BARRA LIBRE DE CAFÉ Y AUTODETERMINACIÓN

 

 Artículo de Isabel San Sebastian en “El Mundo” del 03.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Esto no es una reedición corregida y aumentada del café para todos de la Transición, no; es una caricatura de aquella política, una reducción al absurdo del principio inspirador de aquel apaño, que nos aboca a una profunda transformación del modelo de Estado por la puerta de atrás y sin las mayorías previstas en la Constitución.

Ahora que Cataluña se ha autodefinido como «nación», con las bendiciones de la mayoría social-nacionalista del Parlamento, Andalucía se proclama «realidad nacional» gracias a los votos de PSOE e IU. Si aquélla tiene lengua propia e inversiones garantizadas durante siete años en función de su PIB, ésta reivindica su «modalidad lingüística andaluza», reclama también su «deuda histórica», crea un órgano bilateral para pactar de tú a tú con el Estado la financiación de la comunidad -en este caso con arreglo a su población- y exige que su opinión sea determinante en las negociaciones que ese ente, antes llamado España, lleve a cabo con la UE en cuestiones relativas a competencias autonómicas. ¿Es la respuesta de los políticos a un clamor ciudadano en demanda de mayor autogobierno? No.

Más del 90% de los andaluces se declaran satisfechos con el sistema vigente, aprobado en su día por unanimidad tras alcanzar un consenso.Pero, ¿quién quiere consenso ahora? No el nieto de coronel Rodríguez Lozano, desde luego. A él le gusta más el clima del 36, la división y el enfrentamiento. Además, cuanto más cargado esté el café general, menos se notará el lingotazo de autodeterminación que va a añadir al del País Vasco en pago por la desaparición de ETA.

Lo dice la banda en su último boletín interno.

Nunca hasta ahora se habían topado los terroristas con un Gobierno dispuesto a plantearse esa exigencia. No lo hizo el de Adolfo Suárez, ni el de Felipe González, ni tampoco el de José María Aznar. Por eso vieron fracasar las treguas-trampa con que les obsequiaron los terroristas. Zapatero, por el contrario, ha dejado entrever esa posibilidad, no la ha descartado, no se cansa de repetir que «sin violencia todo es posible», mientras sus interlocutores ceban a los representantes etarras con vagas promesas relativas al derecho a decidir y a la anexión de Navarra. ¿Sólo para ganar tiempo, o con la intención de pagar? El futuro lo dirá. Entretanto, si Andalucía se define a sí misma como «realidad nacional» y Cataluña se autodenomina «nación» en el Preámbulo de su Estatuto ¿a quién le molestará que el País Vasco sea reconocido como tal en el Congreso de los Diputados, si con eso -como dice Otegi- «se acaba el conflicto»? ¿No será un precio de ganga por la paz de ZP?