo de Pasqual Maragall, alcalde olímpico, ex presidente de la Generalitat y uno de los políticos más inquietos y a veces inquietantes de España. La triste salida de Maragall del PSC, partido cuya historia va íntimamente ligada entre otros, a su apellido, puede aliviar de contradicciones a la formación que ahora lidera José Montilla. Pero al margen de las razones personales que aconsejen a Maragall (y a su entorno más cercano) a dejar el partido, su adiós pone otra vez de relieve cómo se zafó Zapatero del entonces presidente de la Generalitat, la cruda frialdad con la que prescindió de un hombre entregado en aquellos momentos a pleno rendimiento a su cargo y al partido. Esa crisis;

los embates que tuvo que soportar después José Montilla por parte del equipo gubernamental más cercano al presidente; la posterior derrota socialista en las últimas municipales y autonómicas y las profundas consecuencias de esos resultados en las direcciones socialistas locales y regionales forman los perfiles  de una profunda transformación del PSOE. Forjado por Zapatero, Caldera y Blanco, el partido resultante no es

precisamente un dechado de debate constructivo y funcionamiento democrático, sino una maquinaria cada vez más orientada al marketing cuyas tesis y programas se cimbrean a espasmos de encuesta u ocurrencia publicitaria.

El detalle de que la principal iniciativa política surgida en los últimos días del PSOE haya sido un vídeo en el que para muchos socialistas la sonrisa del presidente es más bien sardónica revela hasta qué punto Rodríguez Zapatero pierde adeptos internos y se aleja de su propia retórica del diálogo. Que Joan Ignasi Pla elogiara el comportamiento político y personal de los dirigentes del PP demuestra el ambiente acanallado que se respira en determinadas sedes del partido, el aire de traición y falsedad que revisten crisis como la que acabó con la salida de Fernando Puras del

PSOE de Navarra, o la que desterró de la política a Miguel Sebastián, de asesor áulico a víctima propiciatoria del descalabro socialista de Madrid. O la caída también de Rafael Simancas, lastrado por los devaneos de la negociación con ETA. Por no hablar de las intervenciones, para muchos socialistas ofensivas, del ministro de Justicia Bermejo, que sucedió a otro gran sacrifi cado, López Aguilar.

No es tampoco casual que Rosa Díez dejara el partido forzada por la inexistencia de un discurso en el País Vasco que no estuviera a expensas de los movimientos de los terroristas. Ese incipiente proyecto político es una prueba más de cargo de la situación de un partido sumido en una crisis indisimulable y de largo recorrido.