Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 10
de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Hemos
repetido hasta el cansancio que el actual gobierno de España es un experto
fabricante de desempleados y pobres, pero apenas hemos dicho algo mucho más
grave: que el actual sistema es un especialista consumado en fabricar canallas.
Fabricar gente baja y ruin es toda una especialidad de la falsa democracia
española que se instauró tras la muerte de Franco, tarea en la que participaron
todos los gobiernos, desde el de Suarez hasta el actual, pero también es cierto
que nadie perfeccionó tanto la fábrica de canallas como Zapatero y sus
acólitos.
En su artículo ESCUELA, FAMILIA: SOCIEDAD DESTRUIDA, el escritor jiennense
Antonio García Fuertes describe con realismo pasmoso la realidad:
“Un
muchacho abofetea a una chica y cuando el profesor le sujeta por el brazo otros
chavales gritan "¡Ahora, ahora!" y el profesor recibe una tunda de
patadas. Una profesora expulsa de clase a un alumno y su compinche grita:
"¡Dale una hostia, que no puede hacerte nada!". Los informes
escolares describen escenas de sexo en los retretes, de violencia con padres de
alumnos, porros por todas partes, amenazas, humillaciones, hurtos, y así
durante tres folios. Los funcionarios políticos, de la mano con los sindicatos,
ocultan la deplorable situación de la educación en España. Padres que van a la
cárcel por un cachete a sus hijos mientras los adolescentes toman el control de
los institutos ante el miedo de los adultos. Terror y silencio en las aulas de
una sociedad con los valores manga por hombro. La ocultación de lo que está
sucediendo en la enseñanza (la peor de Europa) se diría pactada por los
funcionarios políticos y los sindicatos. Se sabe que solo en Cataluña el año
pasado 163 profesores denunciaron agresiones de alumnos (ANP). ¡Cómo debió de
ser cada uno de esos ataques para ponerlos en manos de nuestra adorable
Administración! ¡Y cuántos deben de producirse para que aflore esa punta de
iceberg!”
En
Sevilla, los niños que van a la escuela en el barrio de Torreblanca
llaman a la policía "los malos" y cuentan a sus profesores historias
alucinantes sobre policías que entran en las casas de noche en busca de oro y
de armas. "salvamos el oro porque mi abuela lo escondió bien". Los
"buenos", para esos cientos de niños escolarizados en escuelas que
parecen correccionales son, por supuesto, los ladrones y delincuentes.
Pero
hay mil historias más que jalonan la degradación de España bajo el mandato de
la "casta" política y de la también degradada democracia: las casas
cada día están más blindadas y defendidas con rejas; la gente se compra armas
para defenderse, diciéndole a la Guardia Civil que es para "tiro al
plato"; muchos ya no salen de noche de sus casas y el miedo se apodera de
la sociedad, sin que el gobierno, atiborrado de privilegios y dinero, cumpla
con sus deberes irrenunciables de garantizar la convivencia y defender al
ciudadano.
Parece
lógico que una España degradada y encanallada en la cúspide transmita el
contagio a la base y a todo el tejido. Por eso, la terapia debe empezar por la
parte alta de la pirámide y los primeros que tienen que entrar en las cárceles
son los poderosos que hoy delinquen con impunidad.
Las
mejores escuelas de canallas son la televisión basura y las secciones de
"política" de "economía" y de "sucesos" de los
medios de comunicación, donde los lectores, televidentes y radioyentes pueden
aprender de todo tipo de canallas convertidos en protagonistas: desde políticos
que roban y se atacan, unos a otros, a cuchillo corto, a empresarios que
estafan, sin olvidar la galería interminable que sale en la "tele",
integrada por putas disfrazadas, proxenetas, chivatos, ladrones, asesinos,
atracadores, parricidas, violadores y los denostados protagonistas de la famosa
"violencia de género", el único delito que parece preocupar a los
gobernantes, a pesar de que su incidencia, comparada con la inseguridad general
y la delincuencia desatada, es minúscula.
La
base de la pirámide social española se pudre ante la indiferencia de unos
pésimos gobernantes que, quizás para mantenerse en el poder, prefieren gobernar
a bestias incultas y manipulables que a ciudadanos libres y reflexivos.
Pero el daño que causarán los canallas lo padeceremos todos, incluidos los
indiferentes políticos de hoy, porque esos canallas en formación pronto
ocuparán puestos destacados en la sociedad y lo encanallarán todo, todavía más,
y, como bestias, terminarán devorando hasta a sus propios líderes y mentores.