EL CAOS DESBORDA A UN GOBIERNO EN EL QUE VUELAN LOS CUCHILLOS

 Informe de Ángel Tejedor en “El Semanal Digital” del 17 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.

Tras la Semana Santa, a Zapatero le ha tocado vivir su propio vía crucis con un Ejecutivo que, con diez días de vida, ha librado seis sonadas batallas internas. Y sin Blanco de por medio.

 

Ultimamente no hay día bueno para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente confiaba en poder reconducir la situación cortando las ramas secas de su Consejo de Ministros, caduco en sólo un año: Pedro Solbes, Bernat Soria, Magdalena Álvarez, César Antonio Molina y Mercedes Cabrera. Mal empezó su crisis de Gobierno, reventada por Prisa y filtrada por las más altas instancias del socialismo andaluz y por su flamante nueva vicepresidenta económica, que se fue de la lengua delante de quien no debía, como ya informó en su momento El Semanal Digital.


Si sonados fueron los últimos enfrentamientos internos antes de los días de autos a cuenta del anuncio de la retirada de las tropas de Kosovo, no lo han sido menos los del después. Ya antes de irse a la finca Quintos de Mora, Zapatero tuvo que ver cómo los internautas le declaraban la guerra sin concederle siquiera un día de cortesía a su fichaje estrella para el Ministerio de Cultura. Que además esta semana le ha metido en un buen lío con CiU por nombrar a uno de los suyos -Ignasi Guardans- director del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales.

La Semana Santa trancurrió en relativa calma, con los ministros monopolizando las fotografías de las portada con sus reuniones. Que si Manuel Chaves con José Blanco, éste con Elena Salgado, ésta con Miguel Sebastián... Como se dice que una imagen vale más que mil palabras, los vis a vis lograron solapar las quejas que llegaban a Madrid procedentes del socialismo catalán por el nombramiento de Chaves como vicepresidente de Política Territorial. Una persona non grata para José Montilla y los suyos. 

Poco le duró la alegría a Zapatero. Es precisamente el ex barón andaluz el protagonista de la primera crisis de imagen y de unidad que ha vivido esta semana el recién estrenado Ejecutivo socialista. El motivo: sus competencias. El presidente señaló en la rueda de prensa con la que anunció su crisis de Gobierno que a Chaves le correspondería pilotar las negociaciones sobre la reforma del modelo de financiación autonómica. Pero el pasado martes fue Elena Salgado la que decidió contestar en el Senado a una pregunta del popular Javier Arenas sobre financiación autonómica. "Ya sabemos a partir de hoy que el señor Chaves no pinta nada en política autonómica", le espetó el líder del PP-A con sorna.

Chaves parecía tener asumido su papel de segundón frente a Salgado cuando el miércoles afirmó públicamente que era ella la que "controla la pela", pero en esto que, para echar más leña al fuego interno entraron en acción María Teresa Fernández de la Vega y Montilla. Mientras la primera le reafirmó en sus funciones -"nadie mejor que Chaves podrá cambiar el modelo autonómico"- el segundo renegaba de él como interlocutor para las negociaciones y apostaba por la vicepresidenta económica. Finalmente, el catalán tuvo que desdecirse este jueves y pactar con el andaluz una entrevista para el próximo martes.

La número tres del Ejecutivo también ha tenido un estreno accidentado: anunció que quiere mantener en su puesto al secretario de Estado de Economía, David Vegara, y éste dimitió tras reunirse con ella. Y, para colmo, un poltergeist en toda regla con el presidente del ICO, Aurelio Martínez, como protagonista. Primero los medios filtraron que iba a ser destituido por petición expresa de Zapatero, e incluso La Moncloa envió a la noticia a sus altos cargos. Para finalmente ser ratificado en su cargo tras una reunión con Salgado.

Si rocambolescos son los episodios protagonizados por Chaves y Salgado, el de Miguel Sebastián y la TDT no desmerece. El ministro de Industria dio por su cuenta y riesgo luz verde a la TDT de pago, para alegría de Jaume Roures y enfado de Prisa. Pero ahí estaba Fernández de la Vega para obligarle a recular: no se movería nada hasta que el Consejo de Ministros lo autorizara. El tirón de orejas de la vicepresidenta obligó a Industria a enviar dos notas de prensa distintas en poco más de seis horas.

Y aún hubo tiempo para más este jueves. Cándido Conde-Pumpido se enfrentó abiertamente a Alfredo Pérez Rubalcaba -con los peligros que eso conlleva- al decir que la Policía Nacional sólo pasa informes sobre el entorno proetarra a Baltasar Garzón y desoye las peticiones de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Lo peor es que para el ministro del Interior llovía sobre mojado, porque aún le rechina el Caso Bushi, que enfrentó a sus chicos con los del ministro Francisco Caamaño -los jueces- por ver quién tenía la culpa de que el líder de la banda que asaltó el chalet de José Luis Moreno hubiera quedado en libertad por error. El Fiscal General del Estado tuvo que resolver el entuerto reuniéndose unas horas después con el director general de la Policía y la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, que reconoció "un problema procedimental" que "ya se ha arreglado".

Por no hablar del sonado rifirrafe entre el gobernador del Banco de España y el ministro de Trabajo. Miguel Ángel Fernández Ordóñez alertó el miércoles en el Congreso de que todo hace pensar que la Seguridad Social cerrará con déficit este año. Sus palabras enojaron sobremanera a Celestino Corbacho, que horas después negaba la mayor y le reprochaba que hubiera mandado tal mensaje de intranquilidad a los españoles en un momento tan delicado.

Seis enfrentamientos internos en sólo diez días de andadura del nuevo Gobierno, todo un récord. E, ironías de la vida, José Blanco, que tenía toda la pinta de liderar desde el minuto uno el ranking de ministros polémicos, es por ahora de los más comedidos. Hasta ha firmado una entente cordiale con Esperanza Aguirre.