YO TAMBIÉN
VOTARÍA A VALIA
Artículo de Ángel Soria
en “Ciudadanos
sin complejos” del 18 de noviembre de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Que noviembre es un mes funerario o fúnebre es un hecho. Que además sea funesto
está por ver. Noviembre es un mes donde los Difuntos, los Santos, las Ánimas se
celebran como la Pascua navideña o la Pascua de la Resurrección. Noviembre,
además, es un mes teatrero. Es el mes en que se representa el don Juan Tenorio
por toda la geografía no periférica. En la geografía periférica no se
representa ni se está a la espera de que el burikide Maneiro lo reclame por su españolidad como hace con el
fútbol o con las carreras de bicicletas. No hay que preocuparse porque, además,
al burukide le motiva menos el Tenorio que las
habitaciones con vistas o el sashimi. Para el burukide no existe más teatro que el que él representa ante
Procusto o la Divina Providencia; ante Nacho de noche
o el guionista de cortos más corto de la historia.
Pues bien, será a finales de noviembre, una vez que la jueza independiente
(esta vez sí que lo es) haya decidido que no hay que dar pábulo al “cuan gritan
esos malditos” y permita en fecha harto luctuosa -Franco, José Antonio Primo,
León Tolstoi, Luis Cernuda- amortajar, velar, cavar, y dar definitiva tierra,
al manifiesto fundacional del partido. El congreso de los comités de garantías
unidireccionales y mononeuronales; el congreso de la
Mujer del Año; el congreso de las Díez manipulaciones; el congreso de las Díez
trampas; el congreso del puchero arrimado al ascua de la sardinera. El congreso
de Bulgaria, capital Madrid; el congreso del requiem cantim pace.
Y mientras tanto en el jardín magenta -convertido en
rosaleda después de despojarlo de hierbas malas y flores poco atractivas- los
zánganos siguen su inexorable trajín para aupar a su reina; para engordar su
ego. En esa huerta expropiada a sus legítimos dueños y ahora convertida en
rosaleda, crece la rosa silvestre; la rosa sin cultivar; la rosa trepadora que
gana altura abonada por el ácido humus. Un humus compuesto de elementos
orgánicos de un grado de descomposición tan elevado que ya no sufre apenas
trasformación. Elementos orgánicos diversos: socialistas en positivo, populares
en negativo, sindicalistas sin sindicar, funcionarios que no funcionan,
profesores que no profesan, trabajadores que no trabajan. Profesionales de la
adulación, trileros de tango golfo y descangallao, personajes de blues de Sabina; de versos de
Machado; de epíteto sonoro y grueso de Pérez Reverte; de trazo negro y doloroso
de El Roto.
Esta es la tercera España, la que ni come ni bebe por el colesterol, la que
camina y hace Pilates para cuidar la talla, la que ni fuma ni folla por no
hacerse notar, la que pide toros para Cataluña y fútbol para Euskadi, la España
de Maneiro y los amaneirados.
La del voto telemático en las tabernas, la España del mandarinato y los
malandrines. La España Díez y no la España diez.
Pues esto es lo que hay, señores. Esto o la alternativa democrática. Esto o el mantenimiento incólume del manifiesto fundacional. Esto o la opción democrática. La manipulación, la mentira, las listas cerradas, las expulsiones, los expedientes, el presidencialismo, el caudillaje, el totalitarismo, el ciberinsulto... Esto o Valia Merino; la Plus Valía, o la minusvalía. La pandilla y su omertá o la libertad; la prohibición de contacto entre afiliados o la libertad de debate; la separación de poderes o el poder omnimodo del amo del calabozo...
El aparato tiene todo previsto; también el resultado. El
aparato quiere fidelizar, de Fidel, al afiliado,
quiere encastrar, de Castro, su voto: cubanizar el resultado -tu ya me entiendes
amol-. Yo ya no estoy afiliado, pero de estarlo tendría clara mi opción: entre
el férreo aparato alemán-oriental y la opción democrática; entre la
construcción de otro muro o el derribo del mismo; entre el pirata cabrón y el arrantzale leal optaría siempre por Valia.
Optaría por los herejes imprescindibles. Optaría por la decencia y... como
perdería, antes de conocer los resultados que proclame la empresa de
Ballesteros, esa especie de navaja suiza que vale para todo, me escayolaría el
antebrazo por si se me rompía al hacer un corte de mangas apoteósico.