AQUÍ NO SOMOS ALEMANES

 

 Artículo de Isabel San Sebastián  en “El Mundo” del 12.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)



¿Podría nuestro presidente solicitar un cursillo rápido de patriotismo a su amigo Shröder, con el fin de sacar a España del follón en el que la ha metido? ¿Tendría la humildad de llamar a la canciller Merkel, pedirle perdón por su metedura de pata y tomar buena nota de la actuación ejemplar de esta mujer? Sería hermoso que así fuera, pero abandonen toda esperanza. Zapatero prefiere la compañía de Carod Rovira (Oskar Lafontaine) a la de Rajoy y supedita los intereses de su país a los de su persona. Nada que ver con la lección de política de altura que nos llega de Alemania.

Mientras en la República Federal los dos grandes partidos fraguan un acuerdo histórico para salvar a la nación de la crisis en la que está sumida, aquí destruimos una nación con cinco siglos de existencia para mantener en sus poltronas a unos cuantos políticos.Allí el SPD rechaza la tentación de aliarse con sus vecinos de la izquierda anacrónica y dejar aislada a una CDU indispensable para la vertebración de la sociedad. Aquí el PSOE ignora la e de sus siglas y hace causa común con los independentistas en el empeño de marginar a una formación que representa a diez millones de ciudadanos. Pero eso sí; cuando el temporal arrecia, los cuervos empiezan a picotear los ojos y las encuestas se vuelven adversas, apela a la «responsabilidad» del PP para que le resuelva una papeleta endiablada. Demasiado tarde.

Zapatero hizo su elección cuando apoyó que Maragall se echara en brazos de Carod con tal de ser president pese a perder en las urnas. Ratificó esa opción suicida al aceptar los votos de ERC e IU para su propia investidura. Se privó a sí mismo de cualquier posible entendimiento con Rajoy al dar el visto bueno a ese Pacto del Tinell que prohíbe a los miembros del tripartito catalán acordar política alguna con los populares, dentro o fuera de Cataluña. Y por si quedara alguna duda, rechazó en enero de este año la mano que le tendía el líder de la oposición para abordar juntos las reformas que precisara la Constitución, sin perder el espíritu de consenso que alumbró su redacción. Un Pacto de Estado en toda regla centrado en tres grandes ejes rectores: Unidad de la Nación española, soberanía del conjunto del pueblo español y modelo autonómico que garantice la igualdad de todos los ciudadanos, dondequiera que residan. Zetapé no se dignó siquiera considerar esa propuesta. Apostó por Maragall, Carod Rovira, Llamazares y hasta Josu Jon Imaz.

Pues bien, ya está donde deseaba, mientras el PP sigue donde tiene que estar. El tiempo de la coalición pasó y pronto llegará el del veredicto democrático.