UN MECANISMO CONSTITUCIONAL
Editorial de “La Razón” del 09/01/2005
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
La encuesta elaborada por Celeste-Tel para LA
RAZÓN demuestra que ninguno de los alambicados argumentos y subterfugios del
lendakari Ibarreche y del Partido Nacionalista Vasco para presentar el plan
soberanista como una reforma estatutaria ha conseguido calar en la opinión
pública española. La inmensa mayoría de los consultados, un rotundo 81,17 por
ciento, cree que detrás de toda esta maniobra se esconde el intento de
independizar el País Vasco y segregarlo de España. Y, por supuesto, tres de cada
cuatro españoles no están nada de acuerdo. Sin embargo, lo más significativo de
los resultados del sondeo es la conciencia ampliamente instalada entre los
ciudadanos de que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo
español, en plena identificación con el fundamento de nuestra Carta Magna,
explícitamente recogido en el Artículo 1. Y así, el 80,83 por ciento de los
encuestados considera que deben ser todos los españoles, y no sólo los vascos,
quienes tengan derecho a decidir sobre una hipotética independencia del País
Vasco. Es una cuestión fundamental, si tenemos en cuenta que desde el PNV y sus
socios del gobierno autónomo se intenta negar la legitimidad al Parlamento para
intervenir en el futuro de una parte de España.
Estos resultados, que se pueden calificar de plenamente plebiscitarios, se
repiten en la pregunta de si el PP y el PSOE deberían hacer frente común contra
el Plan Ibarreche, a lo que el 73,33 por ciento de los consultados responde
afirmativamente, demostrando la percepción general de que nos hallamos ante un
problema de Estado, grave, cuya resolución debe primar por encima de las
diferencias de partido.
Este estado de opinión permite al actual Gobierno socialista plantear la
resolución del problema con tranquilidad, pero en una sola dirección y, además,
inequívoca: la que garantiza la indisoluble unidad de la Nación española.
Comprendemos que el presidente, Jose Luis Rodríguez Zapatero, se muestre
renuente a la hora de invocar el empleo de uno de los instrumentos legales del
Estado, la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que prevé la
suspensión de una autonomía. Es evidente, y nadie plantea otra actitud, que la
puesta en práctica del artículo citado debe contemplarse como un último recurso,
una vez agotadas todas las vías de acuerdo político y los instrumentos legales
de nuestro ordenamiento jurídico. Este es el sentido que hay que dar a las
palabras de políticos como Juan Carlos Rodríguez Ibarra o Manuel Fraga, ambos
presidentes autonómicos, y figuras notables en el proceso democratizador que
configuró el actual modelo territorial español. La aplicación del artículo 155
es una medida, sin duda, indeseada, pero es un instrumento legítimo de nuestro
Estado de Derecho.