EL "CASO MARAGALL" PONE EN GUARDIA A UN MONTILLA DISPUESTO A BATALLAR

 Informe de Ángel Tejedor en “El Semanal Digital” del 06 de marzo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

El "cortejo" del PSOE a CiU para buscar un aliado en el Congreso que sustituya al PNV ha hecho saltar todas las alarmas en el PSC, que mide sus armas para poner contra las cuerdas a Zapatero

El 25 escaños que el Partido Socialista de Cataluña obtuvo en las pasadas elecciones generales para José Luis Rodríguez Zapatero fueron claves en su segunda victoria en las urnas. Los socialistas catalanes, crecidos por el triunfo y en condiciones de exigir, obtuvieron su cuota de poder con dos ministerios: Defensa, que recayó en Carme Chacón; y Trabajo e Inmigración, para Celestino Corbacho.

Pero aquel trueque no colmó ni mucho menos las aspiraciones del PSC, sabedor de su peso electoral en el PSOE. Los de José Montilla llevan toda esta legislatura -y buena parte de la anterior- poniéndole las cosas de lo más difíciles a Zapatero, que a veces parece más su enemigo que su jefe de filas. Cuando no es la financiación autonómica es la amenaza sempiterna de exigir un grupo parlamentario propio en el Congreso, lo que desestabilizaría aún más la ya de por sí fragil mayoría socialista en el hemiciclo.

Por no hablar de las constantes provocaciones y advertencias de Montilla en público. "Quien bien te quiere, te hará sufrir", le dijo el presidente de la Generalitat a la cara de Zapatero allá por julio. Y, más recientemente, a finales de febrero: "Nuestro compromiso con el Gobierno español es firme, es responsable y es y será también exigente. Es un compromiso que exige reciprocidad".

La necesidad imperiosa de Zapatero de buscarse nuevos socios en la Cámara Baja -una vez que se consume el más que previsible divorcio del PNV- le ha abierto al presidente el enésimo frente con su barón regional más incómodo. Quien, además, está dispuesto a batallar todo lo que haga falta. Para los socialistas, el mejor plan pasa por camelarse a CiU, que con sus once escaños les garantizaría la estabilidad parlamentaria. 

Pero el problema se llama Montilla. "No es de recibo que nos den besos en Madrid y nos abofeteen en Cataluña", señaló este mismo jueves el portavoz de CiU, Oriol Pujol. Las palabras de Pujol vienen a poner negro sobre blanco un sentimiento común en las filas de CiU: si el PSOE quiere su apoyo en el Congreso, éste pasará por algunos cambios en Cataluña.



La obsesión de CiU



El objetivo final de los de Artur Mas pasa por quitarse de en medio a Montilla. No olvidan que fue él quien les arrebató la Generalitat en 2006 -mediante un pacto con ERC e ICV- pese a que CiU fue la fuerza más votada. Especulaciones hay muchas estos días. Se habla de que CiU podría exigir a Zapatero la cabeza del presidente del Gobierno catalán, o al menos un adelanto electoral (en teoría habrá elecciones autonómicas en 2010), con el compromiso de que gobierne la lista más votada. Compromiso que el líder del Ejecutivo central incumplió en 2006 y que figuraba entre los acuerdos PSOE-CiU cuando ambos pactaron la reforma del Estatuto catalán.

Lo de cobrarse la cabeza de Montilla no sería una idea tan descabellada, teniendo en cuenta el precedente de Pasqual Maragall. Cabe recordar que, como el propio ex presidente de la Generalitat revelaría públicamente después, el acuerdo estatutario entre Zapatero y CiU incluyó una condición que nadie contó en su momento: "El presidente de la Generalitat, después de aprobado el Estatuto, tenía que dimitir", según las palabras de Maragall. Y así fue. 

Pero Montilla no es Maragall, y no pasa precisamente por ser una presa fácil. Si se ve en peligro, no dudará en contraatacar con las armas que tenga a mano. Y una de ellas -muy mortífera- son los 25 escaños del PSC en el Congreso. ¿Le compensa a Zapatero sumar para su causa los once de CiU y perder los 25 de los socialistas catalanes? Por supuesto que no. Difícil papeleta la que tiene delante. Y para colmo con Carme Chacón en medio, que si se ve obligada a posicionarse seguramente se pondrá de parte de Zapatero, como ya lo ha hecho en alguna que otra tensa Ejecutiva del PSC