ACOGIDA LINGÜÍSTICA Y EXCLUSIÓN CULTURAL
Artículo de Antonio
Robles en “El Mundo” del 15.06.2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para
incluirlo en este sitio web.
El Plan De Acogida Del Departament D'accio Social I Ciutadania está diseñado para inducir al inmigrante a que
interiorice que el catalan es el unico
idioma de Cataluña y para utilizarlo como materia prima de la construccion nacional.
Hubo un tiempo de exclusiones lingüísticas: Franco murió en el siglo
pasado. Hubo un tiempo para reivindicar el legítimo derecho del catalán: La
Constitución española de 1978 lo incluyó. Hubo un tiempo para normalizar y
mimar al catalán por su inferioridad oficial: Hace ya mucho tiempo que su
normalización lleva aparejada la exclusión del castellano de las instituciones
catalanas. Hubo un tiempo para la mentira: Cuando nos hablaban de bilingüismo
sólo pretendían contar con la colaboración de la población castellanohablante
en la recuperación del catalán y mantenerla callada ante la exclusión del
castellano. Ha llegado el tiempo de llamar a las cosas por su nombre: En
Cataluña se está practicando la exclusión cultural con escalofriante cinismo
moral. Pero no por todos los ciudadanos catalanes, ni por todos
conscientemente. Si pudiéramos simplificar en dos grandes grupos sociales los
que construyen la exclusión lingüística, habríamos de atender a los que
colaboran con la exclusión, pero no son conscientes de ella y los que hacen de
la exclusión su modo de vida.
Los avatares de la historia y las mayorías parlamentarias catalanistas
han universalizado comportamientos de sectarismo cultural en nombre de la
recuperación del catalán. La ausencia de oposición institucional a esa línea victimista ha justificado la exclusión del castellano en
nombre de la normalización y ha terminado por hacer vivir como normal lo que es
un delito moral de exclusión.Los mecanismos de buena
conciencia del primer grupo social se han consolidado por la necesidad de
restaurar, asentar y convertir al catalán en idioma propio y respetado en su
propio territorio. Los excesos que se cometen por conseguirlo por parte de este
grupo social, no tendrían por afán excluir al castellano, sino asentar al
catalán. Las políticas agresivas que se llevan a cabo para conseguirlo, las
viven como legítimas, y las quejas ante ellas como ataques a Cataluña. Materia
propia de Expediente X.
Ocurre lo mismo en el otro grupo social, nadie se siente culpable, pero
abiertamente trabajan para eliminar todo vestigio cultural y lingüístico
español. La ideología nacionalista les evita plantearse la naturaleza de su comportamiento
racista. Su legitimidad nace de la necesidad de construir una nación basada en
el mito de que a cada territorio le corresponde una lengua propia. Y como eso
además de falso es imposible, violentan la realidad para crear una atmósfera
sociológica tal que la cultura y lengua españolas se perciban como agresivas y
en cualquier caso, ajenas a la auténtica esencia catalana. Ese modelo cultural
del peor nacionalismo lingüístico franquista está amparado en la buena
conciencia que le garantizan el concepto de «nación» y
de «lengua propia».
Se ve en cada acción de cualquier institución. Todo está presidido por
una obsesión identitaria, cuyo fundamento legitimador
es la lengua propia y cuyo fin es construir la nación catalana, libre de la
cultura española. Esa máquina de desbrozo nacional, en su empeño por eliminar
cualquier huella lingüística y cultural españolas del imaginario colectivo
catalán, ha monolingüizado desde el callejero a
cualquier institución, pero ahora pretende además, colonizar las conciencias.
En el Document de Bases del Pacte Nacional per a la Immigració y su Guia pràctica d'acollida lingüística,
la conselleria d'Acció
Social y Ciutadania que preside Carme Capdevila, de
ERC, ha plasmado todos los mecanismos imaginables para convertir a los
inmigrantes en carnaza de la construcción nacional. Muchas de las
recomendaciones serían aceptables si no excluyeran al castellano, pero resultan
ofensivas porque están diseñadas para inducir al inmigrante a que interiorice
que el catalán es el único idioma de Cataluña. Sin pasado histórico, cultural
ni lingüístico de España, el inmigrante aparece ante los nacionalistas como una
mente en blanco que se le debe amueblar de la identidad nacional catalana. El
objetivo es tabularlos en programas de acogida para evitar que se contaminen
con la cultural plural de España e inculcarles la máxima: «Una nación, Una
lengua propia y Una cultura». No voy a hacer mención de ninguno de los mecanismo porque excederían las posibilidades de
espacio de este artículo, pero no me resisto a denunciar la voluntad de la
consejería por hacerlos llegar a todos los ámbitos de la vida social para
cercar la formación de los inmigrantes en un coto sin escapatoria posible.
La única legalidad del nacionalsocialismo en la Alemania de 1939 fue el
poder que les dio el ganar unas elecciones democráticas. Pero su legitimidad no
nacía de la razón o la justicia, sino de su fuerza. Hoy en Cataluña, lo único
que explica que el nacionalcatalanismo impida que se
pueda estudiar indistintamente en catalán o castellano, es porque ocupan el
poder, no porque sea justo; lo único que explica que puedan sancionar por
rotular sólo en castellano y por el contrario, subvencionar a los que rotulen
sólo en catalán, es porque ocupan el poder, no porque sea justo, y si hoy
incumplen un decreto del ministerio para impartir la tercera hora de castellano
o no obedezcan a tres sentencias del TSJC que obliga a la Generalitat a
respetar el derecho de los padres a escoger la lengua vehicular en que quieren
que sus hijos estudien en la escuela, es porque al racismo cultural hoy lo
llaman cohesión social, normalización o defensa del ecosistema lingüístico
catalán.
Antonio Robles es diputado de Ciutadans en el
Parlament de Catalunya