DIPLOMACIA AUSENTE

 Editorial de  “La Razón” del 11/12/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Por mucho que el presidente del Gobierno y su ministro de Asuntos Exteriores se empeñen, las relaciones con un aliado estratégico como Estados Unidos atraviesan uno de los peores momentos de las últimas décadas. Una mezcla explosiva de torpeza, oportunismo, demagogia y desconocimiento logró dinamitar una privilegiada sintonía entre nuestro país y la mayor potencia del mundo, que dejó un saldo más que positivo para los intereses españoles en los últimos años. El Ejecutivo socialista, empecinado en dar «patadas en las espinillas» a Estados Unidos con asuntos como la súbita retirada de Iraq, la campaña para que el resto de los aliados abandonaran a su suerte a EE UU en aquel país o su apoyo explícito al candidato Kerry en las últimas presidenciales norteamericanas ha entendido tarde y mal las consecuencias de actuar frívolamente en política exterior. Washington, desde luego, se ha encargado de que José Luis Rodríguez Zapatero, Miguel Ángel Moratinos y la opinión pública española percibieran con nitidez los frutos de una gestión desafortunada. Y, mientras el presidente del Gobierno esperaba la llamada telefónica de Bush, éste se reunía dos horas con Aznar. Y, casi al mismo tiempo que Moratinos casi se abalanzaba y arrinconaba al cesante Powell contra un rincón para forzar una charla de diez minutos, Condoleezza Rice, nueva secretaria de Estado, se entrevistaba dos horas con la ex ministra de Exteriores, Ana Palacio. El número de desplantes al Gobierno se acumula y vender idílicos deseos como realidades no solucionará este grave problema político y diplomático, que acarreará consecuencias. El Gobierno debe enderezar el rumbo de una política exterior desdibujada y ausente, con atención prioritaria a los intereses nacionales y sin concesiones gratuitas a aliados aduladores. Nuestras referencias no pueden ser Castro o Chávez, ni siquiera París o Berlín en soledad, sino las democracias occidentales que gravitan en torno a los ejes comunitario y trasatlántico. Washington espera gestos de cambio, pero con Miguel Ángel Moratinos al frente del Ministerio serán complicados, casi imposibles. Una nueva etapa, imprescindible, debiera pasar por una personalidad diplomática más prudente.