ALIANZA ENVENENADA
Editorial de “La Razón” del 28/11/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
La imagen de Josep Lluís Carod Rovira con la
llave en una mano para demostrar que era el dueño de la gobernabilidad del país
pasó a la historia cargada de un alarmante simbolismo sobre el porvenir que
aguardaba a los gobiernos en España y Cataluña. José Luis Rodríguez Zapatero y
Pascual Maragall depositaron la estabilidad política de sus ejecutivos en una
alianza de riesgo extraordinario con la responsabilidad implícita que
sobrellevaba la apuesta. El paso del tiempo ha demostrado la certidumbre de los
peligros de un pacto con un dirigente como Carod-Rovira, con agudos problemas de
tolerancia y prepotencia, derivados de un poso democrático descriptible. El
hombre de la llave, como un amo de masía, ha abusado hasta la fecha del
atolondramiento y pusilanimidad de dos administraciones que han mirado para otro
lado ante sus desmanes y órdagos continuados. Desde el Gobierno central, se ha
aceptado de una u otra forma abrir melones peligrosísimos e innecesarios como
los del concepto de nación española, la reforma estatutaria y constitucional,
las lenguas cooficiales o la financiación. Incluso, en un ejercicio paranormal
de debilidad, los socialistas llegaron a transigir con el pacto de Carod Rovira
y ETA en Perpignan. Una relación, pues, absolutamente tormentosa, que lleva a la
convivencia y la normalidad políticas en este país a un callejón con salidas
demasiado complicadas, si el Gobierno no reacciona y antepone los intereses de
todos a los propios. La tormenta en torno a la absurda polémica del hockey y la
declaración de guerra de Carod-Rovira a Madrid 2012, con una incidencia popular,
eso sí, limitada a la militancia independentista, ha sido el penúltimo episodio
de esta alianza envenenada, que ayer sufrió nuevas sacudidas con más soflamas
desde los ámbitos de ERC y la traca final del PNV, que reclamó un boicot de los
deportistas vascos y catalanes a las selecciones españolas.
La reacción de Pascual Maragall, con su declaración formal de que Cataluña
respaldará la candidatura madrileña a los Juegos Olímpicos, pero sin una mínima
reprobación a su coaligado, o la tibieza extrema del ministro López Aguilar en
su réplica al líder de ERC, parecen demostrar que no hay voluntad de ruptura y
sí de encastillarse en la inhibición crónica ante las barrabasadas de su aliado
y en la cesión ante todos sus planteamientos. Mariano Rajoy lo recordó ayer con
bastante razón: «Maragall y Zapatero son responsables por tener a Carod como
socio de Gobierno, teniendo alternativas». El Ejecutivo debiera asumir esa
situación, cambiar de pareja y desactivar así una bomba de relojería que puede
estallarle en las manos. Está obligado a quitarle la llave antes de que la casa
amenace ruina y los españoles paguen las consecuencias del desahucio.