ESPAÑA ABRE UN APASIONANTE AÑO 2006

 

  Editorial de   “El Semanal Digital” del 01.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

 

España sigue viva, y el pueblo español ha dado muestras, para muchos inesperadas, de tenacidad, de vida y de identidad.

1 de enero de 2006.  Ayer terminó 2005. El final de un año es siempre ocasión de reflexiones, y de balances. Es probablemente una rutina o una costumbre mucho más que una tradición, pero lo cierto es que todos –las empresas, las familias, y también los Estados y las naciones- comparan un año con los anteriores, para prever cómo será el sucesivo.

España ha vivido un año muy complejo en todos los sentidos. En lo político no ha habido tregua en los enfrentamientos y en las divisiones, con una inestabilidad de fondo que ha llegado hasta las más altas instituciones. Socialmente, el país está crispado, polarizado en torno a cuestiones que el Gobierno ha suscitado sin acertar casi nunca en los modos y en las formas. Y económicamente, aunque Pedro Solbes recibió una herencia saneada de Rodrigo Rato y José María Aznar, las perspectivas apuntan algún dato preocupante.

La vida política ha dado un giro radical en los últimos meses. No sólo por la brusquedad del cambio de orientación en política interior y exterior, sino también por los aliados extremistas que acompañan la acción del gabinete Zapatero. El presidente del Gobierno ha abierto un ciclo de reivindicaciones autonómicas que en más de un caso tienden a romper la unidad nacional; y se plantean unas modificaciones constitucionales de alcance, cuando menos, insospechado. Y todo eso queda pendiente para este 2006 que hoy nace.

Pero aún más preocupante es el grado de crispación y de división introducido en la sociedad española. Manifestaciones masivas, nunca vistas en España, han saludado cada decisión estratégica del Gobierno; y así, la política antiterrorista, la memoria histórica, la educación y la familia se han convertido en otras tantas batallas innecesarias, derivadas de una política radical y mal explicada. No había dos Españas, pero corremos el riesgo de crearlas.

Y para culminar el balance, la economía. Porque el modelo de desarrollo de la "era Aznar" tenía, sin duda, sus defectos, pero todos ellos permanecen y se han añadido nuevos y peligrosos vicios. Especialmente la reciente negociación europea ha puesto en peligro el crecimiento futuro de la economía, condenando a la desaparición más que probable a sectores enteros.

Sin embargo, ni 2005 ha sido un año catastrófico ni 2006 será el Apocalipsis. España sigue viva, y el pueblo español ha dado muestras, para muchos inesperadas, de tenacidad, de vida y de identidad. En el mundo, un nuevo Papa, Benedicto XVI, ha hecho de la lucha contra el relativismo la piedra angular de su pontificado. Y esto, para una España que se encuentra en la encrucijada de su historia, es una excelente noticia. Feliz Año Nuevo.