TIEMPOS DIFICILES

Artículo de Hermann Tertsch en “ABC” del 07 de octubre de 2008

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Malos tiempos para la lírica. Arriban tiempos menesterosos. Nadie sabe cómo serán, pero las generaciones más jóvenes del mundo occidental -y desde luego de España- van a saber por primera vez lo que supone una recesión, un punto de inflexión que rompe, por primera vez para ellos, el concepto de que el paso del tiempo va unido a la prosperidad. Será duro para quienes no tienen referentes en la historia que revelan las muchas veces que sociedades de gran bienestar y orden cayeron en periodos más o menos largos de inseguridad y necesidad. Los más cortos son relativamente recientes y muy citados ahora como la inflación alemana de entreguerras o el hundimiento de Wall Street en 1929. Los más largos son casi desconocidos para la mayoría. Aun en el siglo IV de nuestra era, en la mayor parte occidental del imperio romano, la vigencia de las leyes, el orden y la prosperidad permitían incluso a los más hacendados vivir en casas o fincas remotas sin temer por su vida o hacienda. Dos siglos más tarde era imposible sobrevivir una cosecha fuera de la protección del burgo. La seguridad para aventurarse a vivir fuera de las ciudades no se restableció hasta pasado casi un milenio. Los tiempos difíciles pueden ser fértiles para la épica. Pero nunca han sido los más propicios para el despliegue de las inclinaciones más nobles del alma humana. Cierto que la riqueza puede derivar en grosería. Pero la pobreza, la angustia y el miedo son terreno abonado para la mezquindad, la abolición de los escrúpulos y el cainismo. «Zuerst kommt das Fressen und dann die Moral» (Primero la zampa, después la moral), decía Bertolt Brecht al explicar la falta de compasión en la lucha por la supervivencia.

Volviendo al presente, da mucha pena pensar ahora en los años de prosperidad y vacas gordas, en los que tanto se ha derrochado en la larga fiesta pensando que sería eterna. Da mucha pena pensar en el tiempo perdido en la adoración de becerros de oro y en la emulación de líderes e ídolos que han convertido a gran parte de las generaciones jóvenes en una masa de individuos incapaces de digerir frustraciones. Dispuestos a echar la culpa del fracaso de sus sueños a cualquiera que no sean ellos. Y a vomitar la ira sobre el mundo. Por eso los tiempos de menester se tornan inseguros. Lo serán en todas partes, pero me temo que en España cosecharemos más de lo peor que nuestro entorno europeo. Ante todo porque es difícil creer que este revés lo puedan asumir con introspección, reflexión y ánimo de superación esas generaciones malformadas en la escuela de la autocomplacencia antiautoritaria e igualitarista y deformadas por la soberbia del crecimiento económico. Cuando la cosmovisión te la imponen líderes mediáticos de ese nuevorriquismo semilumpen, arrogante y faltón que representan por igual Bibiana Aído y Belén Esteban, Pepiño Blanco y Eva Hache -es decir, el mundo de la Ceja y subproductos-, habrás de responsabilizar a alguien de tu suerte. Ya están todos ahí, buscando enemigo exterior e interior al que odiar y culpar de sus propios fracasos y cuitas. Todos, el ejército del Supremo Narciso Adolescente. Esperemos que no se les vaya la mano.