GRACIAS SEAN DADAS AL GOBIERNO ZAPATERIL

 

 Artículo de Javier Ruiz Portella  en “El Semanal Digital” del 28.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 "No hay mal que por bien no venga", solía decir aquel general que, al morir en la cama, tan gran disgusto a tanta gente causó. También disgustó sobremanera a don José Luis Rodríguez Zapatero, pero éste es un hombre afable y de buen talante, razón por la cual no le duelen prendas en compartir con el general la afición por un proverbio cuya certeza se dedica a confirmar día tras día. No cabe duda: por infausta, por malévola que sea la política zapateril, nunca habrá palabras suficientes para agradecerle todo el bien que está causando a la nación española.

Gracias a él, gracias a su política de entrega y sumisión ante los dos grandes separatismos que nos corroen, se está empezando a recomponer -por reacción, porque hemos llegado al borde del abismo- algo que, a lo largo de estos treinta años, ha sido sistemáticamente atacado por los separatistas… y denostado por sus oponentes: la identidad, el honor nacional del pueblo español, esas palabras hasta ahora imposibles de pronunciar -salvo para vilipendiarlas o desdeñarlas.

El pasado domingo se demostró una vez en las calles de Madrid que algo, por fin, está empezando a cambiar. Por tercera, y si obviamos el lema concreto de la manifestación, por quinta vez en escasos meses, un millón y medio de personas -la población entera de cualquier gran ciudad hasta hace poco- se lanzó a la calle para gritar su estupor y su rabia ante… ¿Ante qué, en realidad? ¿Ante la amenaza que los "nacionalismos intransigentes" hacen pesar, en nuestro "espacio de decisión ciudadana", sobre "la paz, la tranquilidad, la tolerancia y los derechos cívicos", como mil veces han dicho y repetido la mayoría de los líderes políticos y mediáticos opuestos a tales "intransigencias"?

Pues no. Se acabó la bobería de este lenguaje apelmazado. Y sobre todo: se acabó la memez claudicante de unas ideas que, incapaces de galvanizar a pueblo alguno, han mantenido al español agarrotado frente a quienes intentan deshacerse de nosotros. Es cierto que el lenguaje bobo y las ideas que sumen en la indefensión aún no se han acabado en modo alguno: el enfermo aún dista mucho de haber sanado. Pero también es cierto que, como mínimo, para un millón y medio de ex enfermos algunas cosas están muy claras.

Está claro que, para ellos, la nación española -contrariamente a las glándulas de ciertos intelectuales "constitucionalistas"- no se "la suda" en absoluto. Está claro que si el separatismo ataca al "sistema democrático", no es éste su objetivo primero. Lo que aquí es atacado por los unos y defendido por los otros es, en primer lugar, el vínculo social básico, la realidad histórica y comunitaria en la que se fundamenta tanto la democracia como el régimen que sea. Está claro, en fin, que no era sólo ni ante todo por la "paz ciudadana" por lo que, en cantidad nunca vista en treinta años, ondeaba el domingo la bandera de España en las calles de Madrid: no la bandera blanca de la rendición o de la paz a cualquier precio.