MARÍA SAN GIL O EL NO A LA RESIGNACIÓN

 

 Artículo de  José Carlos Rodríguez en “Libertad Digital” del 11/02/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

  

Media hora antes de las ocho, hora en que Mariano Rajoy tomara la palabra para presentar a María San Gil como candidata del Partido Popular a Lehendakari, la sala se encontraba ya abarrotada. Varios asistentes tuvieron que seguir el acto en el pasillo, sin poder apreciar el geto de la candidata, aunque sí sus palabras. María San Gil ha hecho una declaración firme, clara, nítida, de defensa de los valores democráticos y de la Constitución frente a los nacionalismos. En un diagnóstico certero de la situación que vive el País Vasco, la candidata popular ha denunciado lo que parece ser el verdadero objetivo del PNV y los nacionalistas. Acabar con el Estatuto de Guernika, que ha otorgado una unidad política al País Vasco por primera vez en la historia. Acabar con la Constitución, que ha reconocido más libertades de todos los españoles, incluidos los vascos, que en la historia de nuestro país. Y todo ello para mantener un régimen que les perpetúe en el poder.

 

Del mismo modo denunció lo que se revela como una estrategia conjunta de nacionalistas y ETA desde Estella y que ha culminado en el Plan Ibarretxe como proyecto político disgregador y de poder. Echando la vista atrás, en el décimo aniversario de Gregorio Ordóñez, San Gil ha recordado cómo tras su asesinato una gran parte de la sociedad vasca y española se cansó de aceptar el chantaje de la banda asesina. El anterior gobierno libró una lucha implacable contra ETA no solo policialmente sino políticamente, respaldando así a lo mejor y más sufrido de la sociedad. Por primera vez descubrimos que se podía vencer a ETA. Hoy, según ha denunciado María San Gil, el nacionalismo ha pasado a la vanguardia de la ruptura institucional con el resto de España, con la ETA aguardando en la retaguardia.

 

El panorama no llama al optimismo, pero por fortuna quienes no se resignan al atropello nacionalista no se encontrarán solos. Si algo ha definido la intervención de San Gil ha sido reconocer que “la resignación no es una alternativa política” y que “no podemos quedarnos en el diagnóstico”. La lucha del nacionalismo por imponer sus tesis excluyentes y sectarias no deja más opción que el sometimiento o la lucha por la libertad de uno mismo y de los conciudadanos. Junto con el recuerdo de Gregorio Ordóñez, una de las partes emotivas del discurso de la candidata popular a la presidencia del Gobierno Vasco fue el recuerdo de cuando, hace cuatro años, la defensa del constitucionalismo y de los derechos y libertades de los vascos estaba liderada por dos partidos, PSOE y PP. Nicolás Redondo Terreros y Jaime Mayor Oreja. Hoy el primero ha sido sustituido por quienes han apostado por el sometimiento, mientras que el segundo ha acompañado a la nueva candidata popular.

 

Cuando el discurso del odio y del enfrentamiento de “vosotros contra nosotros” y el victimismo marcan el lenguaje y la agenda políticos, todo queda justificado si se hace desde el nacionalismo, nada si procede del bando constitucionalista. La mera gestión de los asuntos ciudadanos, que ocupa los debates en los países democráticos, queda por completo relegada. Cuando la misma condición de ciudadano está amenazada, cuando muchos vascos viven amenazados, con la necesaria compañía de los escoltas, o en un exilio interior “silencioso y amargo”, como ha destacado San Gil, por el mero hecho de reconocerse españoles, el debate sobre el progreso y el bienestar desaparece. Hay que terminar con una política que es una amenaza, no solo para recuperar el significado de la palabra ciudadano, sino para volver a centrar el debate en los verdaderos intereses de los ciudadanos.