LA DIMISIÓN DE MANUEL PIZARRO ES UN DURO REVÉS PARA EL PP

Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del   04 de febrero de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Manuel Pizarro, ex presidente de ENDESA y gran fichaje de los populares en 2008, deja su escaño en el Congreso. Desaprovechado, marginado y decepcionado, su salida de la política es un fracaso para el Partido de Rajoy.


Haber postergado y marginado a una persona tan valiosa como Manuel Pizarro, que fue el gran fichaje del partido en 2008 y que, por sus méritos, ocupó el número "dos", detrás de Rajoy, en Madrid, representa un gran fracaso para la derecha española y la constatación de que el partido hegemónico de la derecha padece enfermedades muy parecidas a las que sufre el PSOE: autoritarismo, verticalismo, ausencia de debate, desprecio al mérito, servilismo y, en general, poca preparación para gestionar una democracia.


La "caída en desgracia" de Pizarro, cuya carrera profesional demuestra con creces su valía, constituye un fracaso de grandes proporciones para un PP que, en vísperas de regresar al poder, debería exhibir ante los españoles que es un partido demócrata, libre de leninismo, abierto a la sociedad y capaz de integrar a los mejores para que se sumen al gran esfuerzo que España necesita para salir del foso en el que nos ha situado el gobierno de Zapatero.

Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo y también marginado del núcleo poderoso del PP, ha explicado la salida de Pizarro como el resultado de la burocratización y las contradicciones poco democráticas de los actuales partidos políticos. El europarlamentario ha lamentado que "Personas de reconocida valía se aparten de la primera línea política por las inconsistencias y contradicciones de los partidos". También acusó a los partidos de haber degenerado en "maquinarias burocráticas" que conciben su trabajo como "mera demoscopia".


Es cierto que el drama de Zapatero es tan intenso que el primer deber de cualquier español consciente es separarlo del poder lo antes posible para que no siga dañando a España, pero no representa consuelo alguno para los demócratas que quien le vaya a sustituir en la Moncloa sea el líder de un partido que es un puro calco del PSOE en su verticalismo, autoritarismo y ausencia de democracia en su funcionamiento como partido.


El PP lo hará mejor que el PSOE en política económica y sus medidas ayudarán a España a salir de la crisis, pero los demócratas deberán seguir luchando porque el PP mantendrá en plena vigencia la actual oligocracia, sin realizar avance democrático alguno. Ni eliminará las listas cerradas y bloqueadas, ni cerrará el grifo a las mafias sindicales y patronales, ni devolverá la independencia al poder judicial, si se dejará controlar por los ciudadanos.


Los partidos políticos, nacidos para potenciar la participación ciudadana en el poder y para transmitir al gobierno los deseos del pueblo, han abandonado al ciudadano y se han apoderado del poder del Estado. Alienados y obsesionados por el poder y los privilegios, en lugar de fortalecer la democracia son el principal obstáculo para conseguirla y para lograr un auténtica regeneración. La verdad triste es que se han convertido en organizaciones ávidas de poder, tan aberrantes que se han alejado de los sentimiento de una sociedad a la que, falsamente, dicen representar y cuyo mayor pecado es anteponer los intereses del grupo a los del la nación que tienen que gobernar y de los ciudadanos que les eligen como representantes.