EL PP ES UNA
MAQUINARIA TORPE, ATRASADA E INEFICIENTE
Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 26 de mayo de 2009
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web
Muchos
españoles se preguntan cómo es posible que el Partido Popular no sea capaz de
aplastar electoralmente a un PSOE que, agobiado por la crisis y por el fracaso
de su gobierno, no se desgasta, resiste sorprendentemente y es todavía capaz de
ganar en las próximas citas electorales. La pura observación de la mal
gobernada España de Zapatero, que avanza hacia la pobreza y que se acerca a su
fracaso como nación, nos hace pensar que algo debe estar funcionando muy mal en
una oposición que es incapaz de noquear a un Zapatero que, dia
a dia, gana puntos para ser considerado por la
historia como el peor gobernante de España desde Fernando VII.
El Partido Popular, representante de la derecha española y principal partido de
oposición, está gravemente enfermo de torpeza e ineficiencia. Incapaz de
ganarse la adhesión de los españoles, a pesar de los fracasos del PSOE y de su
líder, que están conduciendo a España hacia la pobreza y la derrota, y de que
no encontrará otro momento histórico más propicio para ganar unas elecciones,
su actuación política demuestra no sólo su incapacidad para ganarse al
electorado, sino también que la derecha española está anticuada y lastrada por
su torpeza ante el marketing y la comunicación política.
Sin darse cuenta que los tiempos cambian, siguen desplegando la misma
estrategia que empleó Aznar para desalojar a Felipe González de la Moncloa. Los
líderes y estrategas del PP siguen creyendo torpemente que los españoles
siempre votan contra el gobierno y que merece más la pena alimentar su
decepción y cabreo que sus ilusiones y esperanzas. En consecuencia, su única
política como alternativa de gobierno es entrar al trapo y desgastar al
adversario con una crítica feroz, alimentada desde los medios de comunicación
críticos y afines, con la esperanza de que los españoles, indignados ante el
mal gobierno socialista, manden al paro o jubilen a Zapatero.
Es cierto que esa estrategia, pobre y democráticamente lamentable, ha
funcionado hasta ahora, pero muchos consideramos que los tiempos están
cambiando la sensibilidad de los españoles, que desean ahora ser convencidos e
ilusionados por sus políticos y que ya no están dispuestos a votar a un inútil
para que sustituya a un inepto.
En sus memorias, Bill Clinton defiende una concepción nueva de la política
cuando afirma que la misión de un líder ya no consiste en resolver problemas
económicos, políticos o militares, sino en "dar a la gente la posibilidad
de mejorar su historia". Según esa tesis, el poder del presidente ha dejado
de ser un poder de decisión y de organización para transformarse en una especie
de guionista, de realizador y de principal actor de una historia colectiva,
como si los ciudadanos estuvieran viviendo una serie de televisión.
Parece
ser que Clinton coincide con la tesis central de Richard Rose, autor del
brillante libro "The Postmodern
President" (1998), donde dice que "la clave
de una presidencia postmoderna es la capacidad para conducir (o fabricar) la
opinión. El resultado es una especie de campaña electoral permanente".
Si
analizamos el comportamiento de Zapatero, vemos claramente a un guionista y a
un actor que aparece a diario ante los españoles, a los que cuenta historias,
casi siempre mentirosas, y ante los cuales interpreta una película en la que él
es el protagonista como lider de una España que rompe
con el pasado, se moderniza y amplia sus derechos y libertades.
La de Zapatero es una mala película, cargada de mentiras y de engaños, pero al
fin y al cabo es un telefilm de los que la gente quiere ver, mientras que Rajoy
no interpreta película alguna y sigue anclado en la vieja e irritante
estrategia de crispar al público para que, cabreado, aniquile al gobierno en
las urnas. El de Zapatero es un papel de héroe mentiroso y poco eficiente, pero
héroe al fin y al cabo, mientras que Rajoy, sin película ni papel alguno, corre
el riesgo de ser clasificado por los espectadores como "villano
secundario".
Rajoy
y el PP deben cambiar de asesores y de estrategia. La única manera de combatir
a un mal actor es con un buen actor. La única forma de derrotar a una mala
película es con una buena película. El PP tiene que ilusionar más que desgastar
y proyectar a los españoles la película que todos queremos ver: la de la
regeneración de la sociedad, la resurrección de España, la recuperación de la
democracia traicionada, la unidad recompuesta, el retorno de los valores, la posperidad, la justicia y la democracia.
Sólo
así, ilusionando y no cabreando, la derecha podrá derrotar a un Zapatero que,
aunque es mal actor y peor guinista, tiene los
méritos de dominar el marketing, gestionar brillantemente la mentira y ser más
moderno y estár mejor asesorado que sus pobres y
torpes adversarios políticos de la derecha.