ZAPATERO, EL
DIRIGENTE PEOR VALORADO ENTRE LAS DEMOCRACIAS DEL MUNDO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 15
de noviembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Pocos
españoles son conscientes de la baja calidad del gobierno que soportan.
Zapatero es hoy el dirigente político peor valorado del Occidente democrático
y, con mucha diferencia, el más rechazado por sus ciudadanos, con el agravante
de que ese rechazo parece no afectarle lo más mínimo.
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Las
encuestas revelan que Zapatero es rechazado por el 88 por ciento de los
españoles y que su actual índice de popularidad es del 12 por ciento, el más
bajo en todo el mundo occidental. Bush, cuando finalizó su mandato, lo hizo con
un 32 por ciento de popularidad. Sarkozy, después de una oleada de huelgas
generales y de tumultos callejeros en toda Francia, tiene hoy una popularidad
del 30 por ciento y ha tenido que cambiar a todo su gobierno.
Zapatero reune todas las condiciones y
características para ser considerado un fracasado y un perdedor. Ha tirado por
la borda la aceptación que tuvo al ser elegido y ha arrastrado con él a su
partido, que perderá las elecciones generales y que, cuando la sociedad
española tome conciencia del enorme drama que representó el mandato de
Zapatero, permanecerá apartado del poder por muchos años, hasta que la infausta
memoria de ZP sea sepultada en el olvido.
Zapatero sólo se mantiene en el poder porque dirige los destinos de la sociedad
española, una de las más cobardes y sometidas entre las democracias mundiales,
capaz de soportar a un individuo que sólo es aceptado por uno de cada diez ciudadanos
y que está llevando a España hasta la ruina, el dolor y el fracaso.
Si no fuera un insensible caradura, sin alma democrática, las encuestas serían
argumento suficiente para hacerle dimitir y convocar elecciones anticipadas. El
rechazo de nueve de cada diez ciudadanos le trae sin cuidado, lo que demuestra
que detrás de su sonrisa se oculta un sátrapa sin un gramo de democracia en sus
venas.
Si a su casi nula aceptación se agrega su aterrador balance como gobernante, su
dimisión, justificada hasta el hartazgo, debería haber ocurrido hace años,
cuando quedó demostrado que era incapaz de decir la verdad a su pueblo o cuando
quedó claro que no sabía hacer frente a la crisis.
El rechazo popular que sufre y su pésimo balance como gobernante no sólo justifican
su dimisión sino también la necesidad de que se marche de España y no vuelva
jamás.
Ha arruinado un país próspero y ejemplo mundial de crecimiento, ha destruido
más del 30 por ciento del tejido productivo español, ha logrado que nuestras
calles estén pobladas por 5 millones de desempleados y por casi 10 millones de
pobres, ha perdido la confianza de los ciudadanos en el liderazgo, en la
política y hasta en la misma democracia, ha deteriorado la democracia hasta
límites peligrosos, ha instaurado la mentira y el engaño como políticas de
Estado, ha utilizado el dinero público para comprar votos y mantenerse en el
poder, ha convivido con la mas sucia corrupción sin
mover un músculo de su rostro, ha introducido la desmoralización y la tristeza
en su pueblo, ha ensanchado el foso que separa a los ricos de los pobres, ha
dividido y enfrentado a la sociedad española y ha envilecido y fanatizado a las
masas todo lo que ha podido.
El presidente del gobierno de España, tras seis años de mandato, ha convertido
la economía española en una de las 9 más amenazadas de quiebra en el mundo
desarrollado y ha afianzado a su país en el liderazgo internacional de asuntos
tan sucios y degradantes como la prostitución, la trata de blancas, el tráfico
y consumo de drogas, el blanqueo de dinero sucio, el desempleo masivo, el
avance de la pobreza, el deterioro de la democracia, la falta de esperanza y
horizontes para los jóvenes, el fracaso escolar, la baja calidad de la
enseñanza, el desprecio a la "casta" política, el desprestigio
internacional y otras muchas lacras, entre las que sobresalen la corrupción
pública, el Estado hipertrofiado e insostenible, preñado de enchufados y
parásitos amigos del poder, la justicia polítizada,
la marginación de los ciudadanos, la muerte de la sociedad civil y un largo
etcétera.
Cada día aparece una nueva lacra capaz de avergonzar a los españoles. La
penúltima ha sido el comportamiento cobarde ante un Marruecos que está
aplastando a los saharauis y violando los derechos fundamentales en la antigua
provincia española. La última, las revelaciones sobre el comportamiento de sus
ministras, desde una María Teresa Fernández de la Vega que circula por las
carreteras, en coche oficial, a 190 kilómetros por hora, hasta una Elena
Salgado que utiliza el coche para ir a la peluquería o para que le recojan
bombones y una Bibiana Aido a la que los chóferes
tenían que recoger en la madrugada, en los bares de copas.
Todas estas miserias, carencias, atentados contra la democracia y malgobierno generalizado justifican con creces el rechazo
masivo de su pueblo y reclaman una dimisión cargada de oprobio y vergüenza,
seguida de un exilio voluntario que aleje al verdugo del país que ha
destrozado.