LES VOY A DAR UNA BUENA NOTICIA Y UNA MALA

Artículo de José Antonio Sentís en “El Imparcial” del 01 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

¿Por dónde quieren que empiece?

Creo que es mejor empezar por la buena: España es un país de mansos, de crédulos, de gente permisiva y comprensiva con los defectos ajenos. Que entiende las debilidades del prójimo, que justifica los pecados veniales. Incluso algunos pecados capitales, si se refieren, obviamente, al capital; es decir, a la pasta, al dinero, a la corrupción.

La generosidad de los españoles es ilimitada, porque admite políticos que meten la mano en la caja, y a Cajas que meten la mano en la política. A vivos que viven a cuenta del mercado y a mercaderes que no pueden contar de qué viven.

Generosidad indefinida de los españoles, porque sufriendo el quebranto en su dinero, como si siendo de todos no fuera de nadie, no piden responsabilidades con indignación, no se lanzan a la toma del Palacio de Invierno, no abarrotan las calles en manifestaciones y no plantan en su solapa un lazo de protesta, que podría ser rojo pimentón, como el de los chorizos.

Buena noticia ésta, la de la España solidaria con los insolidarios, a los que incluso se admira como gente guapa en cócteles y saraos. A los que se respeta por el poder logrado a base de latrocinio más o menos sofisticado, de especulación, de pelotazo, de tráfico de influencias, de evasión fiscal, de cohecho o soborno.

Ahora les voy a dar la mala noticia.

España es un país de mansos, de crédulos. Insensible a la corrupción, incapaz de articular una sociedad civil que ponga freno al latrocinio de los recursos públicos. Admirativa o envidiosa del éxito social de los especuladores, timadores, corruptos, defraudadores.

Un país que vive con servidumbre consentida bajo oligarquías políticas o económicas sin mover una pestaña, y ratifica su condición lanar elección tras elección, o imposición tras imposición, apoyando a quienes les esquilman con la alegría de los mártires ante los leones.

La mala noticia es, en efecto, que con el peor Gobierno que recuerdan décadas de historia, éste mantenga su intención de voto, como si la política fuera independiente de la gestión de las cuentas públicas. Y es igualmente continuación de la mala noticia que los cientos de miles de militantes del principal partido de la oposición no se planten para exigir una respuesta clara sobre las acusaciones de corrupción que manchan su nombre.

Y es la misma pésima noticia que los ladrones de guante blanco de nuestra economía asalten el solar patrio gracias a la complicidad o pasividad de quienes manejan los Boletines oficiales, mientras ruegan la caridad de la sociedad entera para que les pague sus dispendios con los impuestos de los trabajadores y así conservar la riqueza que antes han dilapidado.

La noticia, ni buena ni mala, sino extraordinaria, sería que alguien propusiera una regeneración completa del sistema con cauces de participación política de la ciudadanía de la sociedad civil. Bueno, más que una noticia extraordinaria, sería un milagro.

Y, además, los españoles tienen una tendencia natural a ser penitentes en las procesiones en lugar de perseguir a los pecadores a latigazos, pues su cultura dice que su reino no es de este mundo. Lo que, bien mirado, es entrañable, como lo es el balido de un corderito y los inmensos y redondos ojos de un buey pastueño, el que acude sin recelo al engaño.