¿NO ES YA LA COPE "UNA BENDICIÓN DE DIOS"?

Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 19 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Hace poco, la COPE era considerada como una "bendición de Dios" por gran parte de la alta jerarquía católica española, según declaró el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, precisamente porque sus opiniones eran un contraste democrático y un baluarte de la disensión y la libertad de expresión en España. Hoy, esos conceptos parecen abandonados, a juzgar por la expulsión de Federico Jiménez Losantos, que es el principal activo de la cadena de radio católica española.

Aunque a veces sus críticas sean duras y dolorosas, la realidad ha demostrado que eran ciertas. Aunque sus informaciones hayan escandalizado a muchos, la COPE, pese a quien pese, es hoy una pieza imprescindible de la democracia española, sin la cual la sociedad española se encontraría más indefensa y sin contrapeso ante un gobierno demasiado poderoso.

El cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, supo ver, en marzo de 2006, el núcleo de la cuestión cuando, entrevistado en la "Cuatro", justificó y bendijo el trabajo de la COPE ante las preguntas "insidiosas" del periodista Iñaki Gabilondo, sometido al poder e icono mediático de los socialistas españoles: "la COPE es una bendición de Dios", dijo el cardenal, tras advertir del peligro de tener un país con "un gobierno único, medios de comunicación únicos y pensamiento único".

Ciertamente, sin la COPE, la democracia española, ya bastante degradada porque los gobiernos y los partidos invaden y ocupan el Estado, infiltran y mediatizan los poderes básicos y acumulan un poder desmedido, que carece de los más elementales controles ciudadanos, sería todavía menos democracia.

A los "esclavos" del poder, a los muchos que se benefician de la militancia política y a sus fanáticos "hooligans", carentes de capacidad crítica y defensores "hasta la muerte" de los suyos, les molesta la crítica, pero si leen los clásicos y se documentan en lo que es la democracia tendrán que admitir que, sin oposición y sin medios de comunicación capaces de ejercer la crítica y de influir, el Estado, privado de controles y contrapesos, tiende a hacerse totalitario.

En España fallan casi todos los presupuestos necesarios para que exista democracia: las elecciones están mediatizadas por esas listas cerradas y bloqueadas que impiden a los ciudadanos elegir libremente; los poderes básicos (ejecutivo, judicial y legislativo) carecen de independencia y están controlados o asediados por los partidos; la mayoría de los medios de comunicación están bajo control de los grandes poderes; la sociedad civil está agonizante; el Gobierno actua al margen de la opinión pública y, a veces, en contra de la opinión mayoítaria, etc.

En esa situación de intenso déficit emocrático, la existencia de un medio como la COPE, capaz de contrarrestar la enorme preponderancia de los medios progubernamentales, de irritar al todopoderoso poder político y de desvelar y denunciar sus mentiras, manejos, privilegios, trampas y traiciones, representa una garantía democrática (o una "bendición de Dios, dicho en términos católicos).

En una situación española marcada por el profundo déficit democrático, la corrupción, el poder incontrolado del gobierno y de la clase política y la marginación de los ciudadanos y de la sociedad civil frente al poder político, resulta de gran importancia que la Iglesia católica española, que también sufre el acoso gubernamental, se alie con los demócratas, las libertades y los derechos cívicos.

Ese apoyo de la Iglesia a la regeneración democrática y a las libertades y derechos fundamentales en España era también el camino hacia la propia regeneración de una Iglesia envejecida y adormilada que perdía constantemente fieles e influencia en la sociedad. Cuando parecía que el catolicismo español había encontrado su ruta hacia la "resurrección" y abrazado la causa de la regeneración y la recuperación de los valores, nos sorprende ahora el paso atrás del "desarme" de la COPE, su principal tribuna de influencia.

¿Error o traición de una jerarquía católica española cuyo mayor pecado histórico ha sido haberse alineado demasiadas veces al lado de los poderosos, abandonando el bando de la justicia y la decencia?