LA IZQUIERDA ESPAÑOLA, EN SU FRACASO, AÑORA Y NECESITA
AL GENERAL FRANCO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 15
de mayo de 2010
Contra
Franco, la izquierda española pudo ganarse el favor de las masas y aparecer,
incluso, como demócrata. Aquel fue un engaño magistral que ahora quieren
repetir, a pesar de que saben que se han degradado tanto que ya es imposible
repetir la jugada. Sin Franco, sus miserias, incapacidades, deficits y errores
se han hecho visibles. El engaño ya no puede mantenerse por más tiempo. La
realidad, cada día más visible, demuestra que España, bajo el mandato de la
izquierda degradada que comanda Zapatero, es una fábrica eficiente de desempleo
masivo, pobreza, desprestigio internacional y fracaso.
Tal vez Dios debería tener más piedad de los desgraciados españoles.
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Oponiendose
al Franquismo, la izquierda española consiguió ser un espejismo esperanzador,
pero, con Franco muerto, la izquierda española es una realidad lamentable que
sólo puede exhibir su realidad y su obra: una España decadente, dividida,
desmoralizada, sin confianza en su sistema político y en sus líderes y con sus
calles llenas de empresas destruídas, parados desesperados y nuevos pobres.
La Historia ha demostrado mil veces que la izquierda sabe destruir y que
funciona como ariete demoledor, pero que es oncapaz de construir. Saben
eliminar al Zar, pero lo sustituyen por Stalin, cien veces más inhumano y
dañino. Se oponen al capitalismo, pero, cuando alcanzan el poder, generan más
diferencias sociales, corrupción e injusticias que el peor capitalismo.
En España, cuando se oponían a Franco hasta consiguieron disfrazarse de
demócratas y ganarse la confianza de las masas, un capital que no han sabido
conservar con el tiempo y que hoy, 35 años después de la muerte del general,
han dilapidado casi por completo. Con su ideario social olvidado y enterrado,
el socialismo ha quedado redfucido a una jaula de sátrapas prescindibles,
obsesionados por el poder y los privilegios.
Por eso salen a las calles esgrimiendo de nuevo el fantasma de Franco. Por eso
empujan al juez Garzón para que abra las fosas y recupere el viejo odio que
tantas veces ha enfrentado a los españoles. Añoran al viejo general y esgrimen
su fantasma cada vez que pueden, intentando que siga proporcionándoles éxitos.
La verdad es que ellos son los únicos que no han olvidado a Franco. Los demás,
lo dejamos bien enterrado, bajo una losa de granito, cuando abrazamos con
infantil ilusión la Constitución de 1978.
La
añoranza irracional por el franquismo empuja a muchos de ellos a repetir eso de
que "Contra Franco vivíamos mejor", una frase que resume la inmensa
necesidad que la izquierda española tiene de Franco y de lo que el caudillo
representaba.
En aquellos tiempos del ocaso del Franquismo la izquierda española disfrutó de
una atractiva aureola de libertad y utopía que hoy ya no es creíble y resulta
imposible de mantener. Una vez muerto el general, con el poder en sus manos, la
realidad cruda se ha impuesto y la izquierda española solo puede exhibir su
lamentable creación: una España destrozada que, gobernada por Zapatero, camina
hacia el hundimiento de su prosperidad y su fracaso como pueblo.
Los actuales dirigentes del PSOE han contraído una deuda inmensa con la parte
sana de España que un día creyó en ellos, por haber dilapidado y frustrado
aquella fe. La confianza y la esperanza la han roto gracias al fracaso de la
política económica de Zapatero, a sus mentiras reiteradas, a su facilidad para
pactar con partidos de ideología contraria, siempre para mantenerse en el
poder, por su tendencia a comprar los votos que necesita en el Congreso con
dinero público, por su fácil convivencia con la corrupción, per su obsesión
incontrolada por el poder y por los privilegios que ese poder conlleva, por su
escaso apego a la ideología y a los valores y por su sorprendente incapacidad
para gobernar con inteligencia y justicia una nación moderna.
El
único gran "activo" que se le debe reconocer a la actual izquierda
degradada es la facilidad que posee para la propaganda, la mentira y la
manipulación profesional de la realidad. Con la ayuda de expertos bien pagados
por el erario público y con la inestimable colaboración de la gran mayoría de
los medios de comunicación españoles, especialmente de las grandes cadenas de
televisión, la izquierda ha sabido hipnotizar a las masas, imponerles la
mentira, disimular su fracaso y evitar, por ahora el castigo, que merecen por
sus obras.
La
izquierda española, cada día más acosada por el avance de la verdad e incapaz
ya de disimular su inmenso fracaso, se ha dado cuenta de que necesita
desesperadamente a Franco para recuperar su sentido histórico y para retornar a
una nueva "edad de oro" que ya es imposible. Sin Franco, la izquierda
que encabeza Zapatero es un desastre deprimente y digno de desprecio, tanto por
sus métodos como por su terrible balance histórico. La España que ellos
gobiernan y que han construído (con la inestimable ayuda de una derecha casi
tan decepcionante e incapaz de ilusionar como alternativa) es líder mundial en
casi todo lo deleznable: fracaso escolar, desempleo, avance de la pobreza,
prostitución, tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero, alcoholismo, baja
calidad de la enseñanza, amiguismo, enchufismo, nepotismo, abuso de poder,
hipertrofia del Estado, endeudamiento, despilfarro, destrucción del tejido
productivo, inseguridad ciedadana, pérdida de confianza de los ciudadanos en el
poder político, deterioro del sistema político, desprestigio de la
"casta" política y un largo etcétera que incluye corrupción,
urbanismo salvaje, record de población encarcelada, violencia en los hogares y
en las escuelas...
A
pesar de que su obra es una evidente pocilga y un grandioso monumento al
fracaso; aunque Zapatero y los suyos hayan acomulado méritos para dimitir cien
veces; a pesar de que las comunidad mundial les ha humillado al desacreditarlos
y convertir a España en un protectorado bajo implacable tutela, han decidido
"resistir" en el poder, aunque España se hunda cada día un poco más,
demostrando así hasta donde puede llegar la degradación de una izquierda que ha
renunciado a la verdad, a la limpieza y a la grandeza de lo público.