SE AGOTA LA IMAGEN

 

 Editorial de  “La Razón” del 24/04/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 La encuesta del oficial Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicada esta semana otorga aval científico a lo que hasta ahora parecía ser sólo opinión de unos pocos medios de comunicación, a saber: que la confianza y credibilidad del presidente Rodríguez Zapatero están cayendo en picado. Recordemos las principales cifras:

en abril de 2004, el 66,8 de los encuestados manifestaba su confianza en el nuevo presidente Zapatero. Un año después, el porcentaje de quienes aún mantienen esa confianza ha descendido 18 puntos y más de un 42 por ciento de los españoles

confiesa no tener ninguna o poca confianza en él. Si trazamos un paralelismo con José María Aznar, que no fue un líder precisamente bien tratado por las encuestas, se observa que la confianza de los españoles en él aumentó 4 puntos en su primer

año de Gobierno. Es decir, que mientras el líder popular, que gobernaba también en minoría, fue ganándose a la opinión pública por la solvencia en la gestión, Rodríguez Zapatero está sufriendo un desplome de notables proporciones. ¿Las razones?

La misma encuesta del CIS se encarga de responder a la pregunta: Al día de hoy, más del 51 por ciento de los españoles opina que la gestión del Gobierno socialista es regular, mala o muy mala. Es decir, Zapatero no consigue el aprobado ni siquiera

de todos cuantos le votaron el 14-M, tres días después del jueves negro.

Los datos del CIS no deberían caer en saco roto por la preocupación e incertidumbre que reflejan en la sociedad española. El presidente Zapatero haría bien en recapacitar sobre la deriva de su Gobierno, mezcla de impericia, sectarismo y rectificaciones.

Los españoles le están diciendo que su sonrisa, antes simpática, ya no es nada tranquilizadora y que su talante, elogiable como método de trabajo, no sirve para ocultar su debilidad, sus concesiones a comunistas e independentistas y su falta

de previsión. La sociedad española le está diciendo a Zapatero que su Gobierno no puede ser como la orquesta del «Titanic», el conjunto que amenizaba la verbena de las sonrisas y las palmaditas en la espalda mientras el magnífico trasatlántico se hundía.

Y a esta nave que es España le empiezan a crujir las cuadernas. Tiene un piloto que gobierna con la vista clavada en el retrovisor, ocupado en deshacer lo hecho por el Gobierno anterior, obsesionado en desenterrar el cadáver de la historia como

si su futuro estuviera en el pasado. Un piloto con la brújula desnortada, atrapado por una marinería que sólo pacta para mejorar el rancho y con un equipo profundamente dividido sobre el rumbo a seguir. Las exigencias de ERC, con el que gobierna, hacen de Zapatero un rehén político, antes que un presidente fiable. Las aspiraciones de Maragall suscitan la indignación de sus compañeros andaluces, extremeños y machegos, además del resto de España. El terrorismo etarra aguarda agazapado

esperando concesiones y debilidades para soltar la zarpa. El crédito y prestigio internacionales acumulados han sido arrojados por la borda y ahora se mendiga ante EE UU hasta una mediación en Ecuador, como si el Gobierno quisiera diplomarse

en sátrapas, populistas y dictadores. La economía empieza a renquear. El conflicto hidrológico se agrava. Algunos ministerios siguen en estado virginal y suplen la falta de proyectos con la incontinencia verbal del ministro o la ministra de turno. El Poder Judicial está indignado por la intromisión gubernamental. Y así sucesivamente.

Todo esto es lo que, bajo la frialdad de los números, está proclamando la encuesta del CIS para quien lo quiera oír. Pero parece que el más interesado es, precisamente, el más sordo.