PROTOTIPOS DE LA ESPAÑA SUCIA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 08
de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
José
Bono, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy son tres prototipos que
reflejan magistralmente la degradación de la política española, tres hijos de
esa España sucia que, de la mano de sus políticos, camina hacia el desastre.
Según las denuncias de la prensa, el primero ha sucumbido a la tentación del
dinero; el segundo es símbolo de la degradación del liderazgo y de la
prostitución del sistema democrático y el tercero es el abanderado de la
cobardía y el líder de una oposición frustrante, incapaz de ilusionar, que no
merece alcanzar el poder.
José Bono, nada menos que el presidente del Congreso de los Diputados y la
tercera autoridad del Estado, aparece ante los ojos del ciudadano como
prototipo de la adicción de los políticos al dinero, todo un símbolo del
deterioro de la democracia, de la caída de los valores y de esa vulgar
"casta" que está llevando a España hacia la ruina. Su patrimonio ha
crecido como la espuma con la ayuda de empresarios que se han beneficiado de
sus decisiones como dirigente político. Es probable que se haya mantenido
dentro de la legalidad, pero también es más que probable que se haya
aprovechado de su cargo para enriquecerse y eso, en democracia, aunque sea
legal, es sucio y miserable.
Hay miles, decenas de miles de políticos españoles como Bono. Algunos,
demasiado ambiciosos o torpes, se "descuidan", sobrepasan la frontera
de lo legal y terminan públicamente denigrados o en la cárcel, pero la mayoría
se mantiene impune, dentro de los inmensos espacios donde la casta política
puede practicar la corrupción sin riesgos, gracias a la escasa democracia que
existe en España, a la deficiente legislación y la cobarde permisividad de la
sociedad con los chorizos y sátrapas.
El presidente Zapatero simboliza la degradación del liderazgo y las peores
prácticas que se estilan en una política de cloaca. Su gobierno no sólo está
llevando a España hacia la ruina como pueblo, sino que, además, degrada la
democracia hasta límites insoportables y causa dolor e infelicidad a los
millones de españoles que, por su culpa, están ingresando en las filas del
desempleo, la pobreza, la desconfianza y la desesperación.
Zapatero ha mentido y engañado desde la cúpula del poder, ha negado la
evidencia y es capaz de comprar votos en el Congreso con dinero público, para
aprobar las leyes que le convienen, que no son siempre las que desea la
mayoría. Pero su peor pecado contra la democracia quizás haya sido el de pactar
con partidos políticos situados en las antípodas ideológicas, pagando esos
pactos con el dinero de todos, alterando así la igualdad entre los españoles y
demostrando que sus prioridades son el poder y sus intereses.
El resultado de esa política, digna del desprecio ciudadano, es la ruina moral
y económica de España, que es el país más dañado por la crisis en todo el
Occidente desarrollado y una nación que ocupa lamentables puestos de liderazgo
mundial en casi todo lo detestable: desempleo, avance de la pobreza,
desigualdad, prostitución, tráfico y consumo de drogas, fracaso escolar, baja
calidad de la enseñanza, crecimiento desordenado del Estado, desprestigio de la
política, incremento de la distancia que separa a ricos y a pobres,
intervención y castración de la sociedad civil y un largo etcétera.
Mariano Rajoy es el prototipo de la cobardía, el símbolo de una oposición que,
incapaz de arriesgar, de ilusionar y de embarcar al ciudadano en la atractiva
tarea de regeneración, ha preferido esperar a que el edificio socialista, lleno
de grietas, se derrumbe, víctima de sus errores y excesos, para entrar sin
esfuerzo en la Moncloa. La oposición política que comanda Mariano no es digna
de alcanzar el poder porque está impregnada de cobardía y de falsa prudencia,
porque se parece demasiado al socialismo adversario, porque convive fácilmente
con la corrupción y porque ni siquiera entiende que lo importante para España
no es la alternancia sino la regeneración, escapar del foso podrido en el que
la han arrojado sus malos políticos y gobernantes.
Bono, Zapatero y Rajoy no son los únicos prototipos de la triste fauna política
de la España que se hunde, aunque sí los hoy más destacados y emblemáticos.
Pero hay otros muchos, desde sindicalistas atiborrados de poder y privilegios,
comprados por el gobierno, que ya no representan a los obreros y empleados sino
a sus propios intereses, hasta periodistas sometidos a partidos políticos y a
intereses de poder, sin olvidar a intelectuales silenciados a cambio de
privilegios, captadores de subvenciones, empresarios "conchabados"
con el poder político, totalitarios disfrazados de demócratas, corruptos,
enchufados, paniaguados y una deshonrosa legión de millones de votantes
fanáticos, gracia a los cuales los sátrapas pueden mantenerse en el poder y
culpables, en gran medida, de que la democracia española sea hoy una
floreciente pocilga.