ZAPATERO Y EL
ASESINATO DE LA EQUIDAD
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 13 de julio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Al financiar
a las autonomías y repartir los fondos públicos de manera desigual, dando más a
las regiones que más tienen, generando desequilibrio y desigualdad y comprando
con dinero los votos que necesita para permanecer en el poder, el presidente
del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de asesinar la
equidad, el valor más respetado por la izquierda mundial desde el siglo XIX y,
probablemente, el único valor que la izquierda mundial se atrevía a defender
todavía, después de haber traicionado la libertad, la fraternidad y la limpieza
ética.
La Equidad fue la mejor bandera de la izquierda desde la Revolución Francesa,
aunque ciertamente fue más una etiqueta que un principio respetado porque los
líderes siempre se entregaron al privilegio y se situaron por encima del
partido, mientras que los miembros del partido se situaban por encima de la
sociedad.
La Fraternidad nunca existió en la vida real y fue únicamente un producto de la
literatura y de la filosofía izquierdistas. La
Libertad fue traicionada el día en que el primer partido de izquierda alcanzó
el poder e impuso una opresión del Estado que se justificaba afirmando que la
autoridad y hasta la violencia eran necesarias para construir un mundo mejor y
más justo. Pero la Igualdad resistió, al menos teóricamente, y durante muchas
décadas fue la gran bandera de la izquierda mundial.
Bajo el grito
de "Igualdad" se hizo la Revolución Francesa, se alzó la Comuna de
París, se construyó la revolución bolchevique y Fidel Castro tomó el poder en
Cuba. Era sólo un grito, pero respetado por la propaganda y defendido como la
gran etiqueta que sustentaba el prestigio de la izquierda.
Ahora, el
español Zapatero, que se presenta ante el mundo como líder de una nueva
izquierda emergente, al dar más dinero a Cataluña y a Andalucía, gracias a
cuyos votos se mantiene en el poder, ha consumado la perversión de una
ideología que a lo largo de los dos últimos siglos ha ido arrojando por la
borda todos sus principios y valores, sustituyéndolos por un descarnado y sucio
apego al poder que ha transformado a la mayoría de los partidos de izquierda en
bandas obsesionadas por gobernar, a costa de cualquier precio.
Cataluña es
una de las regiones más ricas en renta per cápita de España y la que menos cree
en la solidaridad y en el concepto de España. Cataluña es también el territorio
donde el nacionalismo extremo, excluyente e independentista ha anidado con más
obscenidad y descaro. El premio de Zapatero a ese bodrio nacionalista
antiespañol y autoritario es otorgarles más dinero que al resto de las regiones
españolas, un mal ejemplo que propicia el desencanto, consagra la desvergüenza
del poder, apuntala la corrupción pública e incita a los demócratas a la
desesperación y a la rebeldía.
Andalucía es la otra gran beneficiada por Zapatero en el reparto de unos fondos
que no existen y que tendrán que salir de los impuestos al ciudadano, cada días
más opresivos e injustos, y del endeudamiento, al que el gobierno de Zapatero
recurre sin contemplaciones y sin prudencia, sólo para seguir despilfarrando en
tiempos de crisis. El "premio" lo recibe Andalucía por ser el
principal granero de votos del PSOE, gracias a los cuales Zapatero se mantiene
en el poder, a pesar de que Andalucía, junto con Cataluña, es la región
española menos demócrata y en la que el poder de la izquierda ha tejido una red
clientelar de intereses y de corrupciones que ha degenerado la democracia hasta
niveles vergonzantes en una país europeo.
El nuevo
modelo de financiación autonómica diseñado por el gobierno de Zapatero es el
enésimo y último escándalo de la degradada política española, un paso adelante
más hacia el desprestigio del poder, el hundimiento del liderazgo y el
desprecio de los verdaderos demócratas a la casta que gobierna al país sin
decoro, de manera ineficiente y sin respeto a las reglas más básicas de la
convivencia, de la democracia y de la Justicia.