ETA MARCA A IBARRECHE

 Editorial de  “La Razón” del 11/01/2005

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Cuando el Plan Ibarreche fue aprobado en el Parlamento vasco con los decisivos votos de tres parlamentarios del brazo político de ETA, era ya un secreto a voces que el desvarío secesionista del lendakari nacía bajo la tutela y supervisión de la banda terrorista, y que así se lo recordaría tantas veces como hiciera falta y con los medios precisos durante el recorrido vital del proyecto. Ibarreche midió mal, muy mal, y no sólo traicionó y vendió a su suerte a al menos la mitad de la ciudadanía vasca, la no nacionalista, sino que puso buena parte del futuro político de toda la comunidad en manos de un grupo terrorista con centenares de asesinatos y miles de víctimas a sus espaldas. Pero dio también torpe y desgraciadamente un rol protagonista en la vida política vasca a un entramado criminal que lo había perdido por el cerco jurídico-policial al que había sido sometido por la estrategia emanada del Pacto Antiterrorista. Desde su atalaya de Ajuria Enea, Ibarreche, fanatizado, desnortado y enrocado en un nacionalismo radical, insufló oxígeno a una serpiente que agonizaba hasta reanimarla y auparla a una privilegiada situación que debiera preocupar hondamente a cualquier demócrata responsable. Y de ello tendrá que responder más tarde o más temprano ante la sociedad que no le perdonará tampoco que mintiera con contumacia y alevosía al conculcar su compromiso de sacar adelante su Plan sin los votos de Batasuna y en un escenario sin violencia. Ibarreche no ha cumplido ninguna de las dos premisas, más bien todo lo contrario. Ahora, ETA se siente con la sartén del escenario vasco por el mango y pretende forzar la máquina para imponer su proyecto independentista, excluyente y represor. Ahora, el lendakari ya conoce, como informa hoy en exclusiva LA RAZÓN, que la banda terrorista ha dado de plazo al PNV hasta el «Aberri Eguna», fiesta separatista de finales de marzo, para que negocie con Batasuna el texto de un nuevo estatuto y la pregunta que será sometida a ese referéndum ilegal que Ibarreche no para de anunciar. ETA, en definitiva, quiere un nuevo «Pacto de Estella» para tratar de imponer la independencia del País Vasco. La noticia demuestra que la irresponsabilidad del Gobierno vasco no conoce límites y que ha embarcado a la sociedad en una encrucijada de solución imposible con una ETA de supervisora mientras acaricia el gatillo de su pistola. Desde el lado de los demócratas debiera corresponder no dar tregua a un proceso con el sello etarra, aunque algunos persistan en sus estrategias de cálculos partidistas y electorales cuando todos nos jugamos tanto. Lo cierto es que quien juega con fuego, como Ibarreche, suele terminar por quemarse.