EL RUMOR Y LA CONSPIRACIÓN
“Fluido” de “El Semanal Digital” del 06/01/05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el “fluido” que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
6 de enero.
Es el rumor de principios de año: hay una maniobra, al más alto nivel, para
provocar un cambio de rumbo en la política española.
Las razones: la política del actual gabinete, tanto por su querencia demagógica
como por sus costosos apoyos parlamentarios, está adoptando un tono demasiado
alarmante. La incapacidad de ZP para enderezar las relaciones con Estados
Unidos, la creación de un conflicto innecesario con la Iglesia y el
desbordamiento de las tensiones separatistas han empezado a crear un ambiente de
inestabilidad. Y eso es malo para los negocios.
Los defensores de la teoría de la conspiración esgrimen tres pruebas. Una, el
discurso de Navidad del Rey, que nunca antes había podido interpretarse con
tanta claridad como un tirón de orejas al Ejecutivo. Dos, la sorprendente pieza
de Nochevieja del Guiñol de Canal Plus (PRISA), que instalaba a Zapatero
en la frontera de la demencia; pieza que tiene doble fuerza por venir de donde
viene (Polanco, claro). Tres, el rumor extendido a través de Internet según el
cual Felipe González estaría maniobrando –en la oscuridad– para remover a ZP y
sustituirlo por Solana, jugada en la que contaría con el apoyo de los
principales poderes fácticos (Polanco, claro; pero también otro más arriba aún).
Según el runrún conspiratorio, la finalidad de la maniobra es precisamente
colocar a Solana en La Moncloa. Punto flaco de la hipótesis: cambiar a un
socialista por otro no reforzaría en nada la precaria mayoría gubernamental.
Tesis complementaria: el objetivo real es provocar unas elecciones anticipadas
que, aprovechando la tardanza del PP en reconstruir sus filas tras el descalabro
de marzo, otorguen al PSOE mayoría suficiente para gobernar con apoyos más
tranquilizadores (los clásicos: canarios, CiU).
A los rumores de conspiración hay que darles el valor que tienen: son conjeturas
sobre conjeturas, y nada más. Pero no dejan de poseer valor de síntoma.
Halitosis delatora del malestar nacional.