EL PAPEL VERGONZOSO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
ESPAÑOLES ANTE LA CRISIS
Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 12 de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Los medios
de comunicación españoles, en concordancia con su degradación y alejamiento de
la democracia en las últimas décadas, se han cubierto de vergüenza y oprobio
por el papel que han desempeñado en la gestación y explosión de la actual
crisis. Han silenciado el desastre creciente de la economía, han tapado las
mentiras, carencias y errores del gobierno y han proyectado hacia la sociedad
una imagen de normalidad y de fiesta que ha impedido a los ciudadanos ser
conscientes de que eran conducidos hacia el abismo por una "casta"
política ineficiente, arrogante y tramposa.
Han tenido que llegar las denuncias veraces y solemnes de grandes medios
internacionales para que los españoles tomen conciencia del desastre económico
de su país. Sólo gracias a The Economist
y al Financial Times hemos sabido que Zapatero es un
inmaduro "que no da la talla" y que España, bajo su mandato, se
dirige hacia el abismo. Casi la totalidad de los grandes medios españoles han
mentido u ocultado la verdad, que también es mentir, traicionado su deber de
informar con veracidad, olvidando su obligación de defender a los ciudadanos y
a la democracia y actuando como cómplices de los políticos y de los poderosos
que han esquilmado y hundido a España.
Los políticos, los grandes culpables del desastre español, eran y son, sin
merecerlo, las estrellas rutilantes de la prensa, la radio y la televisión. Ver
un telediario significa contemplar un desfile brillante de políticos poderosos
que exhiben poder y que parecen gobernar una nación con tino y sin traumas,
cuando la realidad es que son mediocres que conducen su país hacia el matadero.
Si los medios han olvidado la obligación de informar verazmente, peor todavía
ha sido el incumplimiento del deber democrático de vigilar, fiscalizar y
criticar a los grandes poderes, en especial, al gobierno. Los medios españoles,
sometidos y muchas veces "babosos" ante los poderosos que contratan
publicidad, han soportado y difundido la mentira del poder, elevada al rango de
método de gobierno, han ocultado el endeudamiento suicida de España, han
escondido la corrupción, silenciando que infecta al Estado hasta la médula, han
desviado la mirada ante los privilegios indecentes de la "casta", la
marginación de los ciudadanos de los procesos de toma de decisiones y otros
muchos desmanes y errores que nos han conducido hasta el dramático momento
actual, en el que España es ya el gran enfermo de Europa, un país poco fiable,
incapaz de adoptar las medidas que necesita con urgencia y en riesgo auténtico
de quiebra.
Pocas líneas y pocos espacios en los medios para cubrir el gran drama del
avance de la pobreza. Insuficientes espacios para destacar el terrible
sufrimiento de los millones de parados, las grandes víctimas de la ineficacia
del poder, a los que ni siquiera se les ha asegurado el derecho fundamental a
vivir con dignidad. Los medios han dejado de mirar hacia el ciudadano y han
concentrado su atención en la "casta" que controla el Estado, de la
que esperaban y muchas veces obtenían, dinero en forma de publicidad, concesiones
de frecuencias y canales audiovisuales, filtraciones y muchas otras ventajas,
algunas de ellas inconfesables.
A
cambio, esos medios han contribuido activamente a la manipulación de los
ciudadanos por el poder, han convivido con la mentira, se han alejado de la
verdad y han convertido al ciudadano, que es el aliado natural de la prensa
libre en democracia, en la presa a la que se ha engañado y narcotizado.
Como consecuencia de esas traiciones, el ciudadano está dejando de leer
periódicos y hasta la televisión ha sentido en sus propias carnes el descenso
de una audiencia que se refugia en Internet para encontrar allí la verdad y la
decencia informativa que ya no encuentra el los imperios mediáticos.
Como
consecuencia de la traición, el periodista es, junto con el político, el
profesional mas desprestigiado de la España del siglo XXI. Hace apenas dos
décadas, políticos y periodistas eran considerados como los grandes héroes de
la democracia, pero hoy son señalados, con toda justicia, como los grandes
traidores, unos por haber hundido la democracia, transformándola en una sucia oligocracia de partidos, y los otros por poner la
información al servicio de los partidos y haber actuado como cómplices de los
políticos en el mal gobierno, el engaño, la manipulación y la corrupción del
sistema.
El
papel de los medios sigue siendo vergonzoso y traidor al ciudadano incluso en
el difícil presente de España. Los medios, como los políticos, saben que el
futuro de España está plagado de amenazas, dramas y sacrificios, pero lo
ocultan. No dicen que los sueldos tendrán que bajar, que las pensiones, también
descenderán, que nos jubilaremos más tarde y que volveremos a ser un país
pobre, salvo que consigamos cambiar nuestra sociedad como un calcetín e
impongamos en nuestra miserable cultura el esfuerzo, el respeto, el sacrificio,
la decencia y otros valores que los políticos, con la complicidad de los
medios, han asesinado en las últimas décadas.
Ni siquiera se hacen eco del grito ciudadano que exige a los políticos que
rebajen sus sueldos y renuncien a privilegios y ventajas que no merecen y que,
además, en tiempos de crisis, son obscenos.
El
silencio de los medios ante realidades tan españolas como la injusticia, la
desigualdad y el asesinato de la democracia española es de una indecencia
inmunda.
Pero
el asunto en el que la traición de los medios ha sido más vil y sucia es en la
degeneración de la democracia española, convertida a espaldas de los ciudadanos
en una vulgar dictadura de partidos políticos. La democracia le ha dsido arrebatada al ciudadano y ha desaparecido de España
sin que los grandes medios hayan dicho ni una sola palabra al respecto.
De las
grandes condiciones y normas, imprescindibles para que exista democracia,
España no cumple ni siquiera una: no hay separación de poderes porque la
Justicia está sometida y los partidos nombran magistrados en los altos
tribunales; las elecciones no son libres porque no son los ciudadanos sino los
partidos los que elaboran esas listas cerradas y bloqueadas ante las que el votante
sólo puede decir "sí" o "no"; la ley no es igual para todos
y se aplica "según convenga a la jugada", como reconoció el Ministro
de Justicia Bermejo; el gobierno, que en democracia debe someterse a férreos
controles por parte de la ciudadanía, se ha hecha casi impune e inmune y no
permite control alguno; la sociedad civil, cuyo papel en democracia es servir
de contrapeso al Estado, está ocupada por los partidos y en estado de coma; el
ciudadano, que es el soberano del sistema democrático, está marginado y es
vapuleado a diario por "la casta" política; la prensa, cuyo papel en
democracia es informar con veracidad y fiscalizar a los grandes poderes, sobre
todo al Estado, está comprada, alineada con alguno de los grandes partidos y
acostumbrada a mentir y a difundir "la verdad del poder", que es
diametralmente diferente a la "verdad".
La
prensa cómplice y cobarde es, después del inmenso fracaso de la
"casta" política, el mayor drama de esta España actual, colocada al
borde del precipicio por un gobierno incapaz y por partidos, tanto de derecha
como de izquierda, que han traicionado al ciudadano y a la nación, anteponiendo
sus intereses y privilegios al bien común.
Francisco Rubiales