ANTISISTEMAS" Y "DISIDENTES"

Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 25 de enero de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

En la España de Zapatero, al que se opone y planta cara al Ejecutivo le llaman "antisistema", como si ese calificativo fuera una ofensa, sin tener en cuenta que a veces, sobre todo cuando el atacado por el poder es un demócrata que lucha por la regeneración, ser considerado "antisistema" es un motivo de orgullo y una hermosa distinción cívica y política.

 

Algunos pensadores políticos de prestigio opinan que, en las democracias degeneradas actuales, como la española y otras, ser un ciudadano demócrata, realista y crítico equivale ya a ser un "disidente" porque al poder no le gusta que le descubran sus mentiras y arremete contra todo el que se le opone, incluso cuando la oposición es democrática y regeneracionista, como en las viejas dictaduras comunistas, sólo que, en lugar de asesinar al disidente o enviarlo a Siberia, ahora lo desacreditan, lo marginan y, si pueden, también lo arruinan.

La clave de la política actual está en que el poder dominante ha roto con el pasado y con las más venerables tradiciones de la democracia, acabando con los famosos "checks and balances" (frenos y contrapesos del sistema) para lograr que el poder ejecutivo pueda actuar más libremente. La separación de poderes, la prensa crítica, la libertad de conciencia de los legisladores, la obligación de dimitir cuando se comete un error en el poder, la independencia de la sociedad civil y hasta el imperio de la ley y la igualdad han saltado por los aires para que los presidentes y primeros ministros sean más poderosos y ejecutivos. Ese cambio es ilegítimo porque ha dinamitado la democracia.

Alvaro Cuesta, secretario ejecutivo de libertades públicas del PSOE, acaba de calificar de "antisistemas" a los que están promoviendo una huelga de jueces. Zapatero llamaba "antipatriotas" a los que afirmaban que se acercaba la crisis, cuando él, para no perder votos en las elecciones, la negaba con cinismo. El misnistro Solbes hizo lo mismo en su famoso debate con el popular Manuel Pizarro, al que por poco envía a la horca por decir la verdad y vaticinar la crisis. Otros muchos dirigentes del gobierno han utilizado los términos "antisistema" y "antipatriota" para referirse a los que acudieron a manifestaciones multitudinarias que disgustaban al gobierno, a los críticos pertinaces y a los que se oponen abiertamente a las líneas fundamentales de la política gubernamental.

Sin embargo, que ningún auténtico demócrata se aflija o se afloje ante esas acusaciones porque mas bien deberían considerarlas como un urgullo y un blasón. Ser "disidente" en la España de Zapatero constituye toda una garantía de ciudadanía y democracia.

Los verdaderos "antisistemas" son los que están acabando con el sistema que debería regir la política espñola, es decir, con la democracia. Si eso es así, como dicta la lógica, los mayores "antisistemas" son los partidos políticos y sus políticos profesionales, autores de la sustitución de nuestra democracia por una oligocracia de partidos que no se parece a la democracia verdadera, ni a la que describe la Constitución Española.

Los partidos políticos y sus élites profesionales han acabado con al separación de poderes, imprescindible en democracia, y ni siquiera se ruborizan cuando designan magistrados: también han prostituido el sagrado derecho ciudadano a elegir a sus representantes porque sus listas cerradas y bloqueadas, elaborados por los partidos, impiden al ciudadano elegir y sólo le otorgan el poder de aceptar o rechazar lo que las élites políticas han elegido previamente. Esas mismas élites han demostrado su carácter antisistema al romper la cohesión, la igualdad y la solidaridad. También atentan contra el sistema al incumplir con su obligación de garantizar la seguridad de los ciudadanos y al aplicar la ley de manera arbitraria, "según convenga a la jugada", y al primar a los amigos del poder en concursos, concesiones y subvenciones. Pero quizás el atentado mayor contra el sistema sea el de convivir con dramas que el poder contempla ya con frialdad e indiferencia, como el desempleo, la pobreza, el hambre, la violencia, la opresión y la corrupción, algo que el poder político hace cada día con más descaro.

¿Quienes son los verdaderos "antisistemas" en España? Sin duda, los partidos políticos y los políticos profesionales.

En paises donde la democracia está siendo traicionada, ser "disidente", como ocurría en los derrotados regímenes del "socialismo real", con la URSS a la cabeza, es un orgullo y una dictinción ciudadana que ennoblece.