LA AMENAZA ISLÁMICA

 Editorial de  “La Razón” del 20/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Lla célula integrista desarticulada por las Fuerzas de Seguridad del Estado, a las órdenes del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, es un arquetipo del nuevo terrorismo islamista, tal y como lo estructuró el «jeque» Abdulla Azzan, ideólogo y fundador de la red Al Qaida. Bajo el título de «La defensa de los territorios musulmanes», este profesor universitario, muerto en un atentado en Afganistán, escribió una «fatwa», edicto, que se ha convertido en el decálogo de los extremistas musulmanes (ver LA RAZÓN, 12 -IX-2004) y que ha dado origen a una estructura terrorista de nuevo cuño, caracterizada por la falta de una organización jerárquicamente estructurada y, por lo tanto, imposible de abarcar por los servicios de seguridad occidentales. A esta misma conclusión han llegado recientemente en Mónaco especialistas en delincuencia organizada de 40 países, que han declarado que el terror de corte islamista no ha hecho más que empezar y que debemos prepararnos para lo peor.
   De acuerdo a las enseñanzas de Azzan, del que Osama Ben Laden se considera su mejor alumno, cualquier musulmán está obligado combatir a los infieles para liberar los territorios «ocupados», entre los que se cita expresamente a Al Ándalus (España, en la terminología islámica). Para ello, no es necesario la existencia de un emir, ni el permiso de un imán. Es más, de acuerdo a esta doctrina, y siempre que sea para alcanzar los fines deseados, la mujer no debe obediencia al marido; ni el hijo, al padre; ni el creyente, al mulhá; ni el deudor, al acreedor. Cualquier musulmán puede, en consecuencia, organizar un grupo terrorista y elegir los medios, el momento y los objetivos para llevar a cabo su ataque.
   Ésta es la amenaza a la que se enfrenta Occidente. No se trata de una organización, sino de un movimiento sin jefes, que se adapta perfectamente al medio en el que va a actuar, entre otras cuestiones porque sus integrantes suelen formar parte, como ciudadanos o inmigrantes temporales, de esa misma sociedad.
   El riesgo es evidente y es inútil buscar razones coyunturales. Para los terroristas que preparaban otra matanza en Madrid, en este caso en las sedes de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, la retirada de nuestras tropas de Iraq no significa nada más que una batalla en el largo camino hacia la victoria total. El hecho de que se les haya intervenido documentación habitual entre los «suicidas» sólo implica que estaban dispuestos a adaptar el ataque de acuerdo a las medidas de seguridad en vigor.
   Hay que felicitar a las Fuerzas de Seguridad por esta operación y, también, agradecer al Gobierno marroquí su colaboración, pero el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero debe ser muy consciente de la amenaza. Hay peligros que no se conjuran con los buenos deseos, ni con los gestos. Es momento de unir los esfuerzos de todos, sin partidismos estériles, y de apoyar a quienes, dentro del mundo islámico, luchan para que la semilla de Azzan se extinga.