¿QUIÉN TEME A LA VERDAD?

Artículo de Isabel San Sebastián en “El Mundo” del 04 de junio de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web



Si el juicio por los atentados del 11-M se hubiese celebrado con un jurado aleccionado en la necesidad de emitir un veredicto de inocencia en caso de duda razonable, es muy probable que varios de los culpables oficiales estuviesen en la calle mientras las Fuerzas de Seguridad seguían buscando a los verdaderos responsables de la masacre. Los españoles, sin embargo, hemos preferido comulgar con la rueda de molino de una sentencia claramente insatisfactoria en algún aspecto esencial, como el de la naturaleza de los explosivos empleados o la autoría intelectual del crimen, con el fin de pasar página cuanto antes en la ilusión de que se hacía justicia. ¿Por qué? Ésa es una pregunta para la que no hallo respuesta.

Puedo entender que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó al poder a lomos de esa tragedia, no quiera remover los escombros sobre los que se asentó su victoria en 2004. No me cabe en la cabeza que el PP de Mariano Rajoy, que se oyó llamar «asesino» en las horas angustiosas de aquel luto nacional, se pliegue ahora a los cánones de lo políticamente correcto establecidos desde el PSOE y asuma como definitivas unas conclusiones infumables desde el punto de vista científico. Me parece lógico que muchas víctimas de aquel horror se refugien en la creencia de que quienes colocaron las bombas que mataron a sus deudos están muertos o encarcelados. Comprendo mucho mejor a las otras, más numerosas, que rechazan los embustes piadosos y exigen que se esclarezcan los múltiples agujeros negros que invalidan, a su modo de ver, el juicio de Gómez Bermúdez. Puedo disculpar el terror que empuja al ciudadano de a pie a enterrar la cabeza en la arena para no ver la amenaza que le acecha. No perdono el miedo que lleva al político a mirar hacia otro lado, no vaya a ser que le señalen. Eso se llama cobardía y abunda más que el coraje, aunque España no está, todavía, huérfana de valientes.

Uno de esos héroes hasta ahora anónimos es Antonio Iglesias, autor, junto a Casimiro García-Abadillo, de un libro imprescindible titulado Titadyn. Un informe elaborado con el saber y el valor de este químico, perito en la causa del 11-M, que se lo ha jugado todo con el único empeño de poder mirarse al espejo y conservar su honor intacto. Un escrito cuyos beneficios han sido donados a una asociación de ayuda a las víctimas de la mayor matanza terrorista jamás perpetrada en nuestro país, llamado a despertar las conciencias sesteantes de esta gran nación que no puede resignarse a vivir en la mentira.