LOS HECHOS DE ZAPATERO
Artículo de María San Gil , Presidenta del PP del País Vasco, en “El Correo” del 12.11.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Vivimos en una época en la que las
trampas, las medias verdades y las ambigüedades calculadas se han puesto de
moda. La verdad, sin embargo, ha caído en desgracia y quienes, como los
populares vascos, nos empeñamos en proclamarla en voz alta somos tachados, en el
mejor de los casos, de aguafiestas.
La primera gran mentira, sostenida siempre por los nacionalistas y ahora
adoptada como propia por los socialistas desde que llegaron al Gobierno de
España, es la de hacernos creer que lo nuestro es un conflicto político que sólo
puede resolverse mediante la negociación. Esta concepción del fenómeno
terrorista es perversa porque da la razón a ETA. Se supone que, por esa regla de
tres, deberíamos sentarnos a hablar con todos los delincuentes siempre que éstos
se hayan previamente organizado y apelen a un motivo cualquiera para delinquir.
Así que, en lugar de aplicar con firmeza y contundencia los instrumentos del
Estado de Derecho para deslegitimar el terrorismo en nuestra democracia y
derrotarlo, la solución radica en sentarnos a una mesa a negociar los términos
de un final, como si se tratara de un armisticio.
Llevamos más de 40 años con ETA, más tiempo que con Franco, y en estos años
hemos aprendido mucho. Hemos aprendido que la negociación con los terroristas no
vale para nada. Lo vimos en Argel en el año 1989. También hemos aprendido, como
no podía ser de otro modo, que la guerra sucia no vale contra ETA. La pusieron
en práctica también los socialistas (los mismos de Argel de entonces y de Oslo
ahora) con el GAL. Y, por fin, aprendimos que lo único que valía, y que vale,
contra la banda terrorista era, y es, la firmeza del Estado de Derecho y la
aplicación de la ley.
Habíamos aprendido por fin que la democracia es más fuerte que el terrorismo y
que ETA no era imbatible. No era indispensable negociar con ella para que dejara
de matar. Podíamos lograr que dejara de matar porque éramos más fuertes, más
fuertes y mejores.
Con José María Aznar aprendimos que podíamos derrotar a ETA y deslegitimar el
terrorismo. Los gobiernos del Partido Popular hicieron ese camino acompañados
del Partido Socialista. ¿Por qué ahora el presidente del Gobierno, José Luis
Rodríguez Zapatero, ha dado un giro tan radical en la política antiterrorista?
¿Por qué ha dado un giro de 180º y ha pasado de estar con el Partido Popular
queriendo derrotar a ETA a sentarse con Batasuna queriendo negociar con ETA? El
pasado domingo el presidente del Gobierno, el mismo que reivindicaba no hace
tanto tiempo con orgullo la paternidad del Pacto por las Libertades, dijo desde
Montevideo que «lo que importa son los hechos». Hablemos pues de hechos, de
hechos objetivos.
Hay, lamentablemente, demasiados hechos objetivos que nos llevan a pensar que
ETA es la de siempre. Sin ánimo de ser exhaustivos, señalemos algunos de los más
recientes. Un hecho objetivo innegable es el robo de 350 pistolas, de cuyo uso
nadie duda. Otro hecho objetivo es el acto de Aritxulegi, en el que tres
encapuchados pegan siete tiros al aire reafirmándose así en el camino del
terror. Y ¿qué decir de las declaraciones de Barrena en las que nos anuncia que
no está en su agenda condenar a ETA? Por no hablar de la actitud de Txapote o
Bilbao ante los jueces de la Audiencia Nacional. O del último boletín interno de
ETA en el que habla de los compromisos contraídos por el Gobierno, además de no
apearse de sus tradicionales reivindicaciones.
Y, ante esta realidad tozuda y machacona, los socialistas y los nacionalistas
pretenden que nos convirtamos en ciegos, sordos y mudos. Pretenden que hagamos
como que no vemos lo que está pasando, que les dejemos hacer y deshacer a sus
anchas. En definitiva, que no molestemos. Y que con nuestro silencio avalemos el
engaño y la mentira del mal llamado 'proceso de paz'.
