JUGANDO CON FUEGO

 

 

 Editorial de “El semanal digital.com” del 23/01/05

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


Lo ocurrido en la manifestación de Madrid es reprobable y no tiene excusa, pero los miembros del actual Gobierno de España y la cadena SER no tienen derecho a quejarse.

23 de enero.  Cuando alguien rompe las reglas de juego para trata de obtener una ventaja que jugando limpio no podría conseguir, a veces no tiene en cuenta que las reglas quedan rotas para todos. Durante el segundo mandato de José María Aznar, la oposición de entonces, hoy en el Gobierno, quebró muchas reglas no escritas de la convivencia cívica y política. Asistimos a la utilización política de catástrofes como la del "Prestige" o la del Yakolev, a agresiones verbales y físicas contra políticos del partido gobernante en nombre del pacifismo y, como colofón, a la manipulación de unos atentados como los del 11 de Marzo, violándose hasta la santidad de la jornada de reflexión.
br> Fueron días de ruido y furia, como acertadamente los ha calificado el periodista Alfredo Urdaci en un libro que acaba de llegar a las librerías. Quienes instigaron o, por lo menos, toleraron complacientemente todo eso, sin duda creyeron, igual que el jugador tramposo, que la base social del centroderecha, menos organizada que la de la izquierda y, desde luego, más civilizada, nunca se atrevería a hacer lo mismo. No contaron con que exaltados los hay en todas partes.

Lo ocurrido en la manifestación de Madrid de ayer es reprobable y no admite excusa. Pero los miembros del actual Gobierno de España y la cadena SER no tienen derecho a quejarse. Ni los unos ni la otra se han disculpado por su comportamiento entre los días 11 y 14 de marzo del año pasado; Rodríguez Zapatero llegó a afirmar ante una Comisión parlamentaria de investigación que lo ocurrido se ha borrado de su memoria y, en la misma línea, la citada cadena de radio ha borrado de su fonoteca aquellos días.

Si el Gobierno insiste en poner en peligro el consenso constitucional de 1978 para intentar mantenerse todo el tiempo posible en el poder con el apoyo de fuerzas radicales y antisistema, no es difícil prever que otros extremismos puedan surgir también. Su propia actitud los está legitimando.

Ante el riesgo de fractura civil que vive la sociedad española, no hay más que una salida razonable: un pacto entre los dos grandes partidos nacionales, el PSOE y el PP, que restablezca los principios básicos de la convivencia democrática. El primero de todos ellos es el respeto a la Constitución, pero hay otros que no deben ser desdeñados, como la firmeza frente al terrorismo.

La manifestación de ayer demuestra que una parte de la sociedad española no está dispuesta a dejarse arrebatar en silencio lo ganado estos últimos años en la lucha antiterrorista. Parece mentira que a estas alturas haya que repetirlo: negociar con ETA es política y moralmente una indignidad, una ofensa a las víctimas y, además, un error.