BIBIANA AIDO Y OTROS "PARARRAYOS" DE
ZAPATERO
Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 26 de mayo de 2009
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web
Cuando
la ministra de igualdad, Bibiana Aido, afirma que
"un feto de 13 meses no es un ser humano", está cumpliendo a la
perfección la misión que le ha encomendado Zapatero: servir de elemento
provocador de la sociedad y actuar como pararrayos que atrae las críticas de la
oposición y de la sociedad, liberando así al presidente Zapatero y al verdadero
núcleo del poder socialista del desgaste y del desprestigio que merecen por su
mal gobierno.
Sabedor de que la derecha, en lugar de apostar por programas y por ilusionar a
los ciudadanos, ha optado por una política de desgaste del gobierno mediante la
crítica constante de sus errores y fallos, el objetivo de Zapatero es provocar
a la derecha y obligarla a emprender una "cruzada" que atemorice a
los españoles y les incline a votar al PSOE, a pesar de su fracaso ante la
crisis y de su pésimo gobierno. Sus asesores le han asegurado que si consigue
sacar de sus casillas a la derecha y a la Iglesia Católica, la sociedad tendrá
miedo y las próximas elecciones estarán ganadas.
Astuto como una zorra y sabedor de que la oposición es torpe y entra a todos
los trapos que se le colocan desde el poder, Zapatero se ha rodeado de pararrayos
que atraigan la ira de la derecha, con lo que consigue tres objetivos de gran
valor político y estratégico: preservar su propia imagen, devaluar la crítica
de la derecha, que aparece ante los ojos del ciudadano como pertinaz, feroz e
intransigente, y evitar que los ciudadanos piensen y tomen conciencia de los
verdaderos dramas de España, que son la injusticia, la desigualdad, la
inseguridad ciudadana y el avance inexorable, bajo el mal gobierno socialista,
hacia el desempleo masivo, la pobreza y el fracaso como nación.
En el diseño de Zapatero existen ministros pararrayos, con escaso poder y
destinados a desgastarse, y ministros con poder real, cuya imagen debe ser
preservada. La ya ex ministra Magdalena Álvarez fue una excepción porque tenía
poder real, pero actuó como un eficiente pararrayos del poder gubernamental.
El Ministerio de Sanidad, con el suculento plato de la pandemia de la gripe A
servido en la mesa, es un típico espacio pararayos
porque su poder es muy limitado, pero su capacidad de abrir debates y polémicas
de interés general, que acaparen la atención ciudadana, es enorme. El anterior
ministro Bernard Soria fue destituido precisamente porque decepcionó a Zapatero
como generador de escándalos y confusiones.
Zapatero
y sus asesores saben que la estrategia preferida de la derecha es desgastar al
gobierno. Para Rajoy, discípulo de Aznar en esa estrategia de poder, los
españoles votan siempre contra un partido, nunca a favor de nadie, un rasgo de
gran importancia que aconseja desgastar al gobierno para que el ciudadano,
cabreado, vote a la oposición en las urnas.
Sin embargo, esa estrategia, que es la columna vertebral de Pedro Arriola y de
los demás estrategas al servicio del PP, está siendo cuestionada desde
múltiples ángulos, en especial desde la sociología política y el marketing
electoral. Muchos expertos piensan que esa característica del votante español,
que siempre vota cabreado contra el gobierno, está cambiando, sobre todo entre
los votantes de la izquierda, que han sido fidelizados
y fanatizados por una inteligente política clientelar y de reparto de
beneficios desde el gobierno y el partido. Esos mismos expertos creen que
existe una masa creciente de españoles preparados ya para votar programas e
ideas, a los que repugna la pasividad de la oposición.
Esos españoles nuevos, entre los que abundan los descontentos con la situación
degradada del país y del sistema y los auténticos demócratas prefieren votar a
partidos pequeños con programas ilusionantes o recurrir al voto en blanco o a
la abstención antes que votar a uno de los dos grandes partidos, a los que
culpan por igual del deterioro de la democracia española, de la corrupción
generalizada y de un bipartidismo degenerado que envilece la vida pública y la
salud de la nación.