DESPERTARES EN LA CATALUÑA DE VERDAD

Artículo de Álex Sàlmon en “El Mundo” del 01 de noviembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web


Imaginar a Macià Alavedra o a Lluís Prenafeta en el furgón de la Guardia Civil camino de la Audiencia Nacional, o al alcalde de Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Muñoz, en el mismo viaje es tan difícil como pensar que Cataluña iba a cambiar en tantas cosas con poco tiempo de diferencia.

Pero esa dificultad, ya no ha lugar. El número dos de los gobiernos de Jordi Pujol durante mucho tiempo, hombre con un tremendo poder y muchos negocios, Prenafeta, hizo el jueves exactamente lo que acabo de relatar. Igual que el buen amigo del ex president de la Generalitat durante los años del franquismo, Alavedra. Hacen eso, disfrutar de un viaje exclusivo en camarote con rejas destino a Baltasar Garzón.

Cuando el martes llamé a varias personas para decirles exactamente que la Guardia Civil estaba entrando en el Ayuntamiento de Santa Coloma y que se decía que habían detenido a su alcalde, los comentarios eran de asombro pero calmados. Pero cuando a continuación mis llamadas explicaban que habían detenido a Prenafeta, la estupefacción no encontraba espacio suficiente.

Cuando les decía a mis interlocutores: «¡han detenido a Prenafeta!». La respuesta era: «¿Qué? Ja, ja, ja, qué bueno. Cómo sois los periodistas». Y yo proseguía después de un serio silencio: «No, no, no me entiendes. Que han detenido a Prenafeta y dicen que también a Alavedra». No les puedo enumerar la larga lista de comentarios. En estas situaciones descubres cómo se les tiene ganas a algunos personajes. No todo el mundo reaccionó en contra de los protagonistas. Otros se sintieron muy apenados y preocupados por sus edades. Pero el asombro y el desconcierto fue lo más corriente.

Escribía en la edición del miércoles que esto ya no es un oasis y que se ha transformado en una cloaca. Era una buena primera frase pero poco rigurosa. Los oasis deben servir para coger fuerzas y Cataluña nunca fue un lugar revitalizante como espacio político o de sociedad. Nos faltaba algo. Algo como lo ocurrido. El shock ha sido tan tremendo que el silencio está siendo la vía de escape. Un exceso de silencio en el caso del Parlament de Catalunya.

Y ésa es la cuestión más importante. Lo que ha ocurrido tenía que pasar en algún momento de la Historia contemporánea. Nada es eterno. Cuando una sociedad se silencia con sus vergüenzas se pudre hasta que los cimientos ceden a las presiones y, tarde o temprano, salta todo por los aires.

En estos momentos el desconcierto en Cataluña es tan fuerte que de seguir desbocado mucho tiempo van a brotar cadáveres como en una película de terror. ¿Es que todo lo catalán es corrupto? En absoluto. Muy al contrario. Los políticos, los empresarios, la sociedad en general mantiene su habitual disciplina. Lo que ocurre es que los malos son muy malos y descubrieron que bajo la senyera estaban a salvo de cualquier inclemencia. De ello fueron conscientes la mayoría de los hombres honestos y trabajadores. Pero callaron por miedo a hacer el ridículo, a quedar desplazados de la tribu, al qué dirán. Las ideologías se convirtieron en negocio por ellas mismas, en vez de ponerse el servicio del ciudadano.

Llevamos hablando bien de Jordi Pujol unos cuantos años. Sigo pensando que es el mejor político que ha dado Cataluña porque, como escribí hace muy poco, tuvo una idea y la desarrolló intelectualmente, fuera buena o mala. El problema es que permitió que muchos se enriquecieran a costa de esa idea. Cuando se dieron cuenta era demasiado difícil volver atrás. Quien más quien menos estaba pringado de alguna información que no era conveniente que se supiera.

La responsabilidad del que calla es casi tan elevada como del que comete la irregularidad. Sobre todo, en política. Uno puede saber que su vecino trafica con ropa falsa pero calla por el bien de la vecindad y porque la evidencia de que los ciudadanos no pueden ser policías. Pero otra cosa es la clase política. Los dirigentes políticos son funcionarios públicos porque cobran de nuestros impuestos. Si saben de un ladrón, aunque sea de su partido, deben denunciar con rapidez. Pero en Cataluña todo era silencio.

El aire fresco ha entrado por la tarde. Millet, los espías de Laporta, Alavedra, Prenafeta, 'Barto' y 'Luigi', nadie de una única ideología. Todos unidos por irregularidades torticeras, lo que es lo mismo, conseguir dinero irregular para convertirlo en dinero sano. Ocultando esas situaciones se pudre cualquier situación colectiva.

Que nadie olvide que Cataluña no está podrida. Lo son las personas implicadas y así se debe explicar. Así que si oyen decir que de todo esto tiene la culpa Madrid para mirar hacia otro lado, la crisis o Aznar, porque nos hace vudú u odio al pueblo catalán, no se dejen enredar. A Cataluña no le hacen falta blanqueadores de dinero, pero sí está carente de blancura ideológica. Y ahora que cada uno piense como le dé la gana.