EL ARTE DE RECTIFICAR

 Editorial de  “La Razón” del 07/11/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo ayer un sentido llamamiento a la calma durante la celebración del Comité Federal del PSOE, como respuesta a la tormenta lingüística y política desatada a raíz del reconocimiento del valenciano como lengua oficial diferenciada del catalán. Textualmente, Zapatero describió la situación como de «grescas continuas» y exigió a sus militantes que trabajen por una «España serena y no artificialmente agitada».
   No deberíamos interpretar las palabras del presidente como una simple admonición, una expresión más de su talante y sus buenos deseos; porque en ese «artificialmente agitada» se encierra el reconocimiento de que ciertas actitudes no buscan más que mantener la estrategia de la tensión con un claro objetivo de poder. En cierto modo, Zapatero descubre algo de lo que, sin embargo, siempre se había responsabilizado al Partido Popular: que el arte de la crispación; de tirar de la cuerda hasta el mismo punto de la ruptura, tiene entre los nacionalistas periféricos a algunos de sus más virtuosos intérpretes. Hoy es el problema artificial de las lenguas o de las selecciones nacionales; ayer, el de la financiación asimétrica, las deudas históricas o los símbolos franquistas del Valle de los Caídos; mañana, sin duda, serán la reforma de los Estatutos o el reparto de los beneficios de la Lotería Nacional.
   Y mientras, como recordaba ayer mismo Javier Solana, el mundo en el que España quiere jugar desde la Unión Europea un papel determinante se enfrenta a algunas de las crisis con mayor trascendencia de la historia reciente.
   Están bien los llamamientos a la calma y el recurso a la retórica de la solidaridad, pero tarde o temprano el Gobierno socialista tendrá que enfrentarse a la realidad de que no era el PP, precisamente, quien más crispaba