EL CALLEJÓN CON EL QUE SE HA TOPADO
ZP ENCIENDE LAS ALARMAS DEL PSOE
Por su interés y relevancia
he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Ya sabía José Luis Rodríguez Zapatero cuando revalidó su victoria en las urnas que su decisión de gobernar en minoría iba a traerle no pocos problemas. Pero prefirió eso antes que casarse con otro partido durante cuatro largos años. Y ahora, irónicamente, es la única alegría que se llevó la noche del 1-M (la de los resultados de Patxi López) la que más quebraderos de cabeza le está dando.
En los escasos meses de esta legislatura, los socialistas han contado con la ayuda inestimable de los seis diputados del PNV para sacar adelante iniciativas tan importantes como los Presupuestos Generales de 2009. Pero los peneuvistas ya han advertido a Zapatero que puede ir olvidándose de ellos para todo si López consuma su amenaza de echar a Juan José Ibarretxe de Ajuria Enea, pese a que el PNV fue el partido más votado.
Ya no sólo sería una cuestión de los Presupuestos, sino que les declararían la guerra en todas las votaciones de la Mesa del Congreso y el Senado, en todas las proposiciones y proyectos de ley... E incluso durante la Presidencia española de la Unión Europea, que comenzará el 1 de enero de 2010. En una palabra: ni agua ante lo que considerarían una "agresión política" del PSE.
Y, para colmo de los males de los socialistas, con el otro
socio estable que han tenido en este primer año de legislatura -el BNG- ocurre
algo parecido. El PSOE ha manejado casi a su antojo los dos escaños que los
nacionalistas gallegos tienen en el Congreso. Como en Galicia gobernaban
juntos, la alianza se extendía también a Madrid.
Pero ahora que Alberto Núñez Feijóo ha guillotinado el bipartito
gallego, ¿prestará tan fácilmente el BNG sus diputados al PSOE en el
Congreso? A buen seguro
no. Y menos aún teniendo en cuenta que el nacionalismo gallego anda de uñas con
los socialistas por haberles culpado a ellos -lo insinuó el propio José Blanco-
de perder la Xunta.
El ambiente que se respira en el socialismo es de preocupación. Especialmente
en los pasillos del Congreso. Para papelón, el que les ha caído encima al
portavoz en la Cámara Baja, José Antonio Alonso, y a su número dos, Ramón
Jáuregui. Son los encargados de asegurarle a Zapatero nuevos apoyos. Un plan B
que pasaría por los once escaños de CiU, pero los de Artur Mas ni olvidan
ni perdonan, y ya han advertido públicamente que no cuenten con ellos
como "salvavidas".
En las elecciones autonómicas catalanas de 2006 a CiU le pasó lo mismo que
puede ocurrirle en las próximas semanas al PNV: ganaron en número de escaños al
PSC, pero un pacto de José Montilla con ERC e ICV les impidió gobernar. CiU
nunca le ha perdonado aquello a los socialistas. Es más. Tras las elecciones
generales y ante la necesidad de buscarse apoyos más o menos estables, el PSOE
tanteó a CiU en el Congreso. Para ello, tal y como desveló El Semanal Digital en su momento, Zapatero
jugó la baza Alfredo Pérez Rubalcaba, alias El negociador, al que a buen seguro
el presidente volverá a recurrir en este delicado momento. Rubalcaba goza de
buenas relaciones en CiU, especialmente con su portavoz en el
Congreso, Josep Antoni Duran Lleida.
Pero, en aquel momento, tanto el ministro del Interior como el resto de socialistas se toparon con un muro, puesto que los de Mas ponían como condición sine qua non que Montilla les devolviera el Gobierno de Cataluña para empezar a hablar. Obviamente, algo inaceptable para el PSOE. Un hipotético acuerdo de futuro entre PSOE y CiU tendría un problema añadido con nombres y apellidos: José Montilla. En Cataluña CiU está en la oposición, y sería difícil conjugar eso con un pacto en Madrid. Así las cosas, el PSOE ve difícil salida del túnel en el que se ha metido. Y aún quedan tres largos años de legislatura.