SIN EL PP, EL "PROCESO DE PAZ" DE ZAPATERO NO PUEDE IR MUY LEJOS

 

  Editorial de   “El Semanal Digital” del 14.10.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

14 de octubre de 2006.  Cada envite, cada amenaza de ETA y su entorno relacionada con el "proceso de paz" recibe una respuesta casi inmediata del presidente del Gobierno, y siempre en el mismo sentido: anunciar una nueva cesión a favor de los terroristas. La última muestra de esta actitud la representan las declaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero indicando que Batasuna podría ser legalizada con sólo cambiar de nombre, sin necesidad de renunciar al uso de la violencia para perseguir sus objetivos.

En efecto, mientras Batasuna siga siendo ilegal, difícilmente se va a poder formar la mesa de partidos en la que se decidiría el futuro del País Vasco y Navarra que constituye una de las exigencias fundamentales de los etarras para mantener el "proceso de paz". El problema es que la Ley de Partidos Políticos contempla la muy previsible añagaza del cambio de denominación como forma de intentar burlar sus prescripciones, y señala expresamente que la prohibición de un partido se extiende a cualquier organización que lo suceda.

Bajo semejante marco legal, las declaraciones de Rodríguez Zapatero sólo se pueden calificar de incomprensibles. Como gráficamente ha dicho el secretario general del PP, Ángel Acebes, suponen dar por derogada la Ley de Partidos Políticos "por las bravas", algo de todo punto inaceptable en el presidente de un Gobierno democrático.

Pero las palabras más importantes de Acebes han sido las que confirman que su partido no está dispuesto a reconocer ninguno de los acuerdos que se alcancen en esa futura mesa de partidos que quita el sueño a Rodríguez Zapatero hasta el punto de llevarle a admitir lo que sería un verdadero fraude de ley. En tal sentido ya se había manifestado el propio presidente del PP, Mariano Rajoy, hace algunos meses, para escándalo de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que le acusó, paradójicamente, de situarse fuera de la ley por negar a su Gobierno la capacidad de representar al Estado en este asunto.

Ciertamente, mientras Rodríguez Zapatero sea presidente del Gobierno, sus decisiones tienen fuerza suficiente para vincular al Estado. Sin embargo, la esencia de la democracia es la alternancia en el poder, y nadie duda de que el PP, ahora principal partido de la oposición, volverá algún día al Gobierno y tendrá en su mano la posibilidad de revertir prácticamente cualquier concesión que se haya hecho a los terroristas, e incluso de exigir responsabilidades por aquellas que desborden la legalidad vigente.

La situación no es muy distinta respecto de otra de las grandes apuestas de Rodríguez Zapatero, el nuevo Estatuto catalán. Una vez en vigor, buena parte de sus novedades resultan inaplicables sin la modificación de múltiples leyes estatales que una nueva mayoría parlamentaria podría volver a cambiar. Todo esto explica bien el interés por marginar al PP de la vida política, que en los últimos días ha alcanzado en Cataluña unos extremos profundamente inquietantes.