La historia se repite porque ya en el año 1998, durante la tregua trampa
negociada en el vergonzante Pacto de Estella, los nacionalistas nos acusaban de
lo mismo que nos acusan ahora los socialistas: de no querer la paz, de torpedear
el 'proceso' o de hacer de él un uso partidista, entre otras lindezas. Nada más
lejos de la verdad porque nada nos gustaría más a los populares vascos que
apoyar al Gobierno en la derrota del terrorismo. Si Zapatero estuviera poniendo
en práctica una verdadera política antiterrorista, estaríamos junto a él
apoyando su labor. Lo que ocurre es que este Gobierno no está dispuesto a
derrotar a ETA, sino a ceder ante sus pretensiones.
Algún día reconocerán quienes hoy se limitan a insultarnos que nosotros no
ponemos obstáculos para la paz. Algún día Patxi López reconocerá que nosotros
únicamente ponemos obstáculos a la cesión, a la negociación y a la sumisión del
Estado de Derecho frente a una banda terrorista. ¿Cómo vamos a poner nosotros
obstáculos a la libertad, si somos quienes más ansiamos ser libres? ¿Cómo vamos
a poner nosotros impedimentos para ser libres con el tiempo que llevamos
viviendo con protección?
Sigo con los hechos objetivos. Nos dijeron: «Si Batasuna no condena la
violencia, no estará en las instituciones». Y el PCTV, a quien el señor Buen,
del Partido Socialista, define como marca legal de Batasuna, está en el
Parlamento vasco. Nos dijeron y es un hecho objetivo: «Si Batasuna no condena la
violencia, no nos reuniremos con ella». Y se celebró la reunión el 6 de julio de
López con Otegi en un hotel de San Sebastián. Nos dijeron: «Con violencia no hay
proceso». Y después de más de 160 actos de terrorismo callejero desde el anuncio
del alto el fuego, en palabras del presidente de Gobierno, «el proceso
discurre».
Nos dijeron y a los hechos me remito: «Si se demuestra que ETA ha robado las
armas, habrá consecuencias». Y a día de hoy nadie conoce aún las consecuencias.
Nos dijeron, y así se comprometió Zapatero públicamente, que iban a convocar el
Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo y el hecho es que los
socialistas han desactivado el instrumento político que más frutos ha dado en el
debilitamiento de los asesinos y sus apoyos.
¿Hasta cuándo Rodríguez Zapatero va a seguir con esta farsa? ¿Hasta cuándo va a
seguir tomándonos el pelo en un asunto en el que nos jugamos la vida y la
libertad? ¿Cuándo piensa cumplir con su obligación de contarnos la verdad de
este mal llamado 'proceso de paz'? Y, sobre todo, ¿qué es lo que hace falta que
pase para que abandone un proceso que es un espejismo porque está bajo la
amenaza y la tutela de ETA?
Los hechos objetivos, los hechos que reclama el presidente Zapatero para
proseguir o no en su estrategia de cesión a los terroristas, son los que
exponemos. No estamos ante un proceso de paz, sino ante la cesión del Gobierno a
las exigencias de una banda terrorista sin ninguna legitimidad, exigencias
inasumibles para los demócratas. Cualquier cesión es siempre insuficiente para
ETA, una banda asesina insaciable y totalitaria, cuyo objetivo final es
convertir el País Vasco en la Euskal Herria de los siete territorios, en la
república socialista independiente que con amenazas y el tiro en la nuca
defienden Otegi, Ternera y Txapote.
Éstos son los hechos y Zapatero tiene que convencerse, aunque con recordar le
bastaría, de que la sociedad y los demócratas somos más fuertes y mejores, que
podemos y debemos derrotar a ETA con la autoridad y el peso del Estado de
Derecho. La libertad no es una cuestión de siglas políticas, la deslegitimación
y el aislamiento de los violentos es un deber democrático, una exigencia de
todos. Liberarnos de la tutela y de la amenaza es una labor de todos los
demócratas. La derrota de ETA nos hará libres, sólo así ganamos todos.