ELECCIONES CATALANAS: LA HORA DE LA FURIA CIUDADANA

Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del   20-11-10

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Las "fechorías" de la mayoría de los políticos catalanes han sido muchas en los últimos años. Los ciudadanos catalanes necesitan recuperar la prosperidad y la cordura, para lo cual es imprescindible dignificar la política y el liderazgo. Las próximas elecciones representan la ocasión para penalizar a una "casta" política catalana que ha fracasado y malgobernado. La solución no es votar a la oposición para castigar al gobierno, sino penalizar a la "casta" que ha prostituido el sistema y pilotado el fracaso. El Voto en Blanco, el Voto Nulo de Reproche y la abstención activa son las únicas opciones decentes y democráticas en la Cataluña actual.


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Si en algún lugar de España se ha gobernado mal y se ha marginado al ciudadano de la política es en Cataluña, donde la clase política ha alcanzado un nivel de ineptitud y de arrogancia altamente peligroso. El resultado de muchos años de mal gobierno es que la tradicional prosperidad ha retrocedido y que una tierra que antes era admirada y citada como ejemplo de convivencia y pujanza hoy retrocede y pierde posiciones. Las elecciones catalanas de noviembre de 2010 representan una oportunidad única para que los ciudadanos catalanes den un puñetazo en la mesa, impongan la regeneración, den una lección inolvidable a sus políticos y recuperen el protagonismo que les corresponde en democracia.

El voto en Blanco, con su inmensa carga de protesta contra la corrupción y el mal gobierno, representa la mayor revolución ciudadana en el siglo XXI y la mejor vía para refundar una democracia que, en manos de los partidos y de los políticos profesionales, ha sido contaminada, vaciada de contenido y transformada en una sucia oligocracia partidista.

Nadie es tan merecedor hoy de un castigo ejemplar como los políticos catalanes, campeones en corrupción, en ineptitud, en victimismo, en sembrar la división y la discordia, en atiborrarse de privilegios y en anteponer sus propios intereses al bien común.


Los ciudadanos de Cataluña tienen la oportunidad de dar en las urnas una inolvidable lección a la casta política, incorporándose así a un movimiento mundial de rebeldía y protesta contra los malos políticos y la falsa democracia que representa la mayor esperanza cívica en estos comienzos del siglo XXI.


No pueden quedar sin castigo el retroceso de la prosperidad en Cataluña, los abusos de poder, el control totalitario de la prensa, la corrupción galopante en las administraciones públicas, las comisiones cobradas con descaro y arrogancia por los partidos políticos, el enriquecimiento injustificable de miles de cargos públicos, la marginación de los ciudadanos, el ensanche de la fosa que separa a ricos y pobres en la tierra catalana, la destrucción masiva de tejido productivo, el fracaso de la enseñanza, la incapacidad para integrar a los inmigrantes y decenas de tropelías y lacras cuyos únicos responsables son los malos políticos que han abusado del concepto representativo, se han apropiado del poder, se han atiborrado de privilegios inmerecidos y han dinamitado todos los controles y cautelas propios del sistema democrático para poder actuar casi con plena inmunidad e impunidad.


En esta democracia adulterada, el ciudadano sólo tiene poder en el momento en que se abren las urnas, cuando puede castigar a los ineptos y apostar por el cambio y la regeneración. Es la hora de castigar a los ineptos y de premiar a los que apuestan por la regeneración. En Cataluña ha llegado la hora del ciudadano y las campanas de la esperanza ya empiezan a sonar.